En el Mundo del Dominio de Dios...
Li Xuan estaba de pie en un valle verde y exuberante, mirando al pequeño erizo inmóvil en el trono en el centro del valle.
En este momento, el pequeño erizo ya había experimentado un gran cambio.
Su cuerpo había crecido un círculo completo, y las púas en su espalda se habían vuelto rojas. Todas y cada una de sus púas estaban erguidas, afiladas y puntiagudas.
Todo su cuerpo emanaba un resplandor rojo sangre. Cada uno de sus movimientos emitía un poder que hacía palpitar el corazón. Su aura era anormalmente poderosa.
Li Xuan miró al pequeño erizo que estaba quieto y suspiró:
—Pequeño erizo, te estás haciendo cada vez más fuerte.
—Así es. Todavía tengo que agradecerte por tu conocimiento y enseñanza. Me has permitido aprender mucho. En el futuro, también seré como tú, transformándome en forma humana.
El pequeño erizo habló con indiferencia, y ocasionalmente un halo rojo sangre se extendía desde su cuerpo en todas direcciones.