De pie fuera de la cámara de Kalden, Aria dudó, sujetando la bandeja que había traído. Su corazón latía aceleradamente en su pecho mientras levantaba una mano temblorosa y llamaba suavemente a la puerta. Una voz profunda y autoritaria respondió desde el interior, diciendo:
—Entra. Animada por su respuesta, tomó una respiración profunda, empujó la puerta abierta y entró.
En cuanto entró, un cálido y embriagador aroma la envolvió. Era una hermosa fragancia masculina: rica y terrosa, con sutiles toques de sándalo y ámbar y un sutil trasfondo terroso.
La fragancia masculina parecía envolverla como un suave abrazo, haciendo que olvidara momentáneamente por qué había venido. El aroma era tan seductor que la distrajo momentáneamente, haciendo que se detuviera mientras escaneaba la habitación.