La habitación de Kingston Jennings estaba ubicada en el piso más alto, en el rincón más lejano. Era el mismo tipo de suite que las demás, con un pequeño estudio afuera. El estudio contenía nada más que una estantería vintage y un largo escritorio.
En un pequeño estante sobre el escritorio había botellas transparentes llenas de diversos pigmentos naturales, algunos todavía conservando su forma mineral original.
Scarlett Jennings no era muy conocedora de los pigmentos. Su mirada se deslizó sobre ellos, reconociendo solo algunos comunes como Bermellón, Coral y Lapislázuli.
Fuera de la ventana, la luz del sol era brillante, derramándose sobre la mitad de la habitación.
La razón de que solo fuera la mitad era porque las cortinas estaban parcialmente corridas.
Él estaba en la línea divisoria clara entre luz y sombra, pintando.
La pintura estaba en el espacio iluminado, mientras él permanecía en la oscuridad.
Esta fue la escena en la que Scarlett Jennings entró.