Titan miró hacia adelante.
Dos fortalezas vigilaban fuera del valle, como dos estatuas gigantes.
Dentro de las fortalezas, había expertos sosteniendo pesadas flechas mecánicas.
Una vez que se acercara una persona no identificada, inmediatamente apretarían el gatillo, y una lluvia de balas caería como una lluvia torrencial, cubriendo toda el área, dejando a nadie capaz de escapar.
Y ni pensar en escabullirse.
Dentro de estas fortalezas, se habían instalado los dispositivos de detección más avanzados, capaces de detectar inmediatamente cualquier signo de vida y activar una alarma.
—De hecho, la defensa es impenetrable —dijo Titan con una risa fría.
De repente, sus ojos emitieron una mirada tan imponente como la de un gigante, disparando intensamente.
Luego, pisoteó ferozmente el suelo.
¡Boom!
Su cuerpo entero, en ese instante, se lanzó como una bala de cañón.
El lugar donde estaba estaba a solo cien o doscientos metros de esa fortaleza.