Aria, frustrada más allá de toda medida, agarró la almohada más cercana y la lanzó contra Lucien con todas sus fuerzas. Desafortunadamente, él la esquivó sin esfuerzo, la almohada falló el blanco y aterrizó inofensivamente en el suelo. —¡Eres completamente incorregible y molesto! —gritó ella, su voz temblando de irritación mientras sus manos se cerraban en puños.
Lucien se recostó contra la pared con una sonrisa burlona asomándose en las comisuras de sus labios. —Tranquila, solo era una sugerencia inofensiva —dijo con desenfado, su tono descaradamente casual.
Aria lo miró fijamente, su pecho subiendo y bajando mientras intentaba calmar sus nervios. Mordió el interior de su mejilla, pensando furiosamente cómo resolver la situación de su cama mojada. Pero antes de que pudiera idear un plan, Lucien habló de nuevo, su voz burlona. —Entonces —dijo, inclinando ligeramente la cabeza—, ¿cómo fue?