Taro descendió en caída libre, pero Ren no estaba satisfecho con eso...
Lo capturó en pleno vuelo y tiró para aumentar su velocidad de caída, dirigiéndolo de cabeza hacia el suelo con una fuerza brutal.
El impacto habría dejado inconsciente a cualquier oponente normal, pero Taro tenía un as bajo la manga.
Justo antes de que su cabeza golpeara el suelo, canalizó el control elemental de su escarabajo, suavizando instantáneamente la tierra. Su cabeza y parte de su torso se hundieron en el terreno modificado, amortiguando considerablemente el impacto.
—¡Ingenioso! —exclamó Min desde las gradas, impresionado por la adaptación de su amigo.
Pero Taro no se detuvo ahí. Mientras estaba parcialmente enterrado, su armadura mineral comenzó a transformarse rápidamente, surgiendo picos afilados de su superficie en todas direcciones como un erizo defensivo. Las protrusiones cristalinas brillaban bajo la luz de la arena, formando una barrera mortal alrededor de su cuerpo.