Selina dijo con naturalidad:
—Mientras des un paso al frente y supliques por Katie, la dejaré ir —sin condiciones. ¿No es eso amable de mi parte?
Una chispa de esperanza se encendió en los ojos de Katie.
—Angélica…
Angélica se mordió el labio con fuerza. No creía ni por un segundo que Selina estuviera siendo generosa.
—¿Qué pasa, Angélica? ¿No quieres salvarla?
Selina parpadeó inocentemente, luego se inclinó y susurró:
—Otras personas quizás no lo sepan, pero yo sí. Katie probablemente sea tu verdadera madre, ¿verdad? No sé cómo te las arreglaste para infiltrarte en la familia Morris, pero una cosa está clara —Katie comparte tu sangre. ¿Y ahora simplemente vas a abandonarla? ¿Realmente puedes vivir con eso?
La cabeza de Angélica se levantó de golpe, su rostro palideciendo.
Espera —¿Selina lo sabía?
¿Conocía ese secreto?
No. Imposible. El título de heredera de la familia Morris solo podía pertenecerle a ella.
No podía permitir que Selina lo arruinara.