A la mañana siguiente, sin embargo, fue sacudida de su sueño por el insistente timbre de su teléfono. Aturdida, lo alcanzó, entrecerrando los ojos ante la brillante pantalla. Su corazón dio un salto cuando vio el nombre que parpadeaba en la pantalla: Madre.
Se levantó abruptamente, la somnolencia desapareciendo en un instante. ¿Su madre la estaba llamando? Rápidamente revisó sus llamadas perdidas y se dio cuenta de que había varias de sus padres. Sus padres.
Aria miró la pantalla incrédula, su mente llena de confusión. Sus padres nunca la habían llamado antes. Siempre habían sido indiferentes hacia ella, tratándola más como una molestia que como una hija. Ni siquiera habían respondido sus llamadas cuando ella los había llamado antes.
¿Por qué llamarían ahora? ¿Se habrían levantado del lado equivocado de la cama? ¿O estaba ocurriendo algo más?