Han pasado otros dos años. Cápac, ahora de cuatro años, a lo largo de este tiempo y con la relajación de sus cuidadores, por fin logró recabar algo de información. En base al clima que identificó y a lo que mencionaron sus cuidadores, parece que esta villa en la que está en este momento, y donde ha pasado todo su tiempo desde su nacimiento y la partida de su madre después de que lo amamantó la primera y única vez, está cerca del pie de la montaña de lo que, en un futuro traducido al idioma español, sería conocido como Cuzco. Con ese conocimiento y sumándole la cantidad de sirvientes que están a cargo de la casa, Cápac puede asumir definitivamente que pertenece a una familia noble del imperio. Además de la ubicación y el nombre del lugar, definitivamente logró escuchar el nombre de Tahuantinsuyo, que es como se referían al imperio inca antes de la llegada de los españoles, lo que le permite inferir una línea de tiempo aproximada, ya que fue organizada por Pachacútec por los años 1438. Debido a que no hay indicios de plagas o desorden político, al menos es antes de noviembre de 1532, que, en base a las clases de historia que recuerda Cápac, fue cuando llegaron a la capital del imperio inca. Pero esta brecha es todavía ridícula, porque la villa no está ubicada en la zona urbana de la capital. No puede decir un poco más la fecha por cómo de desarrollada puede estar la capital. Podría ser en la fundación de la capital en los años 1438 del calendario gregoriano, podría ver a Pachacútec dando órdenes para la reorganización de la ciudad, o puede estar a solo meses de la llegada de los españoles. Son casi 100 años de un punto al otro. Ni siquiera puedo armar un plan de acción con base a estos datos. Pero hoy, por fin, Cápac podrá tener más información, porque ha logrado escuchar entre los susurros de los sirvientes que hoy vendrá un sacerdote. Dicho por las propias palabras de los sirvientes, al parecer, porque llegó a la edad de 5 años, ya que en el Tahuantinsuyo se llevaba el politeísmo. No se puede saber a quién representa el sacerdote hasta que llegue. Es por eso que estoy esperando en el recibidor de la villa, que es prácticamente el lugar de entrada de todos los visitantes y mi muro de salida.
A lo largo de estos ya 5 años, por fin ha aprendido el quechua. No es perfecto, pero a la edad de 5 años, todos en la villa me consideran un iluminado por el dios Inti. El dios Inti es el hijo de Viracocha; se cree que trae la luz y la vida, y a su vez, los conocimientos también son entregados a todos por los rayos del sol. Los pensamientos fueron interrumpidos cuando las puertas se abrieron, dejando pasar a un anciano de tamaño bajo, comparado con los dos guardias que siempre están vigilando. Sus ropas eran largas, hasta los tobillos, tejidas de lana, y llevaba una manta en su espalda de color negro que también llegaba hasta sus tobillos, una vestimenta clásica de esta época que puede ayudar a identificarlo. Se evidenciaba que la ropa estaba hecha de un sofisticado tejido de lana de alpaca, lo cual demuestra un alto estatus para poder tener un trabajo de tejido tan sofisticado y con un tiempo de detallado tan alto para lograr una prenda de alta calidad en esta época, en comparación con las prendas de los guardias o soldados que se encuentran en esta villa. Recordando la historia del imperio, los textiles, la calidad y el detalle reflejan el estatus, pero también son moneda fuerte de intercambio. Esto quiere decir que, entre más lujosa y valiosa sea la ropa, se evidencia que deseas demostrar que tienes el suficiente poder como para usar este tipo de prendas en vez de usarlas como material de intercambio o pago.
La curiosidad ya carcomía a Cápac cuando el sacerdote empezó a bajar los pequeños escalones que separaban las puertas de entrada y los labios empezaron a moverse para empezar con un saludo que fue: "Saludos al Cápac Huari, hijo del gran emperador Túpac Yupanqui".
*Fin del primer capítulo.*