—No, en realidad, no quiero convertirme en emperadora. Ahora mismo estoy viviendo una vida muy feliz. Si él puede regresar, seré aún más feliz —pensó Qin Yue en Li Xuan, y su corazón inmediatamente se llenó de calidez.
—Si ese es el caso, está bien también.
El Abuelo Tian asintió, y de repente apareció en su mano una pequeña botella de porcelana blanca. Era muy pequeña, solo un poco más grande que una copa de vino, y todo su cuerpo emitía un tenue resplandor.
En el momento en que apareció la pequeña botella de porcelana, todo el espacio se estremeció. Era como si este espacio no pudiera soportar la existencia de la pequeña botella de porcelana.
—Hay tres gotas de sangre aquí. Toma una gota cada mes. Será de gran ayuda para tu fuerza. No se lo des a otros. Solo tú puedes tomar la sangre.
Los ojos turbios del Abuelo Tian se aclararon. Miró a Qin Yue con una mirada amable. Luego, sus ojos se volvieron más turbios y el aura de muerte a su alrededor se hizo más densa.