Episodio 3: ‘Un viaje interrumpido’ Parte 4

Él exploró los rincones del barco en busca de algo para entretenerse, pero no encontró nada en especial. Midas solo pudo ver el agua en silencio mientras los demás tripulantes hacían su trabajo. 

El capitán seguía gritando, caminando de un lado a otro. El hombre de vez en cuando golpeaba a alguno de sus camaradas con una fuerte palmada en la espalda, cosa que Midas no entendía muy bien. Bueno, fue él quien se llevó una palmada en la espalda hace unos minutos.

Todos están muy bien coordinados. Saben lo que hacen y eso es sorprendente. Ciertamente era interesante ver el trabajo de estas personas del océano. 

Entre los tripulantes estaba una mujer de unos cuarenta años, vestida como si fuera una especie de pirata. En su cinturón la mujer llevaba un arma de chispa que se veía pesada, como un revólver con el cañón bastante exagerado. Ella tenía un gran sombrero negro con una gran pluma roja y su cabello negro atado con una coleta vaga parecía ondear con el viento. Ella ahora mismo estaba leyendo un mapa junto a otro tripulante.

—¿Ella es la navegante de la tripulación?—se puso a divagar con su propia pregunta, sin quitarle la mirada de encima a la mujer.

De repente, sintió una fuerte palmada en la espalda. Arqueó la espalda con dolor y miró hacia atrás con una reacción inmediata. 

El capitán estaba allí, sonriendo a pesar de que antes fue muy severo y agresivo—Así es, mocoso. Mara es nuestra navegante estrella. Es una mujer con mucho conocimiento y experiencia. ¿Acaso te gusta? Porque déjame decirte que ningún hombre, mujer o lagarto ha podido con ella.

—Ugh… No me interesa ella—se quejó, incorporándose con la espalda recta. —Estaba pensando en las cosas que ella podría saber.

—Conque es eso, eh—se rascó su cabeza casi calva. —Si conocimiento es lo que quieres, no seas tímido y ve a hablarle. Solo te recomiendo una cosa: No te acerques a ella por la espalda ya que su instinto es demasiado fuerte y puede reaccionar de forma violenta. Debo suponer que no quieres que una bala te atraviese el cráneo.

Un escalofrío recorrió la espalda de Midas. Con una risa nerviosa, agachó la cabeza. —Jeje… Claro.

Nervioso, se acercó a ella con cautela. El marino que antes estaba junto a la mujer se había ido, por lo que Midas había aprovechado eso. Como la mujer estaba sentada en un barril pequeño, ella notó la presencia de Midas muy rápido. Sus ojos negros eran calculadores y aterradores, pero la apariencia de una hermosa mujer adulta eclipsaban por completo su mirada aterradora.

—¿Qué necesitas de mi, cliente?—preguntó ella, con un suave gesto de su mano la cual sostenía un pedazo de carbón que le manchó los dedos. —¿Quieres saber dónde estamos? Porque eso es muy fácil de responder.

—Uh… Bueno, yo…—su voz se ahogó por un momento. Se tomó un respiró para poder articular sus palabras. Al final de todo él es un adulto, por lo que no podía seguir actuando tan temeroso con todo lo que está frente a él. —Tengo un mapa terrestre del mundo y sé cómo leerlo, pero me preguntaba si podrías explicarme como se lee un mapa del océano…

—Entiendo. Eso no es algo difícil así que toma asiento, cliente. Por todo el oro que nos ofreciste, no tengo ningún problema en explicar algunas cosas.

Midas mostró una leve sonrisa de alivio—Te lo agradezco.

A diferencia del capitán, Tiana o el resto de la tripulación, esta mujer parecía la más calmada y amable de todos. Incluso si la mirada de esta mujer parecía una sentencia de muerte, las apariencias pueden engañar a cualquiera.

Con un suave gesto de su mano con el carbón sobre un punto del mapa, trazó una pequeña línea entre un punto y otro. Sobre el mapa había algunas herramientas de medición. —No hace falta agradecer. Solo necesito que me digas tu nombre. Ya sabes, para poder comunicarnos mejor.

—Por supuesto—asintió. —Me llamo Midas. No tengo apellido así que ese sería mi nombre completo.

Ella asintió. —Tu nombre es extraño, pero suena bien. Yo soy Kalika, navegante y pistolera. No tengo una tarjeta para darte, pero si quieres mis servicios y puedes pagarlos, ya sabrás donde encontrarme. No fallaré ninguna bala—dijo ella, dándole una pequeña palmada al revólver en su cinturón.

Kalika es una mujer de Aguas Estancadas que está en el negocio. Aunque, de hecho, muchas personas están en el negocio, toda la tripulación es parte de eso, pero también trabajan como transportadores de mercancía y personas. En cuanto al negocio, es obvio que se trata del negocio de matar gente. 

Midas tuvo que hacer como que no escuchó eso porque, para él, matar a otras personas es un acto que repudia desde lo más profundo de sus entrañas. La muerte era de por sí su más grande trauma.

***

Unos minutos antes, mientras Midas hablaba con el capitán, Briar estaba viviendo su propia aventura al otro lado del barco. Sin saber qué hacer con exactitud, ella siguió a Tiana, mirando a los tripulantes en el camino.

—Todo esto me recuerda a las hormigas que Midas y yo vimos antes. Todos eran como un ejército trabajando juntos.

—Así es como funciona esto, chica—respondió Tiana, dándole la espalda a Briar. —Somos personas del océano y tenemos que aprender a trabajar juntos si no queremos morir. Ahora…—se detuvo cerca de la vela del barco. —Lo único que deberías saber en este momento es que todos estos tipos son idiotas. Idiota del trapeador, idiota del mástil, idiota de las cuerdas, bla, bla, bla. Todos son idiotas a excepción de Kalika. Ella es genial.

Tiana apuntó a Kalika, quien estaba leyendo el mapa.

Briar no entendió por qué Tiana insultaba a todos los tripulantes con tanta naturalidad, pero por alguna razón parecía divertido. 

Sus orejas de murciélago se movieron por el viento, sus grandes ojos miraron a Tiana con esa inocencia asesina que la caracteriza. —¿Y tú? ¿Qué clase de idiota eres?

Preguntar eso con una sonrisa tan inocente estaba lejos de ser ofensivo. Briar pensaba que debía preguntar algo relacionado a eso, y eso fue lo que hizo sin importarle las consecuencias, pues así es ella, después de todo.

Tiana, en lugar de ofenderse, sonrió ante las confiadas palabras de Briar. Su apariencia sombría era completamente diferente a lo que se ocultaba bajo la oscuridad de la capucha. —Pues… Creo que yo soy la idiota de la magia.

Los ojos de Briar se iluminaron. —¿Magia? ¿Es como la magia de Midas?

Ella levantó las cejas. —¿Midas? ¿El tipo con el que vienes?

—Si. Él es mi amigo. Él sabe usar magia muy aburrida. Jajaja. Deberías verlo.

—Ya veo. Así que eso fue lo que sentí en ese momento…—entrecerró los ojos, pensativa, recordando el momento en el que vio a Midas por primera vez y tuvo un presentimiento extraño. Miró al hombre de las manos de oro, mas especifico, el inhibidor. —Entonces esa cosa que tiene en las manos limita su poder…

—¡Oh! ¡Es cierto! ¡Si! ¡Lo entendiste todo! Midas es como yo. Cuando nos liberamos, somos más poderosos. Aunque Midas no se ha liberado nunca. Como que le da mucho miedo su magia o algo así. La verdad es que yo no entiendo esas cosas de humanos. Si tienes poder deberías usarlo, ¿no?

—Hm… Supongo. Y esa cosa sobre tus hombros también limita tu fuerza, ¿no?

—Oh. Jajaja. Si. Me la regalaron cuando maté a algunas personas hace unos años. Algunos me subestiman cuando ven la picota.

—Es interesante. ¿Puedo verla? No me tomará mucho.

—Por supuesto. No tengo ningún problema con eso, amiga.

—Entonces, si me permites—Tiana agarró la picota y miró el hemolito con detenimiento. 

La piedra brillaba con una luz tenue roja. Era como si alguien hubiese solidificado sangre y le hubiera dado propiedades calmantes con una magia perfecta y estable. El hemolito en sí era una piedra compleja para los pocos conocimientos de Tiana, pero sin duda era una herramienta interesante. Pensar en las manos que crearon esta belleza hizo que él corazón de Tiana se acelerará emocionado. Parece que a ella le gusta mucho la magia.

—¿Encontraste algo interesante?

—No mucho, realmente, pero es interesante saber que hay más magos a bordo. ¿Y tú? Parece que también tienes talento para la magia.

—Yo ni siquiera sé cómo se usa la magia. Una vez leí un libro raro y aprendí a volar.

—Jajaja—le pareció graciosa la afirmación de Briar. Se notaba que la chica vampiro no sabía literalmente nada de lo que es la magia, el maná y todo lo místico de este mundo. —Es sorprendente. Si pudiera conseguir alguno de esos libros, yo también podría volar.

—Jajaja. Deberías hacerlo. Es muy divertido. Y es más divertido cuando todo a tu alrededor explota y todos salen corriendo. Mi sangre se calienta de tan solo pensarlo. Oh, espera. Sangre. Tengo hambre. No he comido nada desde que llegamos—De repente, Briar se dio la vuelta, dándole la espalda a Tiana. —¿Puedes sacar una de las botellas que están en esta bolsa rara?

Tiana asintió y abrió la mochila. Al sacar una de las botellas, notó que el contenido era de un rojo espeso. Era sangre. Aunque a ella eso no pareció importarle en lo absoluto, pues abrió la botella y se la dio a Briar como si estuviera sosteniendo una cantimplora con agua.

Con una sonrisa, y con mucha dificultad, Briar bebió la sangre de la botella de un trago, aunque un poco del contenido se regó sobre su pecho.

—¡Fuaah! ¡Es delicioso! ¡Midas es muy listo al traer tanta comida!

Briar se refería a la sangre como comida y eso hizo que Tiana sintiera curiosidad. Ella entendía que Runaterra es un mundo inmenso y que puede haber toda clase de criaturas y Briar estaba entre esas criaturas. Además, Tiana no podía evitar pensar que Briar es muy adorable, pero también tiene un extraño presentimiento de peligro al verla. Lo mismo le pasaba al ver a Midas. Es como si Briar y Midas estuvieran conectados de alguna forma, evocando esas sensaciones peligrosas.

—¡Oye! ¡Oye! ¿Qué deberíamos hacer después? Midas me dijo que bebiera una de estas botellas al día. Después de comer estoy aburrida.

Esta chica tenía un exceso de energía graciosa. —No lo sé. Yo no hago nada en especial cuando viajo con estos idiotas. Después de todo, yo soy solo una guardiana para ellos. Los protejo cuando las cosas se ponen feas.

—¿Proteger? ¿De qué debes protegerlos?

Tiana sonrió. —De las horribles criaturas que por milenios han hundido barcos y asesinado a sus tripulantes. Tal vez pase algo interesante en este viaje, pues nunca se sabe el destino, ¿no crees?

Como si el peligro inminente encendiera la llama de la emoción en su corazón, Briar miró el océano esperando que alguna de esas criaturas apareciera. Pelear por primera vez con algo desconocido que se oculta en las aguas profundas aumentó su sed de sangre, lo que hizo que su sonrisa de emoción pura se ensanchara con dientes afilados.

—Se escucha divertido…

***

La noche cayó y todo se oscureció sin ninguna pequeña luz que iluminara el océano. El agua estaba agitada y el viento comenzaba a soplar con fuerza. La vela del barco tembló y el capitán miró con seriedad a su tripulación.

—Todos, terminen de comer lo antes posible. Parece que esta noche vamos a estar muy ocupados.

Una tormenta se acercaba. Midas estaba comiendo de un plato como si fuera un perro. Algunos de los tripulantes se rieron de él por comer de esa forma, pero pronto sabrán la razón de por que Midas no usa sus manos.

—Midas… Estoy aburrida. Juguemos a algo—dijo Briar, arrastrándose en el suelo. —Juguemos a que te persigo mientras intento morderte el cuello.

—Eso no es un juego, Briar, no si la única que se divierte eres tú—exasperado, Midas terminó de comer el pan y la carne que había en el plato. —¿Por qué mejor no intentas comer comida de humanos?

Briar se sentó en el suelo. —La comida de los humanos está bien. Es deliciosa, pero prefiero mil veces la sangre.

—Si tu lo dices… En ese caso, intenta contar números o algo. Mantente distraída y no mates a nadie.

—No estoy de humor para matar hoy-

Un destello enceguecedor parpadeo en el cielo. Eso interrumpió a Briar. De repente, el trueno de un rayo resonó con fuerza y comenzó a llover. El barco fue sacudido suavemente por las olas que aumentaron su tamaño.

—¡Todos ustedes, inútiles, vayan a sus puestos!—gritó el capitán desde el timón.

De inmediato, todos en la cubierta comenzaron a preparar cuerdas. Algunos ataron la vela con fuerza y nudos especiales. Mientras tanto, Tiana y Kalika se encontraron al frente del barco. El rompe olas estaba haciendo su trabajo, pero Tiana tenía que encargarse de que el barco resistiera la fuerza de las olas reforzando la madera con su magia y Kalika necesitaba revisar el mapa para no salirse del curso.

Ninguno se veía desesperado, todos estaban demasiado concentrados. Eso desconcertó a Midas, quien no tuvo más opción que acercarse a Kalika para preguntarle.

—¿Esto es una tormenta eléctrica?

Kalika no le quitó la vista de encima al mapa. Con una escuadra, marcó una ruta diferente. —Es obvio cuando lo ves, jovencito. Es una tormenta, si, pero eso no es lo que nos preocupa. Si pones atención a la tripulación, te darás cuenta de algo interesante.

Al ver el barco, notó que los tripulantes estaban sacando cañones a la cubierta. Estos cañones tenían algo especial, pues estaban modificados con tapas para que el agua no entrara en contacto con la pólvora. Además de eso, muchos estaban preparando rifles de caza y el capitán sostuvo un martillo enorme sobre su hombro.

—¿Nos estamos preparando para pelear?

—Ahí lo tienes, Midas—respondió Kalika. Con una sonrisa confiada, miró al hombre. —Pagaste por un viaje de lujo con protección incluida. Ahora vamos a tener que defender a nuestros clientes de las atrocidades del océano.

En ese momento, otro rayo cayó. El océano momentáneamente se iluminó y, en la lejanía, múltiples ojos carmesíes observaron.

El capitán se rió vigorosamente al ver esos ojos. —¡Jajajaja! ¡Son demasiados! ¡Hace diez años que no veo tantos!

—¡¿Qué está pasando, Kalika?!—un poco asustado, miró a sus espaldas luego de la pregunta. Briar parecía estar hablando con Tiana.

Otra vez, con toda la confianza del mundo, Kalika desenfundó su revólver y lo llenó de pólvora. —Leviatanes. Eso es lo que está pasando. Son criaturas solitarias, pero se dice que suelen reunirse cuando algo los asusta. Lo único malo es que no sabemos qué fue lo que los asustó.

La mención de los Leviatán congeló la sangre de Midas. Fue justo en el momento que recordó un libro sobre biología marina que un fuerte golpe empujó el barco, haciendo que todos cayeran al suelo. Aunque uno de los tripulantes cayó al agua. 

Midas corrió a la orilla para ver si el hombre estaba con vida. Él estaba flotando en el agua, agitando los brazos desesperadamente. Cuando Midas quiso pedir ayuda para el hombre, algo emergió del agua y el hombre desapareció.