Todo Por La Ciencia II

—Con mucho gusto —dijo Rafael, agarrando su mano protectora.

Sin embargo, para la decepción de Rafael, ni siquiera habían dado un paso cuando Raziel los detuvo.

—Espera un momento, Su Alteza —dijo Raziel, su tono calmado y su voz sin elevarse. Era como si estuviera discutiendo sobre el clima exterior, y era un día hermosamente soleado—. Si todo lo que necesitas es una persona que esté viva y pateando, solo tienes que pedirlo.

Dicho esto, Raziel desbloqueó la pesada puerta de metal y entró. Soleia observó, con las cejas fruncidas mientras permanecía en silencio, observando lo que Raziel quería hacer. Simplemente se arrodilló junto a la frágil mujer, y lenta pero seguramente, sus pendientes de cornalina comenzaron a brillar.