El silencio envolvía al pequeño grupo mientras caminaban por los tranquilos pasillos. Selphira encabezaba el camino, mientras los tres jóvenes la seguían a una distancia respetuosa, ninguno se atrevía a romper el silencio.
Fue una rápida oleada de poder, emanando desde donde habían dejado a Sirius, lo que finalmente alteró la atmósfera. Una breve pero intensa pulsación que hizo que los jóvenes se detuvieran momentáneamente en sus pasos.
Selphira no mostró reacción visible, pero sus ojos se entrecerraron ligeramente antes de volverse hacia los jóvenes.
—Ren —finalmente dijo, su voz carecía del tono acusatorio que los jóvenes habían anticipado—, ¿por qué dejaste que tu criatura saliera sola?
Antes de que Ren pudiera responder, miró a Luna. —Y tú, pequeño Tejedor de Estrellas, ¿por qué nos la trajiste?
Luna bajó la mirada al suelo, sus mejillas ardían con un intenso rubor. Sus dedos se entrelazaron nerviosamente mientras parecía buscar palabras que no llegaban.