Mi Hermano Caliente

Aria jadeó suavemente, su respiración entrecortada al sentir la firme silueta de la longitud ligeramente erguida de Lucien presionando contra su cintura baja. La sensación envió una descarga a través de su cuerpo, encendiendo un fuego dentro de ella que luchaba por reprimir. Su corazón latía aceleradamente, su mente un caos borroso, y sus sentidos se veían abrumados por su embriagador colonia. El sutil, aroma masculino se envolvía alrededor de ella como una red invisible, haciéndole casi imposible pensar con claridad.

—Lucien, deja de bromear —dijo ella, su voz temblorosa con una mezcla de incertidumbre y un deseo creciente que no podía controlar.

—No estoy bromeando, Aria —respondió él, su tono bajo y ronco, cada palabra rozando sus sentidos como una promesa susurrada. Incluso él se sentía confundido sobre lo que estaba pasando, solo tenía la intención de burlarse de ella, pero en el momento en que la abrazó, los deseos le vinieron surgiendo como un incendio forestal.