Rafael rápidamente se rió mientras sus palmas comenzaban a sudar. —Princesa, podría haberte casado contigo, pero ciertamente no soy un príncipe. ¿Viviríamos así si lo fuera?
Soleia sacudió la cabeza, decepcionada. —Deja de cambiar de tema, Príncipe Rafael Biroumand. —Soleia se mordió el labio con tanta fuerza que sangró—. ¿Te pareció gracioso mantenerme en la oscuridad?
—No sé de qué estás hablando —dijo Rafael, la mentira saliendo de sus labios tan fácil como respirar. Su tono era calmado, pero su corazón latía a mil por hora en el momento en que escuchó a Soleia escupir su nombre completo.
Lo que había temido desde que vio a sus hermanos aparecer sin invitación realmente se había hecho realidad. Deben haberle susurrado información al oído, haciendo que Soleia llegara a esta conclusión.