La sala de reuniones de la manada estaba llena de murmullos y susurros bajos mientras los ancianos se reunían, sus expresiones variando de curiosidad a preocupación.
No era frecuente que el Alfa Derrick convocara una reunión de emergencia, y el misterio detrás de ella tenía a todos especulando.
Algunos ancianos se sentaban tranquilamente cerca de la cabecera de la sala, con su rostro compuesto ocultando la tormenta de preguntas que giraban en sus mentes.
—¿Qué podría ser tan urgente? —susurró un anciano a otro.
—Quizás se trate de las recientes perturbaciones cerca de las fronteras —respondió el otro, su voz teñida de inquietud.
Antes de que los murmullos pudieran crecer más fuertes, las pesadas puertas se abrieron y el Alfa Derrick entró con paso firme.
Su presencia era imponente como siempre, y la sala cayó en un silencio inmediato.
Todos se levantaron, inclinando la cabeza en señal de respeto.