—No ha estado aquí durante al menos varias semanas —murmuró Zhao, arrodillándose para examinar el suelo más de cerca.
Sus dedos trazaron los patrones de polvo y los restos de ceniza fría. Las plumas de búho en su piel pulsaron con mana mientras mejoraba sus sentidos para detectar cualquier rastro del Rey.
Se levantó lentamente, un nudo formándose en su estómago. Víctor le había asegurado que el testarudo Rey solo tenía un lugar de descanso. Si Dragarion no estaba aquí, solo había una explicación posible: no había regresado del anillo de platino. Las implicaciones enviaron un escalofrío frío por la columna de Zhao.
—¿Problemas en la batalla? —se preguntó en voz alta, su voz resonando huecamente en la cueva vacía.