Capitulo 2:La sombra del Peligro

El caos se desató en el parque. Los hombres de negro, con sus rostros ocultos tras capuchas oscuras, avanzaban como un torrente imparable. Akane sintió que su corazón latía con fuerza, una mezcla de miedo y determinación.

—¡Ren, cuida de Yuki! —ordenó su padre, mientras se colocaba en una posición defensiva frente a la familia.

—¡No! ¡Debemos ayudar! —protestó Akane, su instinto protector surgiendo con fuerza.

—Akane, escúchame. Necesitamos tiempo —respondió Kazuki, su mirada intensa reflejando la gravedad de la situación—. ¡Tú y Ren deben mantener a la pequeña a salvo!

Con una mirada resuelta, Akane asintió. No podía quedarse de brazos cruzados mientras su familia estaba en peligro. Sin embargo, el caos era abrumador. Los hombres de negro se abalanzaron sobre ellos, y la confusión reinaba. Ren, con su corazón palpitante, tomó a Yuki en brazos y se alejó, tratando de encontrar un lugar seguro.

—¡Akane! —gritó, pero su voz se perdió en el estruendo.

Akane se lanzó hacia Hana, quien intentaba proteger a sus hijos. Las sombras se acercaban cada vez más, y el tiempo parecía dilatarse. En un acto de valentía, Akane se interpuso entre su madre y los intrusos.

—¡No se la lleven! —gritó, su voz resonando con una fuerza inesperada.

Los hombres de negro se detuvieron, sorprendidos por la determinación en su mirada. Pero antes de que pudiera reaccionar, uno de ellos, más alto y amenazante, se abalanzó hacia su Hana. Akane, con el corazón en la mano, sintió como si el mundo se detuviera.

—¡No! —exclamó, pero el sonido del metal chocando y el grito ahogado de su madre fue suficiente para romper su espíritu. El eco del acto traicionero resonó en su mente mientras el horror se apoderaba de ella.

El caos se desató aún más cuando su tío (Kaito)apareció entre la multitud, sus ojos llenos de una locura que Akane nunca había visto.

—¿Por qué, tío? —preguntó Akane, su voz temblando entre la incredulidad y el dolor—. ¿Por qué haces esto?

—Porque siempre Kazuki ha sido el favorito —respondió su tío, su voz fría como el acero—. Y ahora, le enseñaré lo que significa perderlo todo.

Sin previo aviso, él tomó el brazo de su sobrino más pequeño (Shun) y, con un movimiento rápido, los dos desaparecieron en un oscuro portal que se abrió ante ellos. Akane sintió que su corazón se rompía. La angustia la invadió mientras veía a su madre caer, y el eco de la traición retumbaba en su mente.

—¡Ren! —gritó, buscando a su gemelo en medio del caos. La desesperación la envolvía como un manto pesado.

Ren apareció a su lado, con lágrimas en los ojos y la recién nacida en brazos. Su mirada era un reflejo del dolor que ambos compartían.

—Akane, ¿qué vamos a hacer? —preguntó, su voz temblando.

—Debemos encontrar a Kaito—respondió Akane, con una determinación renovada. No podían dejar que esta tragedia definiera su futuro. Tenían que luchar, no solo por su familia, sino por su propia supervivencia.

Los hombres de negro se dispersaron, y el parque, que antes fue un lugar de alegría, ahora era un campo de batalla. Akane y Ren se miraron, sabiendo que su vida había cambiado para siempre. La sombra del peligro había caído sobre ellos, y era hora de enfrentarse a su destino.

—No podemos rendirnos —dijo Akane, aferrándose a la mano de su hermano—. Vamos a rescatar a nuestro pequeño Shun. No importa lo que cueste.

Con cada paso, Akane sentía cómo la llama de la valentía crecía dentro de ella. La historia de su vida apenas comenzaba, y estaba decidida a escribir su propio destino, incluso si el camino estaba lleno de sombras.