—Hay una leyenda que se cuenta en las profundidades de los campos de batalla entre la frontera de Noxus y Freljord—dijo una chica subiéndose a un tubo metálico delante de una pared deteriorada.
Esta chica, de cabello plateado y de ojos verdes como un par de esmeraldas recién pulidas, levantó la mano de forma muy exagerada apuntando el dedo hacia el cielo oscuro. Su ropa está sucia y rota, con protecciones de vendajes en las manos y tobillos, como si estuviera preparada para pelear contra alguien en cualquier momento.
Ahora mismo ella está en un callejón olvidado, sucio y antihigiénico, donde la oscuridad y el extraño vapor dañino de Zaun se esparce como pólvora en una tormenta, y frente a ella se encuentran cinco niños que la miran con ojos algo apagados. A pesar de sus miradas, los niños están muy interesados en la historia que esta chica les está contando, pues son rumores que vienen de más allá de las profundidades de esta deprimente ciudad.
—Se dice que cuando un guerrero está por morir, dos ojos penetrantes azules lo ven a la distancia. Ese ser extraño que te mira puede aparecer en la entrañas de los bosques oscuros de Noxus, o entre la cruel y fría nieve de Freljord, pero siempre estará allí, esperando; observando tu momento final—ella se movió por las tuberías haciendo movimiento extraños, como si estuviera imitando a algún monstruo bípedo que camina con las manos en la cara, simulando una máscara—Su nombre es Kindred, la mismísima personificación de la muerte. Una vez que la ves frente a ti, entenderás que ya estás muerto. Ella se esconde bajo la piel de un cordero, usando una máscara para ocultar su rostro etéreo. En sus manos misteriosas sostiene un arco curvo con el que no dudará en clavarte una flecha en la cara. Sin embargo, la muerte en sí no está sola. Kindred no es un ente individual ya que, cuando ves al Cordero, no dudes en que el Lobo está mirándote con los colmillos listos para morderte el cuello—levantó las manos simulando las garras de un lobo.
Los niños se vieron notablemente asustados por la historia que esta chica les estaba contando. Uno de ellos se cubrió los ojos para no ver los gestos terroríficos que hacía su hermana mayor para imitar la presencia de la legendaria Kindred. Ese niño es Midas.
Ella se dio cuenta del miedo de su hermano menor así que sonrió con malicia mientras se acercaba a él—Así es, Kindred es implacable en todos los sentidos. Tendrás suerte si alguna vez te encuentras con ella, pero serás un monstruo si sobrevives a su presencia. Y con toda la historia que te conté, solo me queda decir que… ¡Nadie escapa de la muerte!—gritó ella, saltando sobre su hermano y mordiéndole el cuello.
Midas gritó asustado y, sin mirar a atrás, se echó a correr mientras se le escurrían las lágrimas por toda la cara. Los otros cuatro niños se le quedaron mirando ya que vieron que Midas se estaba dirigiendo a la pared. Intentaron advertirle, pero Midas chocó contra la pared, cayendo de espaldas mientras pataleaba y se frotaba la frente por el dolor.
—Aah… siempre pasa lo mismo—suspirando, ella intentó acercarse a Midas, pero uno de los niños la detuvo diciendo algo.
—Midas es demasiado cobarde. Oye, ¿estás segura que este tonto es tu hermano? No sé parecen en nada…
—Si, si. Tú y Midas son muy diferentes.
—Tu eres muy ruda y genial, pero Midas es un llorón.
—Midas es tan patético que una vez lloró porque aplastó un gusano.
Con ese último comentario, todos los niños comenzaron a reírse. Ella solo negó con la cabeza. Ella no estaba decepcionada de su hermano menor ni nada parecido así que solo sonrió porque ella era la única que entendía a este pequeño cobarde.
—Midas es valiente—dijo ella con orgullo.
Todos los niños simplemente pusieron caras de póker porque no se creían las palabras de esta chica. Todos en este sector conocen a Midas por ser un llorón y un cobarde, no había forma en que alguien así pudiera ser valiente.
—Bueno, creo que ya nos vamos. Ya es muy tarde. Mi padre me golpeará si tardo mucho en llegar a casa
—Nosotros igual.
—Yo no tengo a nadie esperándome así que iré a molestar a Silco un rato.
Después de eso, los cuatro niños se fueron y dejaron solos a estos dos hermanos. Ella asintió y luego miró a Midas sentado en el suelo, quien a su vez miraba a la nada después de lo que todos dijeron sobre él.
Se sintió mal por Midas, si, pero ella también era una chica que habla con la verdad. Ella jamás le iba a mentir a su querido hermano, pues es la única familia que le queda.
—Levántate, perdedor. Vamos a buscar algo para comer. Oh, y no dejes que lo que digan esos tontos te haga sentir mal. Todos dicen cosas, pero solo tú puedes decidir cómo interpretar esas cosas.
Midas se limpió las lágrimas de la cara.
—Está bien…
Aunque Midas haya dicho eso, lo cierto es que de alguna forma se sentía frustrado. Esto le impidió levantarse, por lo que se cruzó de brazos e infló los cachetes como una ardilla. Al ver esto, ella sonrió y se agachó delante de Midas.
—¿Qué pasa, Midas? ¿Eres tan perdedor que no puedes levantarte?
Esto hizo que Midas respondiera al instante—¡No! ¡Yo no soy un perdedor!
Antes de que Midas pudiera seguir ladrando, su hermana mayor lo abrazó—Eres un perdedor, y a menos que mejores, seguirás siendo un perdedor. Pero descuida, yo estoy aquí para cuidarte. Estaré aquí, contigo, hasta que seas un hombre fuerte que pueda defender a su querida hermana mayor.
Midas no pudo refutar nada ante esas palabras. Le devolvió el abrazo a su hermana y cerró los ojos.
En aquel momento, a Midas le hubiera gustado mucho decirle a su hermana mayor las palabras en las que pensó cuando sintió el calor del abrazo.
Gracias, Maisaa.
***
Se sintió extraño para Midas. Mientras el misterioso líquido tibio se derramaba por su pecho, sintió como si su piel se estuviera quemando. Miró a Briar, confundido, y luego bajó la mirada para saber lo que le estaba pasando a su cuerpo.
Al notar la sangre que se derramó desde la horrible cortada grande en su pecho, miró a Briar otra vez antes de que su garganta se llenará de sangre. Tosió, escupiendo una parte de la sangre, pero al hacerlo, se sintió extremadamente mareado. Por consiguiente, cayó de cara al suelo mientras su conciencia se desvanecía.
¿Qué me está pasando? Se preguntó, pero la respuesta era obvia. Al ver a Kindred presente en la escena, recordó cierta historia que su hermana solía contarle. Kindred solo aparece cuando tu muerte está asegurada, por lo que ahora todo era claro, y borroso al mismo tiempo.
—Aah… Uno menos—después de mandar a volar a Midas, Darius miró a Briar y le sorprendió la expresión que esta chica tenía en la cara.
Briar estaba en silencio, mirando el charco de sangre que se estaba formando bajo el agonizante cuerpo de Midas. Esa sangre se veía deliciosa de cierta forma, pero también le provocó una extraña sensación en el estómago. Era como si Briar quisiera vomitar.
Era la sangre del tipo que solía llorar por las noches…
—Midas… oye…
Midas no le respondió a Briar. El hombre tenía la mirada vacía y su respiración, antes constante, lentamente se estaba debilitando. Parecía que Midas quería decirle algo, pero debido a lo lejos que estaban ella no pudo entenderle.
—Morir para proteger a alguien no es un error, es algo que te lleva a mantener tu honor hasta el final—Darius soltó a Briar y se puso de pie. Miró al moribundo Midas con seriedad—Pero fuiste débil, y te irás sabiendo que realmente no pudiste proteger a nadie.
Darius no tenía la intención de ser cruel con sus palabras, pero fue realista al respecto. Briar seguía mirando la sangre de Midas con los ojos muy abiertos al lado de los pies de Darius. Él imaginó lo trágica que es la existencia de esta chica. Briar estará hambrienta el resto de su vida sin ninguna posibilidad de saciar su hambre. Aunque ella intente controlar su poder, atacará y devorará todo lo que esté a su paso sin poder contenerse.
Briar es un ser de tragedia inmensurable, de eso no cabía duda, pero Darius decidió darle la oportunidad de levantarse, es por eso que le soltó el cuello, de esa forma ella tendrá la oportunidad de batirse en duelo nuevamente, pero Briar se arrastró en dirección a Midas.
Su oportunidad de ser libres se había acabado. Ahora solo quedaba despedirse. Midas, quien estaba a punto de perder la consciencia, entendía ese hecho innegable, por eso trataba de darle un último mensaje a esta chica.
Cuando Briar estuvo lo suficientemente cerca, ella pudo escucharlo decir algo al borde del susurro.
—Mi sangre…—sus ojos estaban perdiendo su luz—Bebe mi sangre, Briar…
—Tu sangre…—Briar no se veía especialmente entristecida. Ella más bien no entendía lo que estaba sintiendo. Briar estaba tan confundida que solo mostraba una expresión perdida, la misma expresión que tendría alguien que acababa de descubrir nuevas emociones.
Briar no creció como una humana, y por eso ella no podía entender lo que Midas quería lograr con esto, pero…
—Briar… bebe mi sangre… huye… y vive…—al final Midas se desmayó por la pérdida de sangre y Briar se quedó mirándolo en silencio.
El peso de las emociones humanas era algo que Darius conoce muy bien. Y al ver a Briar tan confundida, para él fue como ver a un niño pequeño que estaba aprendiendo a hablar en el momento equivocado. Incluso así, Darius dejó que esto pase porque estaba seguro de que, justo ahora, Briar beberá la sangre de Midas, se recuperará y se lanzará a pelear una vez más.
Si ella hace eso, Darius asesinará a Briar guardándole el respeto que un soldado noxiano merece.
Así mismo, Briar se inclinó sobre el pecho de Midas y lamió la sangre que salía de la herida. Las heridas restantes se sanaron y Briar se puso de pie. Estando de espaldas, Briar hizo una pregunta.
—¿Así se sienten las familias de las personas que asesiné?
Darius apretó la empuñadura del hacha—No lo sé, después de todo, ni siquiera tú sabes qué estás sintiendo.
—Jejeje… Seh…
Briar se dio la vuelta, con el hemolito temblando violentamente. Su boca estaba manchada de la sangre de la persona a la que una vez llamó amigo, y tenía una suave sonrisa confundida.
Este gesto hizo a Darius esbozar una leve sonrisa que fue casi imperceptible.
Su hambre por primera vez no fue un problema para ella, después de todo, había algo que ocupaba ese espacio dentro de su mente. Su hambre fue contenida por el cepo sobre sus hombros, pero su espíritu jamás será encerrado.
Briar es en sí misma un arma, y ahora solo ella usará esa arma.
Con esto, el cepo se abrió una vez más y la sonrisa maniaca de Briar estuvo dirigida hacia Darius. Sus ojos se llenaron con la llama de su hambre y ahora cada músculo de su cuerpo quería explotar en poder contra el hacha de Darius.
—¡Ahhh!
—¡Oraaaaah!
Ambos se batieron en un duelo final.