Ren se alejaba con una pequeña sonrisa, los hongos en su cabello aún pulsando de diversión ante la reacción de Luna, cuando un suave rugido lo hizo detenerse.
El león dorado de Klein brillaba con un aura intensa mientras su domador bloqueaba el pasillo.
—Oye, hongo —Klein avanzó hacia adelante, su voz intentando sonar amenazante aunque el efecto se perdía un poco por su tono aún infantil—. ¿Qué crees que estás haciendo acercándote tanto a Luna?
Los estudiantes cercanos comenzaron a prestar atención, algunos discretamente, otros no tanto. El aire se cargó de anticipación.
Klein avanzó con la confianza que solo el heredero de la familia Goldcrest podría poseer, cada paso medido y deliberado.
Los hongos en el cabello de Ren pulsaban mientras analizaban los patrones de mana. El león dorado era una bestia impresionante, aunque su manifestación actual revelaba algunas ineficiencias en su cultivo... Si continuaba así, la línea principal se perdería en rango de plata...