Capítulo 16: Kawashima

"Desde que tengo consciencia, he estado luchando."

 Lo primero que recuerdo de cuando era un niño, es el paisaje que se presentaba delante de mi, una habitación completamente blanca. En ella estábamos 70 niños de mi misma edad.

 A todos nosotros nos estaban sometiendo a un intenso entrenamiento, no entendíamos nada, pero todos sabíamos que teníamos un objetivo, sobrevivir a nuestro martirio.

 Y aunque hicimos todo lo posible por sobrevivir...

 Solo 5 salimos vivos a las extremas condiciones que se nos imponían. Una vez salimos, por fin tuve el primer recuerdo que se quedó conmigo por toda mi vida.

 Las caras de decepción de los bastardos que nos habían sometido a tal tortura a la que llamaban "entrenamiento". No decían nada, no hablaron entre ellos, pero en su rostros de fastidio se podía ver claro lo que estaban pensando.

 "¿Solo 5 nada mas? Que perdida de tiempo."

 Entonces, en ese justo momento me dí cuenta de lo que estaba pasando.

 Nuestro sacrificio, las muertes de mis compañeros, todo lo que había pasado en esa prueba... Solo era una inversión para ellos, nosotros eramos ganado, simples muñecos de trapo que podían desechar cuando quisieran.

 Mi sangre hirvió mientras les juraba por mis adentros vengarme de todos.

 A los 9 años, cuando mi Skill dio sus primeras señales de manifestarse, fui enviado a el campo de batalla. Entonces ahí pude ver algo que me dejó marcado de por vida.

 El rojo de la sangre, el olor putrefacto que emanaba la tierra llena de cuerpos y viseras, el sonido de las explosiones que ahora, se escuchaban a centímetros de mi, amenazando con que yo sería el próximo en volar por los aires.

 Vi morir a hombres y mujeres valientes, cobardes, egoístas, a locos y a niños por igual.

 Vi llorar a madres, vi alzarse a verdaderos heroes, vi a grandes hombres surgir.

 En medio de todo el caos conocí a uno de esos "grandes hombres", aunque solamente era un muchacho de mi misma edad. Entre el infierno del campo de batalla conocí a Kisaragi Ryugamine.

 Justos luchamos codo a codo todo lo que se nos impusiera delante, nuestro sufrimiento compartido en el campo de batalla nos hizo casi como hermanos.

 A mis 17 años, la guerra había terminado. Defendimos nuestro territorio con éxito del ejercito invasor de los EE.UU y pudimos hacer a Japón un país independiente.

 Todos estaban celebrando la victoria.

 Nuestros hermanos soldados cantaban y balanceaban sus codos mientras bebían cervezas. Los que tenían familias por fin podían ir a su casa a encontrarse con sus mujeres, hijos y padres.

 Pero algo se sentía mal...

 Los bastardos que habían sacrificado a esos niños en el experimento seguían sueltos, y no solo eso. También estaban siendo recompensados por su "arduo" trabajo.

 Entonces, en ese momento supe, que quedaban cabos por atar.

 Mientras que esos imbéciles siguieran sueltos. Mis seres queridos y yo íbamos a estar en peligro, porque al final, lo que ocasionaba las guerras no era otra cosa mas que las personas que se cernían encima de nosotros, las que nos manipulaban desde las sombras como si fuésemos títeres.

 La Alta Sociedad Empresarial. Las 13 grandes familias. Llamasen como se llamasen, solo era un sinónimo de poder, dejándoles claro a las personas que estaban por debajo de ellos un mensaje sutil, pero a la misma vez fuerte.

 Tiempo después me enteré de el gran giro. El hombre al que había considerado mi mejor amigo, Kisaragi Ryugamine, era un miembro de las personas a las cuales tanto yo odiaba. Un miembro de las 13 Grandes Familias.

 Entones me invito a unirme a ellos, como miembro del personal. Yo no quise hacerlo, simplemente era indignate pensar ser uno de ellos.

 Tampoco quería servirle a las personas que tanto yo odiaba, era una idea repulsiva, se me revolvían las tripas de solo pensarlo. Pero quizás, lo que mas me dolía, era ver que la primera persona en la cual había depositado mi confianza, era alguien de ese colectivo.

 Traté de odiar a Ryugamine con todo mi ser, traté de apartarlo de mi, traté de despreciarlo como persona, amigo e individuo. Pero simplemente no podía.

 El era demasiado amable, demasiado considera, si te hacia falta algo, el seguramente te haría ese favor. Simplemente era un buen hombre.

 En esos tiempos siempre me hacia una pregunta a mi mismo.

 "¿Como alguien como él, es miembro de tal despreciable colectivo?"

 Todo el tiempo permanecía en negación, reacio a aceptar la generosa oportunidad que Ryuu me ofrecía. Yo siempre las rechazaba, el me decía que siempre iba a insistir con ello que nunca se iba a rendir en llevarse a su querido amigo consigo.

El tiempo pasó y pasó.

 Entonces a los 18 años se me dio a escoger.

 Una organización estaba detrás de todos los niños que habían salido de aquel experimento infernal. Todos los involucrados estaban siendo asesinados.

 Sin duda, mi teoría de que hacia falta atar cabos era cierta. Pero nunca pensé que los cabos íbamos a ser nosotros.

 Entonces apareció Ryugamine, otra vez extendiéndome la mano. Entonces no tuve otra opción. Era desaparecer o unirme a lo que mas yo odiaba.

 Al final acepte. No había dudas que mientras siguiera vivo, siempre iba a haber una oportunidad de poder hacer las cosas, siempre habría otra mañana.

 Cuando llegué al condominio de los Kisaragi, me encontré con una sorpresa bien grande. Todos los sobrevivientes, todos mis hermanos de experimento, estaban siendo acogidos por los Kisaragi.

 Los 5 volvíamos a estar juntos.

 Uemi, Kurumi, Masahito, Tsubami y yo.

 Entonces me di cuenta de algo. Desde un principio, la familia Kisaragi nos estaba intentando salvar.

 ***

Un día la señorita Rikka y Ryuu trajeron consigo a un niño. El chico permanecía demasyado en los brazos de Ryuu. Era algo nuevo, ninguno de los niños que venían a practicar aquí con la señorita Rikka habían sido traídos de esa manera.

 El niño era de pelo blanco y facciones finas, se veía golpeado, desaliñado y desnutrido. Señales clave de que, este jovencito, a su temprana edad, ya había pasado por un calvario de cosas.

 No pude evitar sentir curiosidad. Una que tuve tiempo de preguntarle a Ryuu sobre el asunto, empecé el interrogatorio sin siquiera pensarlo.

 Descubrí varias cosas del muchacho, muchas cosas de hecho. Pero la que mas me llamó la atención fue cuando Ryuu me dijo que ese jovencito era el hijo de Akagami.

 El destino a veces es curioso. Lleva ciertas personas a encontrarse las unas con las otras. Quien habría dicho que me encontraría con el hijo de nada mas y nada menos que del mismo "Incinerador de la Muerte."

 Los días pasaron desde esa conversación, hasta que decidí ir a ver al jovencito con la escusa de que estaba haciendo mi trabajo. Una vez que estuve en el medio del laberinto, lo ví.

 Un muchacho parado en medio de todo el cuadrante central de losas adoquinadas. Una imagen peculiar, pero teniendo en cuenta sus circunstancias, no era del todo loco tenerlo aquí encerrado.

 Me acerque y lo salude, todo iba normal, hasta que le vi directamente hacia los ojos. Era como si hubiera visto un fantasma en un espejo.

 Los ojos del niño parecían regulares a simple vista, pero cada cierto tiempo, en un instante breve se podía ver lo mas impactante de todo el asunto.

 Sus ojos estaban vacíos, temblorosos y casi opacos, como si la luz de el sol no les diera, sus pupilas se dilataban de vez en cuando, y en el fondo de todo eso vi lo que se reflejaba en sus ojos.

 Una ira asesina capaz de quemarlo todo. Era la misma mirada que solía tener yo cuando joven.

 No pude evitar sentirme identificado, por eso decidí tratar al muchacho como si de mi propio hijo se tratase, aplicando toda la experiencia que había aprendido con Tsubaki.

El niño al principio no me quiso dar conversación. Su mente estaba llena de frustración y remordimiento. Para él, nosotros eramos los bastardos que lo habíamos separado de su hermana. Lo cual era mas que comprensible.

 ¿Pero y si crecía con ese odio adentro de el? ¿Y si un día, cosas que no esperamos ocurren y nos dirige ese odio hacia nosotros?

 En donde yo crecí, aquel que se quedaba estancado en un solo estado y no se adaptaba, era aquel que moría primero. A este muchacho había que sobrellevarlo de alguna manera.

 Por eso a pesar de que me ignorara cuando le hablaba, que me dirigiera miradas filosas, o que a veces me contestara feo, nunca me rendí en intentar de hablarle.

 Con el pasar de los días, el muchacho se fue abriendo mas y mas hacia todos los que estábamos a su al rededor. A la señorita Rikka, a Ryuu y a mi.

 Entonces, esa mirada de odio y remordimiento, se fue aflojando... No, se fortaleció aún mas y se transformó en algo nuevo. En determinación.

 Entonces, empezó a entrenar en serio, ya que no se sabía que era lo que estaba pasando dentro de la mente de ese muchacho, pero ahora algo muy grande lo impulsaba a seguir caminando hacia delante, a seguir haciéndose mas fuerte, mas inteligente, una persona mas grande.

 Cosas malas le pasaron, pero eso nunca lo detuvo a seguir avanzando. Incluso cuando se entero de que era un "Anómalo" sus ojos nunca dejaron de brillar.

 Me recordo a Kisaragi Ryugamine.

 Entonces, un día, la señorita Rikka me llamó al centro del laberinto. Sabía que era para pedirme un favor, pero nunca hubiera podido adivinar que era para hacerme una petición tan inesperada como esta.

 "Necesito que entrenes a Riochiro, pero atácalo con todo lo que tengas."

Sabia que eso significaba, atacarlo incluso con mi Skill, era una locura. Podía entrenar al niño en mis artes de esgrima, pero nunca lo atacaría con una Skill.

 Pero de alguna u otra forma, me convencieron. Entonces simplemente tomé la espada de practicas, me puse en guardia delante de mi contrincante.

 En el proceso tomé el poder de la señorita Rikka prestado y entonces vino el muchacho y se puso delante de mi. Para mi sorpresa su postura era grandiosa.

 Era la que los profesionales de el arte "Espada-Marcial" suelen tener. Solo las personas que han luchado innumerables batallas y que han practicado hasta el artasgo pueden alcanzarla sin tener que corregirla a conciencia.

 Pero una vez que alzó su espada, pude ver también su rasgo mas característico, cambiar de una manera casi instantánea.

 Sus ojos ahora se posaron en mi, con una fría sensación de maquinación dentro de ellos, el muchacho los movía agilmente por todo mi cuerpo.

 Observaban a mis manos, observaba a mis pies, observaba a mi torso. Como si esperara cualquier movimiento de mi. Por alguna razón, me sentía que estaba siendo analizado.

 Entonces la pelea empezó y pude ver mas de cerca sus ojos. Ahora bañados en fiereza y determinación, puestos encima de mi sin mover un solo ápice de su atención a los alrededores.

 Esa, era la mirada de un guerrero.

 Centrada en realizar su objetivo, derrotar a la persona que tenia delante de el.

 En la guerra, muchos de mis compatriotas y compañeros, desarrollaron la misma característica. Lo que quiera decir con esto es que, ahora, en este preciso momento, este muchacho esta formándose así mismo.

 Para tener 12 años, es bueno, pero aún asi, carece de la experiencia que yo tengo. Fue muy fácil de neutralizar, aunque, sus movimientos hallan sido cuidados y no hubiese dejado ningún hueco en su postura.

 Pero era fácil de romper, desbalancear y contrarrestar sus ataques.

 La batalla duró 5 segundos exactos.

 El resto del día, fue lo mismo. El muchacho se abalanzaba hacia mi una y otra vez, luego de levantarse del piso. El proceso fue repetitivo y exhaustivo incluso para mi.

 Pero al final del día decidí entrenarlo. Un diamante en bruto como él no debería dejarse a si a la deriva. Aunque bueno, ya tenia a la mejor maestra que todo joven aprendiz pudiera desear.

 El tiempo fue pasando y los combate eran constantes e intensos, aunque hasta ese momento el muchacho solo había podido durar luchando contra mi 20 segundos exactos.

 Pero ese progreso solo era el de un mes como mucho. No se podía negra que su habilidad estaba creciendo a pasos agigantados.

 Entonces pasaron semana y meses hasta que el muchacho pudo dar pelea contra mí. 4 minutos con 23 segundos, esa era su mayor marca hasta ahora, todos los enfrentamientos duraban al rededor de ese tiempo.

 Las habilidades que tenia el joven Takanashi con la espada eran de un nivel superior a las de un simple aprendiz, parecía mentira que solo llevara dos años practicando con la espada.

 No obstante a eso, su analisis sobre mis costumbres y tendencias en el combate, fueron los principales responsables que el muchacho se elevara a tal nivel por el mismo.

 Era muy bueno para analizar a su contrincante, tanto así que antes de que hiciera el movimiento, el lo anticipaba, y dependiendo de la manera en que se desarrollara el duelo, sabía incluso cual iba a ser mi manera de rematarlo.

 Es una capacidad analítica tan grande, que incluso, el mismo Kisaragi Ryugamine no disponía a esa edad tan temprana. Pero este muchacho se las había apañado para poder dominarla a la corta edad de 13 años.

 ¿Cuantas veces tuvieron que pelear la señorita Rikka y él para que esto pudiera ser posible?

 Tuvieron que ser miles o millones de veces.

 Ya se lo había dicho a la señorita Rikka con anterioridad, pero este niño probablemente se pueda convertir en un Maestro de la Espada en un futuro si así el lo deseaba.

 Pero aún así, el muchacho estaba llegando a un limite, uno que no podía alcanzar sin tener una Skill.

 No por que su esfuerzo y habilidad no se lo permitiera, sino que, su variedad de ataques y su estrategia se veía limitada a solo atacarme con la espada, mientras que yo podía bombardearlo con fuego, electrocutarlo y tener superfuerza.

 Pero para él eso tampoco era una limitante. El joven Riochiro sabia exactamente cual eran los puntos débiles de todas las Skills y como utilizarlos a su favor para poder salir airoso y victorioso de ciertos ataques.

 Pero igualmente, esos puntos débiles tenían un limite. Solo con saber lo que el iba a hacer para esquivarte, contraatacarte o dañarte, pues como que los patrones eran muy predecibles.

 Entonces llegó diciembre, 4 minutos y 45 segundos. Sin darme cuenta, el limite de subir de mas de los 4 minutos se iba rompiendo cada vez mas.

 El joven Takanashi se las arreglaba para lidiar conmigo, su objetivo de durar 5 minutos en un combate estaba cada vez mas y mas cerca.

 29 de diciembre.

 Me acuerdo exactamente de ese día. El día que Takanashi Riochiro rompió su limite.