El fuego ardía en la herida de Kai, un dolor tan agudo que su cuerpo vaciló. La flecha aún chisporroteaba, clavada en su costado, su energía desprendiendo un calor infernal que devoraba su carne. La risa burlona de la mujer de cabello plateado resonó en la oscuridad, como si todo estuviera bajo su control.
"¿De verdad pensaste que podrías ganar?" Su voz tenía un toque de desprecio, y sus ojos carmesíes brillaban con una malicia palpable. "Eres fuerte, Kai Solis, pero aún estás lejos de ser invencible."
Kai apretó los dientes, el sudor y la sangre recorriendo su piel mientras su respiración se hacía más pesada. Sin embargo, no permitiría que el dolor lo derrumbara. No ahora. No cuando la verdad estaba tan cerca. No cuando el rostro de su hermano aún ardía en su memoria, impulsándolo hacia adelante.
Rael, desde la distancia, dio un paso al frente, como un eco de lo que Kai aún no quería aceptar. "Levántate, Kai. No puedes permitirte caer aquí. No cuando el verdadero enemigo sigue esperando en las sombras."
Las palabras de Rael atravesaron su mente con la fuerza de un rayo. Kai parpadeó, luchando contra el dolor que amenazaba con consumirlo por completo. Pero la Conciencia de Flujo Total, hasta entonces una fuerza inestable, comenzó a fluir con una intensidad que nunca había experimentado. La energía dentro de él rugió en respuesta, desbordando los límites de su control.
La mujer de cabello plateado frunció el ceño, sorprendida. "¿Aún tienes fuerzas para ponerte de pie?"
Kai soltó una risa ahogada, su mano aferrándose a la flecha antes de arrancarla de su cuerpo con un movimiento brutal. Un torrente de sangre oscura manchó el suelo, pero él no vaciló. Sus ojos brillaban con una determinación imparable, como un océano en tormenta.
"¿Caer?" Kai alzó la mirada, su voz baja pero mortal. "Ni siquiera he empezado."
El aire a su alrededor comenzó a vibrar, como si la misma realidad reconociera su resolución. La energía que fluía dentro de él se arremolinó y se refinó, transformándose en una fuerza más afilada, más letal. La Conciencia de Flujo Total ya no era solo una habilidad. Era una extensión de su voluntad, una fuerza que desbordaba todo lo que había conocido.
Los asesinos enmascarados intercambiaron miradas rápidas, sus instintos gritando peligro. Uno de ellos se lanzó al ataque, sus dagas brillando bajo la luz de la luna. Kai no hizo más que un leve movimiento. Su espada brilló en un destello plateado, bloqueando las dagas con una facilidad abrumadora. En un abrir y cerrar de ojos, giró su muñeca, atravesando el corazón del asesino con una precisión letal.
El hombre soltó un jadeo ahogado antes de desplomarse, su máscara cayendo al suelo con un golpe seco, como una sentencia de muerte inapelable.
La mujer de cabello plateado entrecerró los ojos, reconociendo el cambio. "Interesante... parece que aún puedes evolucionar en medio del combate."
Kai respiró hondo, sintiendo cómo la energía fluía más fuerte que nunca. Cada latido de su corazón enviaba ondas de poder a través de su cuerpo, haciendo que la herida en su costado fuera irrelevante. El dolor era solo una distracción en un campo de batalla que ahora dominaba.
El último asesino se lanzó hacia él con un grito feroz, pero Kai ya se había movido antes de que la hoja pudiera tocarlo. Su silueta desapareció en la brisa nocturna. En un parpadeo, apareció detrás del asesino, y con un solo movimiento, su espada cortó la cabeza del hombre como si fuera un simple pedazo de paja.
La sangre voló en el aire, manchando el suelo en un recordatorio de su poder, dejando claro que no había marcha atrás.
Rael observaba desde un rincón oscuro, sus ojos fijos en el hombre que había entrenado. Sabía que Kai había cambiado. Su Conciencia de Flujo Total ya no era lo que había sido. Ahora era algo más, algo más allá de cualquier cosa que pudiera comprender.
La mujer de cabello plateado sonrió, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de respeto y desafío. "Parece que finalmente estás mostrando tu verdadero potencial. Pero esto aún no ha terminado."
Kai no respondió. No necesitaba hacerlo. En silencio, levantó su espada, la hoja temblando con la energía desbordante que ahora recorría cada fibra de su ser.
Y entonces, de entre las sombras, emergió una nueva presencia. Más grande. Más oscura. Más amenazante.
Kai sintió un escalofrío recorrer su espalda, un preludio a lo que estaba por venir.
El verdadero enemigo acababa de hacer su aparición.