—¿Realmente hicieron eso? —Selphira no pudo contener la risa, sus hombros delgados pero elegantes temblaban con cada estallido—. ¿Me estás diciendo que Larissa también saltó al medio del patio mientras los guardias miraban boquiabiertos?
Liora asintió, tratando de mantener la compostura, pero la risa de su abuela era contagiosa.
—Y en serio... —continuó Selphira entre risas, llevándose una mano al pecho como si necesitara contenerse—, ¿la pequeña Luna saltó desde las sombras intentando detener un acto inmoral imaginario? Oh, por todos los dragones, daría la mitad de mi fortuna por haber visto las caras de todos... incluso las de los guardias del castillo cuando las vieron aparecer frente a ellos y junto al pobre chico, ¿Taro dijiste que se llamaba?
—Fue bastante dramático —admitió Liora, permitiéndose una sonrisa—. Especialmente porque Larissa los convenció de que todo era parte de una elaborada broma.