Ella giró sobre sí misma, y Raziel dio un paso adelante. La luz tenue del calabozo proyectaba largas sombras en su rostro mientras sus ojos brillaban en la oscuridad. Sus esferas esmeralda se centraron en Soleia, y hubo un movimiento apenas imperceptible en sus labios mientras observaba su pánico.
Él estaba divertido.
—Princesa Soleia. Gracias por hablar tan bien de mí frente a mi hermano.
Soleia instintivamente dio un paso atrás. Ahora que conocía la depravación que persistía bajo su piel como un veneno corrosivo, ya no podía mantenerse tranquila e indiferente ante su presencia. Las posibilidades de que este hombre matara a Ricard por la corona repentinamente parecían muy altas.
Rafael se interpuso suavemente entre ambos, plantándose frente a ella como una roca firme. Su ceño se frunció; el hermano al que se refería Raziel debía ser Ricard, ya que no recordaba que Soleia hubiera dicho algo bueno de Raziel a él.