Riochiro se me quedó mirando fijamente, con la mirada abiertamente sorprendida. Sus ojos estaban abiertos de par en par y su boca se abría y cerraba como si quisiera decir algo. Parecía que había visto un fantasma.
El jardinero camino unos pasos hacia atrás y recogió su chaqueta de trabajo del piso.
—Bueno... Hay que dejar que los jóvenes hablen.
Luego de decir eso, empezó a caminar hacia la salida con su chaqueta puesta en el hombro mientras silbaba una melodía pegajosa.
Una vez el salió de el gran cuadrante de losas, solo quedábamos Riochiro y yo en el centro del laberinto, con un silencio un tanto incomodo de por medio.
—Ho-hola Riochiro, hace... rato que no te veo...—Dije entre balbuceos nerviosos y cortes abruptos en mi tono de voz.—
Riochiro se me quedo mirando, esta vez con un semblante mas serio, frunciendo un poco el ceño mientras se frotaba los ojos.
"Incomodo."
No pude evitar mirar hacia otro lado con los ojos cerrados por la vergüenza. Había pasado 2 o 3 meses desde que no nos vemos, todo fue porque mi luto duró un poco mas de lo que deberia haber durado.
Mi enojo, frustración y tristeza no me permitían concentrarme en mi labor de entrenar a Riochiro, por eso lo dejé por unos meses hasta que me recompusieran, haciendo que el jardinero me sustituyera.
Nunca pensé en como se sentiría Riochiro a las puertas de mi ausencia, simplemente supuse que todo le iría bien al muchacho de cabelleras plateadas. Pensé que la única que estaba siendo afectada por esto era solo mi persona, la cual estaba sufriendo por la perdida de uno de sus seres queridos.
No tuve en cuenta, que Riochiro también había perdido algo hace ya cinco años, no me dí cuenta a pesar de saberlo. Con todo esto en mente, la conversación que tuvimos aquella noche de nochebuena, fue despreciada y pisoteada por nadie mas que yo.
Los acercamientos, las conversaciones cálidas y el tiempo que ambos habíamos pasado últimamente también fue despreciado. Todo porque yo me dedique a estar dos meses revolcándome en mi cama sin pensar en nadie mas que mi misma.
No pensé en que, el abuelo no hubiese querido que me hubiera puesto triste por su partida, no pensé en como reaccionaria Riochiro en mi ausencia...
"Claro que la echo de menos, es la primera persona que me viene a la cabeza cuando pienso en mis seres queridos"
Esas palabras resonaban en mi mente. Me hacían sentir una mezcla de emociones mixtas. Felicidad, vergüenza, pena...
Por todas las cosas anteriormente dichas, no pude evitar mirar hacia otro lado.
En lo que yo estaba perdida en mis pensamientos, Riochiro ya se había colocado delante de mi. Su sombra se proyectaba en frente de mi. Traté de mirarlo a la cara pero no pude, la pena me lo impedía.
Pero, sorpresivamente, Riochiro no se sentía furioso o enojado por mi ausencia.
El pasó sus brazos por encima de mis hombros, pegó mi cuerpo al suyo y cubrió mi espalda con una cálida y suave presión que transmitían sus brazos.
Un caluroso abrazo de bienvenida se alzó hacia mi. El calor de el cuerpo del muchacho de ojos vampirescos no tardó en llegar a mi cuerpo, si ninguna palabra que decir. Yo también envolví mis brazos en él, con el silencio de por medio, siendo alterado solamente por mi agitada respiración y por aveces los fuertes latidos de mi corazón que resonaban dentro de mis orejas como un tambor.
—Bienvenida de nuevo...—Dijo Riochiro con un tono tan cálido como su abrazo.—
—Estoy de vuelta...—Dije yo mientras mi voz se debilitaba poco a poco.—
Nos quedamos por un rato así, hasta que el tiempo pasó y pasó.
—Riochiro... Estas sudado...
—Oh! Perdón!—Dijo mientras se desapartaba rápidamente de mi.— Obvie por completo ese detalle, perdóname Rikka.
—No importa, de todas formas venia a reanudar tu entrenamiento. Perdóname a mi también, estuve unos meses afuera tratando de hacer unos papeleos.
En parte era verdad. Tuve que acompañar a mi familia para hacer el papeleo de Kyouka sobre su matricula a The Third. Toda la familia tuvo que estar ahí de hecho.
—Me alegra que estes de vuelta, Rikka. Por fin tengo a mi preciada maestra conmigo.
Desvié mi mirada hacia otro lado por puro reflejo. A pesar de que Riochiro me hubiese demostrado que no había ningún problema entre nosotros, seguía sin poder verlo a la cara, mucho menos cuando me miraba de esa manera.
—No... Te preocupes. No creo que me valla a desaparecer así de esa forma nunca mas—Volví a alzar mi mirada hacia Riochiro.— De todas formas ya casi terminas tu entrenamiento. Pronto seras libre.
Los ojos de Riochiro volvieron a brillar aún mas mientras se tambaleaba y acercaba su cara a la mía de la emoción.
—¡Es verdad! ¡A partir de hoy solo me faltara un mes para poder salir de este embrollo! ¡Ahora si! ¡Por fin podre ver a mi hermana!
Al escuchar esto, mi cara hizo una mueca de incomodidad de manera inconsciente. No quería darle las malas noticias, pero alguien tenia que decírselo a el muchacho, que se encontraba delante de mi.
Su hermana ya se había ido.
Pero, como podría hacer tal cosa, si se lo hubiera dicho en ese preciso instante mataría toda su motivación. Todos estos años de esfuerzo y determinación solo han sido para el una manera de alcanzar su objetivo, ver a su hermana de nuevo.
No obstante, no decírselo hubiese sido la peor decisión de todas las otras que podía tomar. Engañarlo con la falsa ilusión de que por fin podría ver a su hermana para después una vez afuera de el laberinto se encontrara con nada, era una mentira, que sin duda, yo no estaba dispuesta a decírsela.
Así que, por primera vez en mucho tiempo, lo pude mirar a los ojos, entonces tragué saliva y abrí la boca, mientras todavía dudaba si decírselo a o no.
—Veras...
Entonces le conté todo lo que había pasado con su hermana estos últimos meses. Desde los papeles que habíamos encontrado con las notas del abuelo, hasta su reciente ingreso hace medio mes en la Academia The Third.
Cada detalle que le iba dando a Riochiro, hacia que su rostro se ensombreciera mas. Su alegre expresión de antes se había deteriorado convirtiéndose ahora en una expresión de un sentimiento inexplicable y complicado.
Era como si todo el mundo se le hubiera caído encima. El dolor que sentía se podía ver claramente reflejado en su cara y en esos expresivos ojos, que ahora yacían apagados mirando al suelo.
Verlo en ese estado hizo que me doliera el pecho.
Entonces, otra vez un silencio se atraveso entre nosotros dos, pero esta vez, no estaba segura de si querer romperlo o no, cada minuto aquí delante de él, parecían horas, hasta que por fin reacciono.
Riochiro simplemente me dio la espalda, cabizbajo, mientras caminaba lentamente lejos de mi, después de una serie de pasos, se detuvo y miro hacia el gris cielo otoñal.
—Maestra Rikka ¿Podrías dejarme solo por hoy?
La voz de Riochiro se escuchaba quebradiza, como si algo le hubiese atravesado la garganta.
Estuve pensando por un momento si de verdad dejarlo solo o no, pero algo me decía que estuviera aquí con él incluso si el muchacho no lo deseaba.
Corrí hacia él y entonces lo con fuerza por detrás. Un bramido de sorpresa se escapó de los labios de Riochiro, para después quedarse callado por un momento.
Puso su mano encima de las mías e intento zafar mis brazos con un débil tirón, pero fue inútil, su fuerza no alcanzaba para alejarme de él. Tampoco es que siquiera lo haya intentado, solamente fue un intento de expresar su rabia.
—Rikka, por favor, suéltame...
—No lo haré.
—Solo da la vuelta y déjame.
—Tampoco lo haré.
Riochiro se quedo en silencio unos instantes, para luego caer de rodillas en el piso.
—Si mi hermana me abandono así por así, significa que algo en mi no vale la pena.—Tomó una pausa por un instante.— Seguro le contaste "eso" ¿Verdad? Que soy un Anómalo.
Es verdad, le conté a Kyouka que Riochiro era un anómalo. Aunque no creo que eso halla afectado en la toma de decisiones de la pequeña muchacha para ir a The Third.
—Si, se lo conté.
—Entonces, ya esta... Me abandonó porque soy demasiado débil. Como persona yo no valgo la pena...
Me puse delante de Riochiro, mirándolo fijamente, la expresión en mi cara reflejaba muchas cosas, pero una de ellas era clara, rabia.
—¿Como osas decir que eres débil?
Riochiro se quedo mirándome para luego bajar la mirada, yo le tomé la parte de abajo de el mentón con rudeza y luego volví a dirigir su rostro en dirección al mio.
—¿Lo dices porque no tienes "Skill"?
El rostro de Riochiro se contorsiono y en su cara solo se hizo presente una expresión de culpa y triztesa.
—¿Y si es por eso, que va a pasar? ¿Acaso es mentira...?
Mi enojo se hizo mas presente y mi sangre empezó a hervir. No podía creer lo que estaba diciendo. Un muchacho que puede luchar casi codo a codo conmigo... ¿Estaba diciendo que es débil?
Pero no estaba enojada por eso. Verlo en un estado tan lamentable era lo que me tenia mal. No se ni siquiera porque estaba expresando enojo, si lo que había dentro de mi corazón era otro sentir completamente diferente.
—¡Claro que es mentira!—Grité exaltada— Riochiro... tu...
Riochiro se paró del tirón con una expresión ahora de enojo en su rostro.
—¡¿Yo que?! ¡¿Acaso no encuentras las palabras exactas para engañarme y hacerme sentir mejor?!
—...Tu eres la persona mas maravillosa que he conocido.
Los ojos de Riochiro se abrieron de par en par al escuchar la frase que yo le había dicho, quedando boquiabierto por lo que había escuchado. Pero rápidamente su expresión volvió a ser la misma expresión sombría de hace un momento.
—Pero... ¿Por que? ¿Por que alguien como yo? ¿Por que me consideras así?
Le mire a los ojos, suavice mi expresión mientras escogía las palabras correctas. Había muchas cosas buenas que podía decir de este muchacho, miles o millones, simplemente no veía cosas malas en él.
—¿Como no puedes notarlo?
—¿Notar que Rikka? Hasta donde yo se, todo lo que hay en mi es malo. He perdido a mi familia, no tengo poderes, por ende, en este mundo al menos, soy débil...
—¿Y? Eso no alcanzó a opacar tu voluntad, seguiste entrenando determinado a que algún día podrías proteger todo lo que te importaba. Tus ojos brillaban y ardían cada vez que aprendías algo nuevo. Me contaste tus problemas, luchaste contra mi igual a igual. Me trataste como ningún otro alumno mio me había tratado, te esforzaste tanto, te arrastraste por el piso y te levantaste a sabiendas que ibas a ser golpeado una y otra vez...
Mientras escuchaba toda mi palabrería, los ojos de Riochiro se iban abriendo cada vez mas, pequeñas chispas de brillo aparecían y desaparecían de ellos.
—Todo en ti es maravilloso Takanashi Riochiro. Tu determinación, tu manera de ser testarudo, tu manera de expresarte, tu manera de luchar. Todo de ti es maravilloso.
Mi vista se dirigió hacia abajo mientras apretaba mis dientes, antes de empezar el discurso la frustración de haber visto a Riochiro en ese estado me tenía sorda, pero ahora estaba consciente de todas las cosas que estaba diciendo.
Tuve que esconder mi cara sonrojada de su mirada antes de que se diera cuenta de el estado en el que estaba. Pero ahora no había marcha atrás, no podía parar solamente por la vergüenza.
Lo volví a mirar hacia los ojos, con el ceño fruncido, sin pensar en el estado en que se encontraba mi rostro, sin tener en cuenta de que se diera cuenta de lo que sentía.
Mande todo eso a la mierda, de todas formas, no había mas razones por la que ocultarlo, ya era hora de demostrar abiertamente mis sentimientos.
—Así que no oses decir delante de mi otra vez que eres "débil" "patético" o cualquier otra cosa que rebaje a tu persona ¿Oiste?
Riochiro se quedo mirándome, estupefacto de escuchar mi discurso, su silencio permaneció unos largos segundos en los que yo me estaba replanteándome todas mis decisiones de esta conversación hasta el momento.
—Rikka...—Riochiro rompió el silencio, luego bajó su rostro y una pequeña sonrisa apareció en su cara.— Gracias.
Posó su mirada en mis ojos, mientras se acercaba a mi.
—Pero sabes... No se que hacer con mi vida ahora. Todo por lo que he luchado se ha ido. Cuando salga de aquí, quizás me tenga que ir-
—¡No lo hagas!
—¿Eh?
Riochiro me volvió a mirar, ahora estupefacto por mi anterior exclamación la cual había utilizado sin pensar. Me cubrí el rostros con mis dos manos, para ocultar mi expresión de incomodidad. Luego me recompuse y lo volví a mirar.
Camine hacia el con cierta rapidez y en una reacción impulsiva lo volví a abrazar.
—Quedate conmigo.— Le dije.—
Riochiro pareció dudar un momento de lo que iba a decir, luego se rasco la parte de atrás de su cabeza y miró hacia un lado y después hacia el otro.
—No lo se Rikka... ¿Tu familia estará de acuerdo en que yo me quede aquí en la mansión?
—Hay una manera...
Riochiro enarcó una ceja.
—¿De verdad?
—Si, yo nunca te he mentido.
—¿Entonces cual es?
—Mirame fijamente un momento.
—¿Asi?—Riochiro bajo la cabeza y vio directamente hacia mis ojos.—
Nos quedamos en silencio por unos instantes, mientras yo dudaba a momentos. No sabía si lo que estaba apunto de hacer era correcto o no, pero si quería que Riochiro se quedase a mi lado...
Entonces, de un momento a otro...
—MHhn!?
Me abalancé hacia los labios de Riochiro y lo besé.
Mis labios se empezaron a acariciar con los suyos. Yo tenia cerrados los ojos de una manera brusca por los nervios que me ocasionaba esto. Era mi primera vez besando a alguien.
Poco a poco, abrí los ojos y pude ver claramente la reacción de Riochiro. Sus ojos estaban vuelto locos y su cara estaba expresando una mezcla de sorpresa y exaltación.
No pude evitar soltar sus labios y soplar una leve risita.
Riochiro por su parte, una vez lo dejé de besar había retrocedido varios pasos hacia atrás mientras respiraba de una manera agitada.
Con esto, mi objetivo estaba cumplido, mi labial azul se había quedado pegado en los labios de Riochiro, notándose con solo mirarlo que había sido besado por mi.
Este labial duraba días una vez te pitabas los labios con el, así que, una vez Riochiro terminara el entrenamiento, esta iba a ser su ticket de entrada a la familia.
Una de las normas de la familia Kisaragi es que, si una de las hijas de el cabecilla actual de la familia tiene un amante o un novio, este también se debe de considerar parte de la familia.
El plan inicial era formalizar mi relación con Riochiro e introducirlo de esa forma como miembro de la familia Kisaragi, el beso le tuvo que dar a entender de que ahora, el era mi pareja. Pero me había saltado un detalle muy importante...
—¿Por que hiciste eso Rikka?
Riochiro había estado encerrado durante casi 5 años en este laberinto, y no solo eso, el problema fue que nunca tuvo educación sobre ir mas allá en una relación, por lo que este chico que estaba delante de mi era como un alíen y lo que acababa de hacer yo, era algo desconocido para él.
—¿A que te refieres? Eso fue un beso.
—¿Beso? ¿Eso normalmente no se da en la mejilla?
En ese justo momento, fue cuando me dí cuenta de que había hecho algo impensable y en el momento menos impensable.
Normalmente, este malentendido se podría resolver explicándole a Riochiro sobre mi plan de como introducirlo a la familia Kisaragi y que todo eso del "Beso" era el primer paso.
Pero no quería hacer eso. Mi beso había sido sincero y genuino, no queria restarle significado de esa manera y aunque lo hiciera quedaban otros problemas por resolver...
¿Como le explicaba a esta persona de delante de mi que era un beso? ¿Lo que significaba? ¿Lo que correspondía después de este?
Mi cabeza era un caos, y para agregarle mas salsa al asunto, la ignorancia y el desconocimiento del muchacho de ojos vampirescos sobre este tema me enojaban y frustraban por partes iguales.
"¡¿Como te voy a dar un beso asi de genuino y tu no me lo corresponde como se debe?!"
Al momento de pensar eso, me arrepentí de no haberle impartido clases sobre esos temas, obviándolas por completo. Cuando de hecho, ese tipo de clases son las que mas les hacían falta en esos precisos momentos.
Gruñí por dentro y mire con ojos iracundos a Riochiro. El chico de pelo plateado pareció haberse dado cuenta ya que justo al instante de verme en ese estado, se puso nervioso.
—Espera Rikka... ¿Hice algo malo?
Me fui acercando lentamente a el mientras cargaba mi cuerpo de electricidad, por cada paso que daba, un voltio era sumado. Mi cuerpo empezó a emanar electricidad. Y luego solo quedaba abalanzarme encima de Riochiro mientras este gritaba por piedad.
—Desde el punto de vista de Kawashima Kohei—
Me encontraba tomando el té en el lobby de la mansión de los Kisaragi, cuando mire hacia el gran reloj que colgaba encima de la puerta de la entrada principal.
La hora era las 9:34 a.m
Era el momento de regresar hacia donde estaban la Señorita Rikka y el joven Takanashi. Hace ya media hora los había dejado solos para que procesaran su reencuentro.
Ya habían pasado dos mese exacto desde que la señorita Rikka empezó a ausentarse a los entrenamientos que ella le impartía a Riochiro.
Unos días después de la muerte de Ryuu, ella llegó frente a las puertas de mi cuarto, cabizbaja y despeinada, nada típico de el usual aspecto impecable que solía llevar siempre la señorita.
"¿Podrias entrenar a Riochiro por mi?"
Acepte sin siquiera dudarlo. Se que mi trabajo es ser el jardinero de los Kisaragi y nada mas. Pero era una petición directa de la nieta de el mejor amigo que había tenido en mi vida.
Cuando Ryuu murió, ella es la que sufrió mas sin ninguna duda. No era de extrañarse, la señorita Rikka quería mucho a Ryuu, el la crió junto a el señor Rikudo y los tres pasaban mucho tiempo juntos.
Cuando se encerró en su habitación. Nadie la culpó, simplemente la comprendieron, al fin y al cabo, era una niña, que, por primera vez en su vida, enfrentaba la perdida de un familiar.
Escapando de mis pensamientos, dí el ultimo buche de té, pasándolo suavemente por mi lengua, saboreando el dulce manjar que son las hojas de anís con limón.
Una vez puse la taza en la mesa, al instante vino una sirvienta a recoger la taza, ahora vacia.
—¿Ya terminó, Señor Kawashima?
A mi lado se encontraba una jovencita de tez blanca, su pelo era corto y liso de un profundo color negro. Sus ojos azules como un zafiro.
Ella era Tsubaki. Mi hija.
—Ya te dije que me llamaras "papá" cuando estuviéramos solos.
—Señor Kawashima—Respondió fríamente mientras ignoraba todo lo que le había dicho anteriormente.— Mientras trabajemos, por favor, manténgase profesional.
—Oh... Tsubaki, de solo escucharte hablar así, me partes el corazón.
Tsubaki refunfuñó un poco en señal de molestia a mis palabras.
—Vamos viejo—Dijo en un tono hostil.— ¿No tenias que ir a algún lugar ahora?
—Bueno... Bueno...
Tomé mi chaqueta y me paré de el sofá donde estaba sentado, luego salí por la puerta. No sin antes recordarle a Tsubaki que "papá la quiere mucho." Ella respondió con otro suspiro en señal de molestía.
"Maldita sea la edad de rebeldía."
Luego me dirigí hacia el laberinto, conté el patrón casual para poder llegar al centro de este, como siempre. Izquierda, derecha, derecha, derecha, derecha, izquierda, izquierda, izquierda.
Una vez llegué allí, la señorita Rikka y el el joven Takanashi me recivieron. Aunque su aspecto era un poco mas alborotado de lo usual.
El joven Takanashi estaba soltando una especie de humo por todo su cuerpo, como si lo hubieran chamuscado, pero lo que mas me llamó la atención fue un pequeño colorete que tenía en el labio.
La señorita Rikka por su parte, estaba soltando estatica y se le veía un poco agitada y su pintura labial estaba un poco corrida.
Uniendo estas partes eran mas que obvio lo que habían hecho. Una sonrisa burlona salio inconscientemente de mis labios.
"No me digas..."
No decidí expresar nada, pero mi cabeza había llegado a una conclusión mas que aparente. Ahora me tenia que dirigir a el "joven" Takanashi, como "señorito" Takanashi.
—Vaya, vaya ¿Que pasó aquí?
El rostro de la señorita Rikka, palideció por unos momentos al escuchar en tono con el que habia hablado, miro hacia los lados y luego me miró con el ceño fruncido.
—Nada, solo lo contrate...
—¿Contratar? ¿Solo eso?
La señorita Rikka, empezó a ponerse un poco nerviosa, hasta que fijó su mirada en el joven Takanashi, y luego le dio una fuerte palmada por la espalda.
El joven Takanashi se exaltó por el dolor que le había causado tal manotazo y luego me miró.
—Buenas. Soy Takanashi Riochiro. Desde el día de hoy, seré el mayordomo personal de la señorita Kisaragi Rikka.