Capítulo 14: Encuentro

En todos los meses que habían pasado sin poder ver a Riochiro, digamos que hubo algunos incidentes relacionados con el funeral de mi abuelo.

El primero fue el más complicado para nosotros, pero al mismo tiempo fue el más fácil de resolver. Cuando murió el cabeza de familia principal, todos los principales líderes de las ramas de la familia se abalanzaron sobre nosotros para tomar el relevo.

Hambrientos de poder y con una sed insaciable de prestigio y privilegios, aparecieron como una masa de animales feroces frente a la mansión.

Aparentemente los rumores corren como el agua, pero está claro que la información esencial no, así que fue fácil quitarnos a esas cucarachas de encima con sólo mostrar el testamento que dejó el abuelo, donde afirmaba que el poder de la familia iba a pasar claramente a mi padre.

Lo complicado del asunto vino cuando los Gahelach se presentaron en nuestra casa, con su actitud altiva y desvergonzada y nada disimulada, trajeron un ejército de abogados y hasta un fiscal.

Su circo no duró mucho, les enseñamos el testamento y luego llamamos a las mismas fuerzas del orden para aclarar los términos legales y voilá, los payasos se fueron a casa.

El segundo incidente estaba relacionado con el propio testamento y las pequeñas herencias que mi abuelo había dejado a los principales miembros de la familia. Este es el que más puede afectar al propio Riochiro.

Mi abuelo heredó un poder notarial a mi padre, 2 condominios personales a mi madre, mi hermana curiosamente recibió un peine de oro, que llevaba piedras de rubí, zafiros y jade translúcido de un hermoso color esmeralda.

Aunque no parezca gran cosa, ese peine era uno de los que solía llevar la abuela, un objeto de gran importancia sentimental y lo único que quedaba de la abuela en este mundo. De entre todas las cosas mencionadas, para mi abuelo ésta era su herencia más preciada, ahora en manos de mi hermana. ¿Quién mejor para llevar semejante recuerdo que el miembro más precavido de la familia?

A mí, me regaló una montaña de libros viejos, que eran todos sus diarios escritos hasta el momento, dentro de ellos, todas las historias y relatos personales que el abuelo me había contado a lo largo de mi vida. Esa montaña de libros viejos se convirtió en mis pertenencias más preciadas.

Y luego viene lo que le dejó a Kyouka...

Entre los documentos y cosas que el abuelo había dejado en su testamento, había algo guardado para Kyouka, unos papeles de inscripción para La Tercera Academia, el mayor y más prestigioso centro educativo y estudiantil del mundo. Todo un continente dedicado únicamente a la educación y a la vida estudiantil entre sus muros.

Entre los papeles de inscripción había una nota del abuelo que decía:

 «Dale esto a la niña y que haga con ellos lo que quiera».

 En ese momento me dio un vuelco el corazón.

 ¿Qué hacía mi abuelo con eso allí?

 Resulta que mi abuelo movió algunos hilos después de que Kyouka terminara su entrenamiento, que duró 4 años. Aunque esto suele ser imposible de conseguir para alguien sin expediente escolar, aquí estaba, justo delante de nosotros.

 Fue una gran oportunidad para Kyouka ir allí, crecer como persona y conocer a gente nueva. No sólo eso, con lo lista que es la chica, seguro que iba a encontrar su camino como persona en este lugar.

 Pero aceptar esta condición venía con una gran presión por delante, tanto para ella como para Riochiro. No iban a verse en mucho tiempo.

 Mucho más de 5 años.

 La decisión era difícil de tomar, entendí que Kyouka quisiera pensarlo antes de aceptar o rechazar esta oportunidad.

 Para mi sorpresa, la chica de pelo corto acepto sin siquiera dudarlo. Justo en ese momento, mis órganos se removieron de exaltación y mis ojos se abrieron de par en par.

 Sentí asimismo un desagrado interior, una sensación de que algo iba mal se apoderó de mí. Mis pensamientos se alzaron como un vórtice en mi cerebro, pero entre ellos una pregunta era el más fuerte de todos aquellos gritos internos.

 «¿Cómo le explico esto a Riochiro?».

 ***

 Crucé por los largos pasillos del laberinto, siguiendo el mismo patrón que me había enseñado el abuelo. Izquierda, derecha, derecha, derecha, derecha, izquierda, izquierda, izquierda.

 Una vez en el centro del laberinto, pude verle allí después de mucho tiempo. Mi mirada se centró en él a la velocidad del rayo, mientras una especie de mezcla de nostalgia y alegría se apoderaba de todos mis sentimientos.

 Era Riochiro, después de tanto tiempo lo volvía a ver. Su pelo blanco que ahora le llegaba largo casi hasta la cintura, su cuerpo musculoso y esbelto. Ahora parecía más alto, mucho más alto, casi tanto como un adulto medio.

 Aunque no podía verle la cara porque estaba de espaldas, estaba segura de que era él, no había nadie con quien pudiera confundirle aunque ahora estuviera tan cambiado.

 No pude aguantar el grito de alegría.

 -¡Rioooooooo!

 De pronto mi grito fue interrumpido por otro más potente que el mío, proveniente del otro lado del cuadrante en el centro del laberinto. Era el señor Kawashima.

 

 -¡No te distraigas!

De repente, a la velocidad del rayo, Riochiro fue embestido por el señor Kawashima, lanzando por los aires al chico de ojos vampíricos acompañado de un sonoro grito de espanto.

El tiempo parecía correr a cámara lenta mientras veía a Riochiro escabullirse por el aire con los ojos claramente en blanco con la mirada perdida.

 Había sido un K.O. sin duda.

 Riochiro se levantó rápidamente del suelo y se sacudió la espalda y las rodillas antes de meterse de nuevo en su guarida. El señor Kawashima le miró confuso.

 -¿Qué ocurre, Takanashi? En el otro combate conseguiste durar cuatro minutos y medio. ¿Qué es lo que te distrae tanto últimamente?

 Riochiro bajó la guardia y levantó la mano derecha hacia arriba, dejando caer la espada, simbolizando que el duelo había terminado por el momento.

 Luego, se dejó caer al suelo, sentándose con un leve impacto mientras cruzaba las piernas y parecía cabizbajo.

 -Nada, es sólo que Rikka hace tiempo que no viene por aquí....

Hizo una pausa y luego continuó.

 -Estoy preocupado por ella.

 El señor Kawashima puso las manos en las caderas, adoptando una postura despreocupada.

 -Te dije que iba a estar preocupada por unos asuntos importantes, así que se iba a retrasar unos días.

 Riochiro miró al jardinero con una expresión complicada en el rostro.

 -¿Días? Hace más de dos meses que no la veo, por eso estoy preocupado.

 El jardinero cerró los ojos y se rascó el bigote un poco ansioso y consternado, parece que han tenido esta conversación varias veces.

 -¿La echas de menos? preguntó.

 -Claro que la echo de menos, es la primera persona que me viene a la cabeza cuando pienso en mis seres queridos, aparte de mi hermana y mi madre, claro.

 El señor Kawashima me miró, ruborizado porque había escuchado su pequeña conversación. El jardinero sonrió con picardía y luego se volvió hacia Riochiro mientras le daba un golpecito en el hombro y señalaba en mi dirección.

-Hey, chico. Parece que hoy estás de suerte.

 Riochiro levantó la cabeza y luego.....

 Nuestras miradas volvieron a cruzarse.