Kai Solis exhaló lentamente, sintiendo la energía pura arder dentro de su ser. Frente a él, el Cazador de Almas había revelado su verdadera forma. Su armadura oscura palpitaba con sombras vivas, y sus ojos resplandecían con fuego espectral. La guadaña en sus manos se había transformado en una entidad viva, vibrando con un poder que podía desgarrar el alma de cualquier ser.
"Así que este es tu límite, Kai Solis. ¿Realmente crees que puedes desafiarme?" La voz del guerrero resonó como un eco de muerte.
Pero Kai no respondió. Su mente estaba completamente enfocada. Su Conciencia de Flujo Total ya no solo le permitía anticipar los movimientos del enemigo. Ahora, sentía el propio flujo de la existencia a su alrededor. Cada partícula de aire, cada fluctuación de energía, cada latido del mundo mismo… todo estaba a su alcance.
El suelo tembló cuando ambos guerreros se lanzaron el uno contra el otro. El choque fue como la colisión de dos estrellas, una explosión de luz y oscuridad que partió la tierra y desintegró el cielo por un instante. La guadaña descendió con furia devastadora, pero Kai desvió el golpe con su espada, su hoja vibrando con una fuerza indescriptible. No era solo acero; era la manifestación de su propia voluntad inquebrantable.
El Cazador de Almas gruñó y dio un salto hacia atrás. "Imposible… Tu energía está cambiando. ¡Esto no es humano!"
Kai levantó la mirada. Su cuerpo emanaba un resplandor cegador, una luz dorada y azulada que oscilaba como fuego cósmico. Su voz, serena pero llena de una intensidad abrumadora, rompió el silencio:
"No soy lo que creías. No soy un simple guerrero. Soy el principio del fin. Soy la tormenta que arrasa con los imperios. Soy el último amanecer antes del ocaso eterno."
Con un solo paso, desapareció de la vista.
El Cazador de Almas apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que un golpe demoledor lo impactara en el pecho, enviándolo a través de varias montañas como si fueran simples hojas al viento. El estruendo del impacto resonó por kilómetros, y el suelo se partió en un abismo insondable.
Pero Kai no le dio tiempo para recuperarse. En un instante, apareció sobre su enemigo, su espada brillando como el núcleo de una estrella naciente. "Se acabó."
El Cazador de Almas rugió, su voz entremezclada con el lamento de incontables almas atrapadas en su guadaña. Con un último esfuerzo, canalizó toda su oscuridad en una explosión de sombras malditas, una técnica prohibida que devoraba la existencia misma. "¡Muere conmigo, Kai Solis!"
La tormenta oscura cubrió el cielo, amenazando con borrar la realidad. Pero entonces, Kai cerró los ojos y murmuró:
"Rompe las cadenas del destino."
Su espada se alzó, y en ese instante, la luz superó la oscuridad. Un solo corte bastó. La energía de Kai se expandió como una ola imparable, disolviendo la oscuridad en su totalidad. El grito del Cazador de Almas fue ahogado por la luz, y en un instante eterno, su existencia se desvaneció.
Cuando todo terminó, Kai permaneció de pie, su espada aún brillando en su mano. La tierra devastada se extendía a su alrededor, testigo de la batalla legendaria que acababa de concluir. Levantó la vista al cielo, sintiendo en su interior que este era solo el comienzo. Porque sabía que en la sombra del Imperio, fuerzas aún mayores lo esperaban.
Pero ahora, ya no era el mismo.
Ahora, era el destructor de imperios.
Y su guerra apenas comenzaba.