Jun Wu Xie permanecía sentada tranquilamente con los ojos bajos, sin poner a nadie en su mira mientras se mantenía distante como si el alboroto no tuviera nada que ver con ella. Era austera y sola en un mundo propio.
Elegante, pura y una belleza trascendental eran palabras que inmediatamente aparecían en sus mentes.
Esas palabras, que inicialmente estaban hechas a medida para Bai Yun Xian, ahora parecían encajarle mejor a ella.
Su comportamiento reservado la hacía inaccesible pero provocaba que el corazón anhelara seguir mirándola.
Aunque les costara admitirlo, la verdad era que la callada Jun Wu Xie, tanto en cuanto a su porte como a su encanto había aumentado significativamente.
Había sido muy discreta, de hecho tan baja que las personas casi se habían olvidado completamente de ella, pero después de ponerla en su vista y notar sus sutiles cambios, no podían evitar sentirse atraídos hacia ella.
Echando un vistazo furtivo a Jun Wu Xie y desviando sus miradas hacia Bai Yun Xian...
Bai Yun Xian no parecía ser tan elegante como habían pensado anteriormente.
Parece que la verdadera posición de diosa elegante y fría como el hielo sería para Jun Wu Xie. Era hora de que Bai Yun Xian cediera su lugar.
—Qian Yuan, estás borracho —El Emperador frunció el ceño, no entendía por qué el Príncipe Heredero, normalmente silencioso, de repente hablaba a favor de Jun Wu Xie. Claramente recordaba que esta era solo la segunda vez que se encontraban y anteriormente, cuando se encontraron, Mo Qian Yuan no tenía una buena impresión de ella.
—Ah, sí, estoy borracho. Tu hijo ha tomado demasiadas copas de vino, he hecho que el Padre Imperial vea algo gracioso. Por favor, permíteme volver y descansar primero —Mo Qian Yuan se enderezó mientras soltaba una leve sonrisa.
—Vete —El Emperador vociferó.
Mo Qian Yuan ya no dudó e inmediatamente se levantó, levantando la mano y alejando a los sirvientes que querían asistirle. Entrecerró los ojos mientras siseaba:
—Aún puedo caminar yo mismo, nadie tiene permitido tocarme.
La forma en que el Príncipe Heredero se fue había generado descontento en muchos.
Jun Wu Xie observaba su espalda mientras se alejaba y mientras reflexionaba un momento entre los brindis que se llevaban a cabo alrededor, le habló a su Tío en tono suave —Tío, quiero salir a tomar un poco de aire fresco.
Jun Qing se sorprendió por un momento, recordando cómo esta sobrina suya estuvo devota a Mo Xuan Fei y viendo lo cariñoso que era ahora con Bai Yun Xian, ella debía sentirse miserable. Suspiró fuertemente y dijo —Da una vuelta pero no te alejes de este Ala del Palacio. No te quedes fuera demasiado tiempo.
—De acuerdo.
—Wu Xie.
—¿Sí?
—No estés tan triste por Mo Xuan Fei. Él no te merece.
—... —Los pasos de Jun Wu Xie se congelaron a mitad de camino.
¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Con qué ojo vio que ella estaba molesta por ese desechable Mo Xuan Fei?
La luz de la luna se filtraba en el jardín e iluminaba brillantemente el pabellón en el que Mo Qian Yuan estaba mientras bebía vino directamente de la jarra. Se sentaba en la silla de piedra mientras sonreía amargamente para sí mismo.
—Si quieres morir pronto, sigue bebiendo más —una voz tierna con frialdad rompió la tranquilidad de la noche silenciosa.
Mo Qian Yuan estaba muy sorprendido. Bajo la luz de la luna, una hermosa joven vestida de un encantador brocado de seda amarillo sosteniendo un pequeño gato negro en sus brazos estaba allí. Rodeada de flores y con la luz lunar suavemente brillando sobre su cuerpo, sus delicados rasgos contra el fondo surrealista, parecía un hada que había descendido al reino mortal.
—¿Jun Wu Xie? —Los labios de Mo Qian Yuan se curvaron hacia arriba mientras la miraba en un estupor ebrio.
—Todavía me estaba preguntando quién tenía la audacia de maldecirme, al Príncipe Heredero, a morir pronto.
Jun Wu Xie caminó hacia el pabellón, mientras el hedor a alcohol la asaltaba. Se detuvo justo antes de entrar al pabellón.
—Incluso si no lo menciono, también morirás... además... ¿cuánto tiempo más podrás seguir siendo el Príncipe Heredero? —respondió ella fríamente.