La habitación de hospital de Cristóbal Lewis estaba extrañamente silenciosa, con Cristóbal acostado en la cama, el rostro tenso.
Alitzel Williams estaba sentada en una esquina del sofá con el rostro contraído, los labios sellados sin pronunciar una palabra.
Ambos estaban en la misma habitación del hospital, pero deseaban pegarse a las paredes, manteniendo la mayor distancia posible entre ellos.
La atmósfera era muy tensa, como si acabaran de tener una discusión.
—Buenos días, Abuela.
Tan pronto como Luke y Willow entraron, saludaron alegremente a Alitzel Williams, sus voces infantiles rompieron de inmediato la tensa atmósfera.
Al ver a sus dos queridos nietos, Alitzel Williams se levantó y se acercó, —Oh, mis queridos, abuela los extrañó mucho, déjenme abrazarlos.
Observando a Alitzel Williams abrazando y besando a los pequeños, Cristóbal sintió un poco de envidia.
Parecía que nadie había notado que él había llamado un momento antes.
¡Se sentía como si lo hubieran olvidado!