—¿Estás seguro de que puedes acertar? —preguntó Han, estudiando la distancia con ojo crítico—. Es un tiro complicado.
Ren dudó un momento antes de admitir:
—No lo sé, nunca lo he intentado antes.
Min, Roran, Jun, Trent y Taro se taparon la boca con las manos para sofocar la risa que podría atraer al centinela. Sus hombros temblaban con risa contenida, los ojos llorosos por el esfuerzo de contener su diversión.
Arriba, en las ramas de los árboles cercanos, varios tejedores blancos observaron con curiosidad felina, sus alas de polilla plegadas mientras sus ojos brillantes seguían cada movimiento del grupo. Sus antenas se movían ocasionalmente, percibiendo los cambios sutiles en el aire.
—¿Por qué no atacamos todos juntos? —preguntó Liora, claramente ansiosa por entrar en acción—. Somos más que suficientes para derrotarlo.