101: Una Belleza Que Cautiva la Ciudad _3

—Tía Zhang, ¿qué sucedió exactamente? —preguntó Mary Perryne, muy ansiosa.

La Tía Zhang negó con la cabeza.

—No estoy segura de los detalles, pero sé que la Señorita Viola acababa de llevarle un tazón de sopa para la tos a la Señora Thompson. Luego escuché llorar a la Señorita Viola y...

—¿Qué más? —preguntó Mary.

—Los gritos furiosos de la Señora Thompson —continuó la Tía Zhang.

Mary suspiró.

Nadie sabía qué había hecho Sylvia hoy que había enfurecido tanto a la Señora Thompson.

La pareja se dirigió rápidamente a la habitación de la Señora Thompson.

Al entrar, vieron a Sylvia de pie, llorando como gotas de lluvia sobre flores de peral, mientras la Señora Thompson se erguía imponente.

Al ver entrar a Sawyer Thompson y Mary Perryne, la Señora Thompson regañó enfurecida:

—¡Miren a la buena hija que han criado!

—Mamá, ¿qué está pasando? —preguntó Sawyer.

Sin esperar a que la Señora Thompson hablara, Sylvia exclamó entre lágrimas: