Grietas se extendieron por toda la superficie del Merodeador de Piedra, conectándose entre sí y profundizándose con cada segundo que pasaba. El sonido de la piedra cediendo bajo una presión inmensa llenó la arena, una sinfonía de destrucción que mantenía a la audiencia cautivada.
Finalmente, con un estruendo ensordecedor, el Gran Acechador de Piedra colapsó. Su núcleo permaneció suspendido en una red de raíces, entrañas y escombros antes de desvanecerse por completo.
El silencio cayó sobre la arena, seguido de un aplauso entusiasta. Incluso los estudiantes de cursos superiores que ya habían terminado sus combates aplaudieron con genuina apreciación por la estrategia demostrada.
—Victoria para el Equipo Tres del Grupo A —anunció Yang, con un tono que denotaba cierto aprecio—. Tiempo: Seis minutos, cuarenta y ocho segundos.
—Superaron el tiempo de Roran —señaló Taro, impresionado.