—Ella exhaló profundamente e intentó volver a la cama, esperando rescatar el poco sueño que le quedaba. Pero justo cuando su cabeza tocó la almohada, su teléfono comenzó a sonar otra vez.
—Aria gimió, su frustración aumentando mientras se sentaba. ¿Quién podría ser esta vez? Agarró su teléfono, preparada para arremeter contra quienquiera que estuviera perturbando su paz. Pero en el momento en que vio la identificación del llamante, su irritación se disipó, reemplazada por confusión y curiosidad.
—Era Darius.
—Su corazón dio un vuelco. ¿Por qué la llamaba tan temprano en la mañana?
—Frotándose los ojos cansados, ella contestó la llamada y llevó su teléfono al oído.
—¿Hola? —dijo suavemente, aún medio adormilada.
—Aria, ¿dónde estás?" La fría y aguda voz de Darío atravesó la línea. Su tono era cortante, indiferente y más duro de lo normal.