Tan pronto como el Joven Maestro Zhao y su grupo llegaron, vieron los cadáveres de varios matones en la habitación. Cada una de sus expresiones cambió, y luego miraron fríamente a Xiao Zheng.
—¿Te atreviste a matar a mis hombres? —dijo el Joven Maestro Zhao con una voz helada, mirando a Xiao Zheng como si estuviera mirando a un hombre muerto.
Tenía alrededor de treinta años, vestido con ropa casual, con un físico bien desarrollado, lo que indicaba que hacía ejercicio regularmente. Sin embargo, su rostro parecía bastante siniestro y severo.
Detrás del Joven Maestro Zhao había varios matones más, cada uno emanando un aura muy poderosa, entre ellos incluso un experto de Nivel del Rey Soldado.
Xiao Zheng dio una calada a su cigarrillo y luego sonrió.
—¿Y qué si maté a tus hombres?
El Joven Maestro Zhao soltó una risa fría, luego dijo:
—¿Sabes quién soy?
Xiao Zheng negó con la cabeza y respondió en un tono indiferente:
—¿Necesito saber quién es una hormiga que salió de la nada?