La mirada profunda emitida por Cápac, escudriñando los rostros y las acciones del hombre y la mujer mayores atraídas por el sacerdote mayor, no se hizo esperar. No era de extrañar que sus rostros, con comprensible miedo y extrañeza, estuvieran plasmados por completo. Comprensiblemente, ya que jamás podría imaginar que un niño de cinco años pudiera tener un rostro tan serio, una imagen tan solemne, y que pudiera causarles tantos escalofríos con solo una mirada. Sus ojos parecían evidenciar, en ese iris, un conocimiento, una iluminación incomprensible para cualquier mortal de la época.
La atmósfera sombría se interrumpió cuando el gran sacerdote se comunicó con Cápac y pronunció estas palabras:
—Su Majestad Cápac, como lo prometí, trajo a las dos personas más habilidosas del templo en temas de forja y tejido. Espero que logren cumplir los altos estándares que desea para su ambicioso proyecto para la entronación.
Señaló a las dos personas, quienes se recompusieron para no demostrar su evidente nerviosismo ante los factores combinados que ocurrían en ese instante.
Cápac, dirigiendo nuevamente la mirada hacia ellos con evidente curiosidad, realizó la pregunta más importante al forjador:
—Primero, ¿cuánto tiempo lleva trabajando en la forja y creación de objetos en bronce?
Con evidente nerviosismo, el forjador se apresuró a responder:
—Su Majestad, tengo quince años forjando objetos y adornos en bronce para el templo y sus sacerdotes de alto rango. Confío en mis habilidades para darle la forma que se me pida al material. Hasta ahora, he enseñado a más de diez aprendices que sirven bajo mi carga en el templo del dios Inti.
Al finalizar su respuesta, se pudo notar en sus ojos la confianza y pasión que sentía por la forja. La experiencia que había desarrollado era palpable, y el miedo que antes mostraba en su rostro había desaparecido. Sus palabras tenían sustento.
Cápac asintio antes de girar su cabeza hacia la tejedora y creadora de ropa de lana de llama, repitiendo la misma pregunta para confirmar sus habilidades. Ella no se hizo esperar:
—Tengo diecisiete años tejiendo y confeccionando ropa para los sacerdotes de alto rango en el templo. Puedo garantizar mis habilidades en la creación de ropa ceremonial. Tengo a mi cargo más de dieciséis aprendices con gran talento que me han ayudado.
Cápac volvió a asentir, aprobando sus respuestas. Luego, observándolos a ambos con intensidad, declaró:
—Es evidente la determinación en sus ojos, y confió en la habilidad del gran sacerdote mayor para reconocer talentos. Por lo tanto, depositaré esa misma confianza en ustedes dos para la misión que les voy a encargar.
Hizo una pausa, asegurándose de que comprendieran la importancia de sus palabras antes de continuar:
—Si bien estoy seguro de que entienden que sus roles están relacionados con sus habilidades, no saben aún que uno depende del otro para que todo se realice de forma correcta.
Señaló al forjador y le preguntó su nombre.
—Su Majestad, mi nombre es Titu —respondió el hombre con respeto.
Cápac afirmó y continuó:
—Bien, Titu. Tu labor es de gran importancia, y de ella dependerá el trabajo de la señora...
Al mirar a la tejedora, ella rápidamente respondió:
—Aclla.
—La señora Aclla —prosiguió Cápac—, lo que vas a hacer es forjar dos piezas de bronce puntiagudas y finas. Pero el método de forjado que usarás no será el habitual.
Los ojos de ambos artesanos se abrieron ligeramente, intrigados.
—El nuevo método que estoy por enseñarte —continuó Cápac, mostrando su rostro mas solemne — me fue conferido por el propio dios Inti, quien me encomendó la ardua misión de promoverlo. Se me entregaron dos métodos distintos: uno para la creación de herramientas y artesanías, y otro para la fabricación de armas más fuertes que las actuales. Este último requiere un proceso más detallado, pero por ahora, nos enfocaremos en el primero.
Cápac sabía que, para herramientas agrícolas, de minería y armas, se necesitaba una mayor dureza, pero las temperaturas y el proceso de templado requeridos no eran viables en ese momento. El método que compartiría con Titu consistía en reemplazar el arsénico —usado habitualmente en el bronce arsénico del imperio— por hemimorfita, un mineral que aportaba mayor resistencia y durabilidad.
—La hemimorfita —explicó Cápac mientras mostraba una muestra del mineral— suele ser de color blanco o azulado, con forma cristalina cuando se encuentra en depósitos concentrados. Esto la hace valiosa en el mercado, incluso como adorno para la nobleza.
—Para el uso a pequeña escala que necesitamos, esta cantidad será suficiente —continuó Cápac—. En su mente los pensamientos que tenia eran que en el futuro tendria que negociar con comerciantes para aumentar su extracción y reducir su costo. Esto permitirá escalar la producción y avanzar hacia la creación de herramientas más resistentes... y, eventualmente, hacia la forja de hierro.
El rostro de Titu se ilumina con entusiasmo. La posibilidad de crear un bronce superior, capaz de usar no solo en adornos sino en herramientas funcionales, era revolucionaria.
—Con tu experiencia —dijo Cápac, fijando sus ojos en el forjador—, confió en que lograrás dominar este método. tengo grandes expectativas en el trabajo que me daras
Fin del capítulo nueve.