—¿Cómo que es él? —preguntó Hermano Lin—. ¿De qué hay que tener miedo? ¡Incluso si el mismo Rey Yama apareciese hoy, igual lo venceríamos! —Hermano Gou, al ver la expresión en el rostro de Lin Xing, rápidamente lo apoyó y continuó animándolo.
—¡Zas! —De repente, una luz feroz brilló en los ojos de Lin Xing. Con la velocidad del rayo, abofeteó con fuerza al Hermano Gou en la cara—. Maldito idiota, de verdad que no reconoces a Taishan, ¿verdad? ¿Piensas que puedes permitirte ofender a este hombre?
—Hermano Lin, ¿le pegaste a la persona equivocada? —preguntó el Hermano Gou avergonzado, su cara mostrando claras huellas de una mano y sangre fluyendo de su nariz y boca.
—¡Zas! —¡A ti, perro muerto, que siempre desprecias a las personas! —Lin Xing lo abofeteó de nuevo, haciendo que varios dientes del Hermano Gou salieran volando, la sangre y la carne un desastre borroso.
En el confuso momento para el Hermano Gou, Lin Xing gritó: