Ecos del Pasado

La luz del amanecer iluminó Ciudad Helios, pero la calma era solo una ilusión. Eon Valdrik se encontraba de pie en la plaza central, donde una multitud de ciudadanos se había reunido para celebrar su victoria. Sus rostros estaban llenos de gratitud, pero en el fondo, todos sabían que la amenaza no había desaparecido por completo.

Los cazadores de élite, que habían sobrevivido al ataque, lo rodeaban con miradas de respeto. Sin embargo, Eon sentía el peso de su nuevo estatus como salvador, un título que no había buscado, pero que llevaba con orgullo. Mientras sonreía y saludaba a la multitud, su mente estaba en otra parte: Varian Duskbane había mencionado algo sobre la evolución de la humanidad. Esa idea no le dejaba dormir.

—Eon, ¿estás bien? —preguntó Lyra, una cazadora de su equipo, rompiendo su trance.

—Sí, solo… reflexionando —respondió él, sin apartar la mirada del horizonte.

Justo en ese momento, un temblor sacudió la ciudad. Los ecos de un nuevo asalto resonaron en la distancia. Las alarmas volvieron a sonar, y el pánico se desató en la plaza.

—¡No puede ser! —gritó un cazador—. Otra Dimensión está surgiendo.

Eon sintió cómo la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. Sabía que no podía dejar que el miedo se apoderara de él nuevamente. Tenía que actuar.

—¡Reúnanse! —ordenó Eon, su voz resonando con autoridad—. Vamos a necesitar a todos los cazadores disponibles.

Mientras organizaba a los cazadores, una figura oscura emergió de la sombra. Era un hombre de larga capa negra, su rostro oculto, pero la energía oscura que emanaba de él era inconfundible.

—Eon Valdrik, el salvador de la ciudad… —dijo el extraño, su voz profunda y resonante—. No tienes idea de lo que realmente has desatado.

Eon frunció el ceño.

—¿Quién eres?

—Soy Alaric, un heraldo de las Dimensiones. La Cripta del Olvido fue solo el principio. Hay fuerzas más poderosas que Varian que buscan entrar en este mundo. Y tú, Eon, has atraído su atención.

Eon sintió una mezcla de miedo y determinación. Sabía que debía proteger a su gente, pero esta nueva amenaza parecía demasiado grande.

—¿Qué es lo que quieren? —preguntó.

—La evolución, como dijo Varian. Y tú serás la clave para liberar su verdadero potencial. —Alaric extendió su mano y una visión se desplegó ante Eon: hordas de criaturas emergiendo de un vórtice, una ciudad en llamas, y un futuro sombrío.

Eon apretó los puños. No podía dejar que eso sucediera. Debía actuar.

—No permitiré que eso pase. Lucharé con todo lo que tenga.

Alaric sonrió, pero no era una sonrisa amigable.

—Te daré tiempo, Eon. Pero recuerda, el camino hacia la evolución está lleno de sacrificios.

La figura se desvaneció, dejando a Eon con más preguntas que respuestas. Volvió su atención hacia la ciudad, que se preparaba para la siguiente batalla. No podía permitir que la oscuridad invadiera Helios nuevamente. Tenía que encontrar aliados, fortalecer sus habilidades y descubrir qué había detrás de las amenazas que se cernían sobre ellos.

En ese momento, Eon tomó una decisión. Se dirigiría al templo antiguo, donde se decía que los cazadores de antaño habían dejado conocimientos olvidados. Era su única esperanza de enfrentarse a la próxima ola de enemigos.

Con determinación renovada, Eon avanzó hacia el horizonte, listo para descubrir los secretos que podrían cambiar el destino de su mundo. La leyenda del Salvador apenas estaba comenzando.