Puedes unirte a mí en mi cama

—El beso fue una mezcla de deseo y pasión, una fuerza tan abrumadora que Aria encontró difícil respirar. Su pecho subía y bajaba rápidamente mientras su corazón golpeaba contra su caja torácica. El calor de los labios de Lucien contra los suyos envió una oleada de placer prohibido recorriendo sus venas. Sentía su aliento caliente abanicando su rostro, y su cuerpo entero se estremeció involuntariamente, traicionando sus intentos de resistir. Lentamente, su boca se movió de sus labios, dejando suaves y tentadores besos a lo largo de sus mejillas y descendiendo hacia su mandíbula. Cada beso dejaba su piel hormigueante, y luego su lengua seguía el rastro, marcando donde sus labios habían estado, dejando un camino liso y caliente que hacía su piel sentirse hipersensible.