Subterráneo

—Sentía como si un martillo se hubiese estrellado fuerte contra el cráneo —empezó Soleia cuando despertó—. Sus párpados pesaban mientras luchaba por abrirlos y, cuando lo hizo, Soleia se preguntó por un segundo si realmente había abierto los ojos.

Por un lado, su entorno era inmensamente oscuro y, por otro, todo olía como el horrible agua de alcantarilla que corría bajo los caminos de piedra del pueblo.

Estiró sus oídos. A lo lejos, Soleia podía oír el sonido del agua goteando. Sin embargo, no había mucho más que pudiera captar —ni siquiera los chillidos de ratas o ratones.

Los labios de Soleia se separaron, preparándose para pedir ayuda, pero se detuvo. La palabra se quedó atragantada en su garganta mientras fruncía el ceño.

—Quizás sería mejor quedarse en silencio —pensó—. No estaba segura de qué quería la vieja tendera con ella, y si supiera que Soleia estaba despierta, podría ser servida otra taza de té de lavanda para mandarla a dormir.