Yo Sí

—¡Lo somos! —insistió Soleia, aunque su corazón se hundía hasta sus pies con total consternación. Miró rápidamente a Ralph, esperando que su lengua elocuente pudiera resolver esta situación antes de que estuvieran sin hogar para siempre.

—Señor Ralph —frunció el ceño—. Es una acusación muy seria la que estás haciendo, Duque Kinsley. Leia y yo no hemos sido más que honestos. Somos una pareja casada.

—La falta de documentación sobre su matrimonio dice lo contrario —dijo el Duque Kinsley, y los ojos de Soleia se abrieron de horror. ¡Eso fue una cosa que ella y Ralph habían pasado por alto!

—¿Has comprobado? —exclamó Señor Ralph, con los ojos desorbitados por el shock—. ¿Por qué lo harías? ¿Quién te dio esta idea?

Soleia quería darle una patada. ¡Ellos eran los que estaban equivocados! ¿Cómo podía seguir cuestionando al Duque Kinsley como si él fuera el criminal?