—No, no... Esto debe ser una broma, o debe haber un error —dijo Fern con voz temblorosa, las enredaderas de sus plantas contrayéndose brevemente—. ¿Estás seguro de que esto es para nosotros?
El mensajero consultó su pergamino nuevamente, pasando un dedo por el elaborado texto.
—Fern y Reed Patinder, residentes en el área de Roble Negro Torcido, distrito exterior 15. No hay error, señora.
—Pero... seiscientos mil cristales —insistió Reed, las hojas de su planta madura susurrando ligeramente—. Nuestro Ren solía recoger y guardar cristales de lluvia, pero... Eso es... es una fortuna imposible para que un niño de primer año acumule en solo seis meses.
El mensajero se encogió de hombros, su comportamiento profesional no se inmutó por su incredulidad.
—Solo entregamos, señor. Pero si ayuda, el remitente habló directamente con el dueño del negocio. Eso no es algo que cualquiera pueda hacer.