—¡Ve a buscar a Viola Thompson!
—¡Maldita sea la vieja!
—¿Qué demonios quiere?
Ni siquiera conoce a Viola desde hace un mes, y aun así la trata tan bien. ¿Favorece a una extraña por encima de su propia nieta?
Simplemente ridículo.
—Viola también está en Ciudad Río, mamá, podrías contactarla y hacer que acompañe a la abuela —se burló Sylvia Thompson, fingiendo no importarle.
—Tu abuela ya está en casa de Viola —dijo Mary Perryne.
—Realmente me gusta esa chica, Viola, no solo a tu abuela —se rió Mary.
«¿'Realmente le gusta' Viola?»
«¿Entonces qué soy yo para ella?»
Al escuchar esto, Viola sintió una ola de tristeza invadirla.
Se preguntó, después de todos estos años, ¿qué era ella a los ojos de la familia Thompson?
—¡Lamentable, deplorable!
—En realidad, siento lo mismo que tú. Tengo este cariño especial por Viola, siempre inconscientemente acercándome a ella —continuó Sylvia, manteniendo la pretensión de indiferencia.