—La expresión de Mia Fuller era de pánico y desconcierto; se mordió el labio tan ferozmente que parecía querer sacar sangre, sus piernas cedieron y se desplomó en el suelo.
—...Lo siento, hermana, yo... solo hablaba imprudentemente en un momento de desesperación, no quise difamarte...
—Su voz estaba llena de la ira reprimida de alguien que aprieta los dientes.
—El futuro de la Familia Fuller descansaba en manos de Vivia Fuller; ofender a Vivia era lo mismo que una sentencia de muerte.
—Impulsivamente había actuado, pero ahora, con la calma regresando, sentía como si la sangre en sus venas se estuviera congelando.
—La amenaza de Vivia realmente había golpeado a Mia donde más miedo tenía.
—El corazón de Vivia se relajó un poco.
—¿Ya has causado suficientes problemas? —La Anciana Señora Knox regañó enojada, su silla de ruedas empujada al centro de la multitud por un sirviente.