Bulma y el Dr. Brief observaban las dos naves con gran interés. La complejidad de su diseño era impresionante, incluso para los genios de Capsule Corp.
—Esto es fascinante… —murmuró el Dr. Brief, pasando su mano por la superficie metálica de la nave esférica medio destruida.—Sí, pero también va a ser un desafío —respondió Bulma, cruzándose de brazos—. No es como si pudiéramos arreglar estas cosas en un par de días.
Mientras tanto, en otra parte del laboratorio, Tights charlaba animadamente con Yamcha y Launch.
—¡Llévenme con ustedes! —exclamó la rubia aventurera con entusiasmo.—¿Eh? —Yamcha arqueó una ceja—. ¿De verdad quieres venir?—¡Por supuesto! —Tights puso las manos en la cintura—. ¡Es un viaje por el universo! ¿Cómo podría perderme algo así? Además, ya he tratado con extraterrestres antes.
Launch se cruzó de brazos, pensativa.
—Bueno… no veo por qué no. Pero ¿estás segura? No sabemos qué tipo de peligros encontraremos allá afuera.—¿Peligros? ¡Eso lo hace más emocionante! —respondió Tights con una gran sonrisa—. Además, si algo sale mal, confío en que ustedes dos me protegerán.
Yamcha suspiró, pero sonrió de medio lado.
—Tienes agallas, lo admito. Bueno, si Bulma y el viejo Brief logran hacer que estas naves funcionen, entonces está decidido.
Launch asintió con determinación.
—Entonces, ¡el universo nos espera!
Durante esas dos semanas de entrenamiento, Yamcha y Launch no solo se enfocaron en fortalecer sus habilidades físicas, sino también en aprender nuevas técnicas.
Yamcha intentó dominar la Teletransportación (Shunkan Idō), una técnica extremadamente útil que había escuchado mencionar en sus recuerdos de su vida pasada. Sin embargo, por más que intentara concentrar su energía y localizar un ki lejano para trasladarse instantáneamente, siempre fallaba en el último momento.
—¡Maldición! —gruñó frustrado después de otro intento fallido, reapareciendo a solo unos metros de su posición inicial—. No puedo hacer que funcione como quiero…
—Quizás necesitas un maestro que realmente domine la técnica —dijo Launch mientras observaba—. No puedes aprenderlo solo con la teoría.
—Tienes razón… pero al menos logré progresar un poco —respondió Yamcha, suspirando.
Después de varios intentos, Yamcha se dio cuenta de que Ju Rei Jo: Shu no Gyo tenía una gran desventaja: aunque su duración era prolongada y reducía el ki de su objetivo de manera considerable, tardaba demasiado en lanzarse.
—Tsk… demasiado lenta —murmuró frustrado, al ver que Launch ya se había movido antes de que la técnica surtiera efecto.
—¡Tienes que concentrarte más! —le gritó Launch desde la distancia—. Si no puedes usarla en medio de una pelea, ¿para qué te sirve?
—Sí, sí… ya lo noté —respondió Yamcha con una sonrisa irónica.
Aunque la técnica era increíblemente útil para debilitar a un enemigo, requería mucho tiempo de preparación, lo que la volvía poco viable en combate directo contra oponentes rápidos.
—No es muy práctica para pelear, pero… —Yamcha llevó una mano a su mentón, pensativo—. Podría usarla en nuestro entrenamiento.
—¿Cómo? —preguntó Launch, intrigada.
—Si la usamos en nosotros mismos antes de entrenar, reduciremos nuestra energía y nos obligaremos a entrenar con menos ki. Sería como cargar pesas invisibles, pero sin el peso físico.
Launch sonrió, comprendiendo la estrategia de inmediato.
—Interesante… bueno, no podemos intentarlo cuando comencemos nuestro viaje a Namek.
Launch también trabajó en nuevas técnicas. Logró aprender el Bai Zakeruga, lanzando una potente descarga eléctrica que destruyo una montaña.
—¡Sí! ¡Voy mejorando! —exclamó emocionada.
Con el Gravirei, consiguió generar un campo gravitacional lo suficientemente fuerte como para inmovilizar momentáneamente a Yamcha, aunque él logró liberarse con esfuerzo.
—Apenas puedo moverme, pero el rango de efecto que controlas es muy pequeño y por poco tiempo— dijo Yamcha
—Esta técnica será útil si logro mantener su efecto por más tiempo y logro incrementar su rango de efecto —comentó Launch.
Sin embargo, el Reiko Hado Ken, una técnica curativa, le resultó un desafío. No podía canalizar su ki correctamente para sanar heridas.
—No entiendo… siento la energía, pero no fluye bien —murmuró, frustrada.
—Es porque estás acostumbrada a atacar, no a sanar —dijo Yamcha—. Necesitas cambiar tu enfoque.
—Sí… seguiré practicando. Quiero aprenderla.
Bulma y el Dr. Brief finalmente terminaron de modificar una de las naves alienígenas.
Después de semanas de arduo trabajo, la nave había sido mejorada con tecnología de Capsule Corp, aumentando su velocidad, estabilidad y resistencia para viajes largos en el espacio lo que permitiría a Yamcha y Launch seguir entrenando durante el viaje.
—¡Listo! —exclamó Bulma, limpiándose el sudor de la frente—. Esta es la mejor nave que podríamos construir con la tecnología que tenemos.
El Dr. Brief, con su pipa en la boca, asintió satisfecho.
—Hemos integrado sistemas de soporte vital avanzados, navegación automática y una sala de entrenamiento especial. ¡Podrán entrenar sin problemas en el espacio!
Yamcha, Launch y Tights se acercaron emocionados a la nave.
—¡Es impresionante! —dijo Yamcha, observando la nave modificada.
—¡Con esto podremos viajar a cualquier planeta sin problemas! —agregó Launch con una sonrisa.
Tights, con su mochila lista, sonrió con emoción.
—¡Bien, ya es hora de partir! ¡El universo nos espera!
Bulma cruzó los brazos y los miró con algo de preocupación.
—No olviden comunicarse si encuentran algo interesante… ¡Y por favor, no hagan locuras allá afuera!
—¡Nos cuidaremos! —respondió Yamcha.
Antes de subir a la nave, Yamcha, Launch y Tights se voltearon hacia Bulma y el Dr. Brief con una sonrisa.
—¡No se preocupen, les traeremos recuerdos de nuestro viaje! —dijo Yamcha con confianza.
—Tal vez una roca especial de otro planeta o una tecnología alienígena —agregó Launch con entusiasmo.
Tights, con una expresión traviesa, añadió:
—Si encontramos algo realmente genial, les traeremos un suvenir que deje a Capsule Corp en la historia.
Bulma suspiró, cruzándose de brazos.
—Más les vale… ¡Y no se metan en problemas!
El Dr. Brief soltó una pequeña risa y dijo con calma:
—Bueno, bueno, me conformo con que vuelvan sanos y salvos. ¡Tengan un buen viaje!
Con una última sonrisa y un gesto de despedida, el trío abordó la nave. Las puertas se cerraron, los motores comenzaron a rugir y, en cuestión de segundos, la nave despegó hacia el vasto universo, marcando el inicio de una nueva aventura.
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Mientras la nave surcaba el espacio, Tights estaba sentada frente a la consola principal, observando las coordenadas de Namek en una pantalla holográfica. Yamcha y Launch se acercaron con curiosidad.
—¿Cuánto tardaremos en llegar? —preguntó Yamcha, cruzándose de brazos.
Tights ajustó algunos controles y revisó los cálculos.
—Bueno, según nuestra velocidad, tal vez unas dos semanas.
Launch sonrió emocionada.
—¡Eso significa que tenemos bastante tiempo para entrenar!
—Exacto —asintió Yamcha con determinación—. No podemos perder ni un solo día. Vamos a la sala de entrenamiento.
Tights los miró de reojo mientras ellos se dirigían hacia la parte trasera de la nave.
—Hagan lo que quieran, pero no rompan nada. No quiero quedarme varada en el espacio porque a alguien se le pasó la mano lanzando una bola de energía —dijo con tono burlón.
—¡Lo tendremos en cuenta! —respondió Launch riendo, antes de que ella y Yamcha desaparecieran en el pasillo.
Paso una semana de viaje, Tights estaba cómodamente sentada en el asiento del copiloto, tomando una bebida fría mientras veía algunos videos en su tablet portátil. La nave avanzaba sin problemas cuando, de repente, una alarma comenzó a sonar, iluminando los controles con un parpadeo rojo.
—¿Eh? ¿Qué pasa ahora? —murmuró Tights, frunciendo el ceño mientras revisaba la pantalla principal. En ella, un objeto se acercaba rápidamente a su nave.
Al escuchar la alarma, Yamcha y Launch interrumpieron su entrenamiento y salieron corriendo hacia la cabina de mando.
—¿Qué está pasando? —preguntó Yamcha, poniéndose al lado de Tights.
—Parece que otra nave está cerca... —respondió ella, ampliando la imagen.
Cuando la nave desconocida apareció en pantalla, Yamcha y Launch abrieron los ojos con sorpresa.
—Espera, esa nave... —dijo Launch.
—Se parece mucho a la de Yaco... —añadió Yamcha con el ceño fruncido—. ¿Será otro patrullero galáctico?
Justo en ese momento, la nave alienígena envió una solicitud de comunicación por videollamada.
—Voy a aceptar —dijo Tights, apretando un botón en la consola, curiosa por ver quién estaba al otro lado.
En la pantalla apareció un rostro familiar.
—¡Son ustedes! —exclamó Yaco, sorprendido.
—¡Eres Tu! —respondieron al unísono Yamcha, Launch y Tights, completamente atónitos ante el inesperado reencuentro.
Yaco suspiró, cruzando los brazos con expresión desanimada.
—No… aún no me he encontrado con ninguna Cheelai…
Launch se rió con burla.
—Vaya, vaya, parece que tu destino romántico se está retrasando. ¿No será que simplemente no tienes suerte con las chicas, alienígena payaso?
Tights sonrió mientras tomaba un sorbo de su bebida.
—Bueno, el universo es grande. Quizás solo necesitas seguir buscando.
Yamcha, con una sonrisa burlona, le dio una palmada en el hombro… aunque solo era una imagen en la pantalla.
—Tranquilo, Yaco, cuando menos lo esperes, aparecerá. Quizás en una misión aburrida o en algún planeta perdido. Solo no te pongas nervioso cuando la veas.
Yaco gruñó, inflando los cachetes con molestia.
—¡Basta de eso! ¡No vine a hablar de mi vida amorosa! —exclamó, cambiando rápidamente de tema—. ¿Qué hacen ustedes en el espacio, de todos modos?
Launch respondió con confianza:
—Salimos a entrenar, nos dirigimos a Namek.
Tights, con una expresión relajada, agregó:
—Yo solo los acompaño porque me pareció una aventura interesante. Seguro que esto me inspira para escribir más historias.
Yaco parpadeó sorprendido.
—¿Namek? Pero… ¿no se supone que ese planeta está deshabitado?
Yamcha y Launch se miraron y luego respondieron al unísono:
—Lo sabremos cuando lleguemos.
Yaco suspiró y revisó sus datos.
—Bueno… supongo que no están haciendo nada ilegal, pero igual tengan cuidado. El universo está lleno de peligros y no quiero encontrarme con ustedes flotando en el vacío porque se metieron en problemas.
Launch rió y le guiñó un ojo.
—Nosotros somos los problemas.
Yamcha sonrió.
—No te preocupes, Yaco, sabemos cómo cuidarnos.
Launch sonrió con confianza y cruzó los brazos.
—Así es, ahora somos más fuertes que tú, Yaco.
El patrullero galáctico puso una expresión incrédula.
—¡Eso no me lo creo!
Yamcha, con una sonrisa desafiante, propuso:
—¿Por qué no aterrizamos en el planeta más cercano y lo averiguamos?
Yaco se encogió de hombros.
—Bien por mí.
—También por mí —dijo Launch, entusiasmada.
Decidieron descender en un planeta deshabitado cercano. La superficie rocosa y árida parecía perfecta para un combate.
Apenas tocaron tierra, Yaco se acomodó los guantes y miró a Launch.
—Te daré ventaja. Ataca primero.
Launch se rió con burla.
—No necesito ninguna ventaja, igual te ganaré fácilmente.
Yamcha sintió un escalofrío.
—(Pobre Yaco, ni siquiera sabe en lo que se metió…).
Yaco suspiró y adoptó postura de combate.
—Bueno, si ese es el caso, atacaré yo. Pero no digas que no te di una oportunidad.
El patrullero se lanzó a la ofensiva, lanzando una ráfaga de golpes y patadas con toda su velocidad. Sin embargo, Launch esquivó todo con facilidad, moviéndose con gracia y sin esforzarse demasiado.
Después de unos minutos de ataques fallidos, Launch decidió contraatacar. Con unos cuantos golpes, derribó a Yaco.
Tights, con los ojos bien abiertos, exclamó:
—¡Guau! ¿De verdad son tan fuertes ahora que pueden derrotar a Yaco con tanta facilidad?
Yamcha sonrió con confianza.
—Por supuesto. Si no fuéramos fuertes, no nos atreveríamos a viajar por el espacio.
Yaco se reincorporó lentamente, sacudiéndose el polvo y mirando a los dos con asombro.
—¿Cómo… cómo demonios se hicieron tan fuertes en tan poco tiempo?
Yamcha y Launch se miraron y luego respondieron con naturalidad:
—Entrenamos con el Dios de la Tierra.
Los ojos de Yaco se agrandaron.
—¡¿Un dios?! Debe ser realmente poderoso si pudo ayudarlos a aumentar su nivel de poder tan rápido…
Pero Yamcha y Launch negaron con la cabeza.
—No es por eso—dijo Yamcha—. Aprender a controlar el ki nos hizo mucho más fuertes.
Yaco se quedó boquiabierto ante esa revelación.
Yaco los miró con seriedad y comentó:
—¿Ustedes tienen un método para controlar su ki? La mayoría de los alienígenas no tienen esa capacidad, incluyéndome.
Llevó una mano a su barbilla, pensativo, y luego preguntó con cautela:
—Si no es mucha molestia… ¿podrían enseñarme?
Pero antes de que Yamcha o Launch pudieran responder, una alarma sonó en la nave de Yaco.
—¿Eh? ¿Qué pasa ahora? —dijo el patrullero, apresurándose a revisar la pantalla de su nave.
Tights, que estaba tomando una bebida mientras observaba todo con interés, levantó una ceja.
—¿Problemas, patrullero galáctico?
Después de leer los datos, su expresión se volvió más seria.
—Parece que me dieron una misión… Debo capturar a unos delincuentes espaciales.
—¡¿Delincuentes espaciales?! —Tights se inclinó hacia adelante con emoción—. ¡Eso suena como material para una historia increíble!
Yamcha y Launch se miraron entre sí y luego sonrieron con emoción.
—Suena divertido —dijo Launch, tronándose los nudillos.
—Si necesitas ayuda, cuenta con nosotros —añadió Yamcha con confianza.
Yaco parpadeó sorprendido, pero luego sonrió agradecido.
—¡Eso sería genial! No lo quería admitir, pero parece que estos tipos son un poco más fuertes de lo normal…
El patrullero se rascó la cabeza con incomodidad y confesó:
—Si ustedes no se hubieran ofrecido a ayudarme, probablemente habría llamado refuerzos.
Yamcha cruzó los brazos y sonrió.
—Entonces nosotros seremos tus refuerzos. ¿Dónde encontramos a esos delincuentes?
Cuando llegaron al pequeño planeta donde los delincuentes estaban causando estragos, la escena era un caos. Varias estructuras estaban parcialmente destruidas, y algunos alienígenas locales huían despavoridos.
En el centro del desastre, dos figuras esperaban con confianza.
El primero era Kanui, un alienígena musculoso y de apariencia intimidante. Su cuerpo era de color gris oscuro, con cicatrices que parecían moverse por sí solas. Su extraña habilidad le permitía controlar su anatomía y fisiología, moviendo sus órganos a voluntad para evitar ataques letales. Además, tenía una regeneración increíble.
El segundo era Meleoron, un alienígena con aspecto de camaleón. Su piel era verde y rugosa, y tenía una cola larga que se movía lentamente. Sus ojos eran reptilianos y afilados. Podía hacerse invisible a voluntad, lo que lo convertía en un oponente difícil de detectar.
Yaco frunció el ceño y les explicó rápidamente:
—El de la izquierda es Kanui, es casi imposible de matar debido a su habilidad. El otro es Meleoron, un ladrón peligroso que puede volverse invisible. ¡Tengan cuidado!
Yamcha sonrió con confianza y miró a Kanui.
—Parece que tú eres el más fuerte aquí. Yo seré tu oponente.
Launch se giró hacia Meleoron, con una sonrisa desafiante.
—Si crees que hacerte invisible te va a ayudar, te llevarás una gran sorpresa.
Tights los observaba desde la nave de Yaco, sacando su libreta y tomando notas.
—¡Esto se pone bueno! Dos delincuentes espaciales contra dos luchadores de la Tierra. ¡Definitivamente esto será material para mi próximo libro!
Meleoron rió con burla y desapareció de la vista, mientras Kanui flexionaba sus músculos y los movía de forma antinatural.
—No sean arrogantes mocosos —dijo Kanui con una voz ronca.
Yamcha esquivaba con facilidad los ataques de Kanui, quien había transformado sus manos en cuchillas afiladas y había hecho crecer dos pares de brazos extra para aumentar su ofensiva. Sin embargo, ni un solo ataque lograba alcanzarlo.
—¡Quédate quieto, maldita sea! —gruñó Kanui, frustrado al ver que Yamcha era demasiado rápido.
Yamcha, con una expresión seria, notó que sus golpes no estaban causando el daño esperado. Kanui movía sus órganos internos constantemente para evitar que los ataques fueran letales.
—Así que esa es tu habilidad… —murmuró Yamcha, alejándose un poco. —Entonces acabaré esto de una vez.
Kanui sonrió con arrogancia.
—¿Acabarlo? ¡Imposible! No puedes golpear lo que no está en su lugar.
Yamcha extendió su mano y comenzó a concentrar energía oscura a su alrededor.
—Eso no será necesario… Jaou Ensatsu Kokuryuha .
De repente, una enorme llama negra envolvió a Kanui, quemándolo instantáneamente. El extraterrestre gritó de dolor, retorciéndose mientras el fuego calcinaba su cuerpo.
—¡Por favor, no me mates! Ya no are mas fechorías—rogó Kanui, cayendo de rodillas, con el cuerpo chamuscado.
Yamcha detuvo la técnica, observándolo con frialdad.
—No tengo interés en matar a un debilucho como tú.
Luego Yaco vino y esposo a Kunai—Tendras tiempo de arrepentirte en la carcel
Mientras tanto, Launch enfrentaba un problema inesperado.
Meleoron se hacía invisible y, para su sorpresa, también ocultaba su ki, lo que dificultaba su detección.
—Tsk, esto es molesto… —murmuró Launch, mirando a su alrededor, sin éxito.
De repente, sonrió.
—Si no puedo verte… entonces haré que tú tampoco puedas ver.
Con un rápido movimiento, ejecutó un Taiyōken (Destello Solar), iluminando toda el área con una luz cegadora.
—¡GAAAH! —Se escuchó un grito de dolor, revelando la posición exacta de Meleoron.
Launch aprovechó la oportunidad y, con una velocidad increíble, lo golpeó varias veces en el rostro y el abdomen.
—¡No juegues conmigo, lagartija! —gritó, antes de propinarle un golpe final que lo dejó inconsciente.
Poco después, Yaco se acercó y esposó a los dos criminales.
—¡Increíble! —dijo emocionado. —Gracias por su ayuda. Si no fuera por ustedes, habría tenido que pedir refuerzos.
Yamcha se cruzó de brazos.
—Ese Kanui era molesto, pero nada especial.
Launch se limpió las manos con orgullo.
—El camaleón sí me dio problemas, pero al final no fue para tanto.
Tights, observando desde su nave, aplaudió con entusiasmo.
—¡Esto fue impresionante! Ya tengo una nueva idea para mi novela.
Yaco suspiró de alivio, mientras preparaba su nave para llevar a los criminales de vuelta.
—Bueno, esto me ahorró mucho trabajo… ¿Quieren que los invite a algo como agradecimiento?
Yamcha y Launch se miraron y sonrieron.
—No suena mal. —dijo Yamcha.
Después de disfrutar de una buena comida cortesía de Yaco, este se despidió del grupo con una sonrisa.
—Bueno, ha sido un placer verlos de nuevo. Tal vez algún día vuelva a necesitar su ayuda.
Yamcha se cruzó de brazos y sonrió.
—Cuando quieras. Pero oye, ¿qué te parecería venir a la Tierra en un año y medio? Se celebrará un Torneo de Artes Marciales, y podrías ver qué tan fuerte nos hemos vuelto.
Launch asintió con confianza.
—Sería bueno que vieras un verdadero espectáculo.
Yaco se llevó una mano al mentón, pensativo.
—Hmm… suena interesante. Además, quiero que ese tal Kami-sama me enseñe a controlar el ki.
Tights, emocionada, intervino.
—¡Sí, sería genial que vinieras! Y si no te interesa pelear, al menos podrías quedarte como espectador y disfrutar el evento.
Yaco asintió con una sonrisa.
—Bueno, tal vez lo haga. Nos vemos entonces.
Tras despedirse, Yaco abordó su nave y partió, mientras Yamcha, Launch y Tights continuaron su viaje hacia Namek.
Una semana después…
La nave del grupo surcaba el espacio silenciosamente, hasta que una alarma resonó por toda la cabina.
—Parece que estamos por ingresar a la atmósfera de Namek —dijo Tights, revisando el panel de control.
En ese momento, Yamcha y Launch salieron de la sala de entrenamiento, cubiertos de sudor pero con una expresión satisfecha.
—Justo a tiempo —comentó Yamcha, moviendo los brazos para relajarse.
—Sí, ya era hora de ver cómo es este planeta —dijo Launch mientras desactivaba el Ju Rei Jō: Shu no Gyo, la técnica que les reducía el ki a la mitad para entrenar con mayor dificultad.
En cuanto lo hicieron, ambos sintieron una gran diferencia en su poder.
—Se siente bien volver a usar todo mi ki —dijo Yamcha, estirando los músculos.
—Definitivamente —agregó Launch, sonriendo.
Launch cruzó los brazos y los miró con una ceja levantada.
—A ustedes en verdad les encanta entrenar, ¿eh?
Yamcha sonrió mientras se estiraba los brazos.
—Bueno, si queremos defender la Tierra de enemigos poderosos, es necesario entrenar arduamente. No podemos confiarnos con nuestra fuerza actual.
Launch suspiró, pero luego esbozó una sonrisa desafiante.
—A mí no me gusta quedarme detrás de el.
Yamcha rió levemente.
—Eso ya lo sé. Por eso te has vuelto tan fuerte.
Tights, observando la interacción, sonrió divertida.
—Bueno, mientras ustedes dos compiten por ver quién es más fuerte, yo solo espero que Namek tenga algo interesante que escribir.
El grupo miró por la ventana mientras la nave descendía hacia el misterioso planeta.
La nave aterrizó suavemente en la superficie de Namek, levantando un poco de polvo verdoso. Luego de unos momentos, la compuerta se abrió, y Yamcha, Launch y Tights descendieron con curiosidad.
Tights observó el paisaje con asombro. El cielo era de un tono turquesa intenso, y la tierra tenía un color azulado que contrastaba con los árboles y el agua.
—Wow... Este lugar es completamente diferente a la Tierra. Es como si estuviera en un sueño de ciencia ficción —comentó emocionada mientras sacaba su cámara para tomar algunas fotos.
Yamcha y Launch cerraron los ojos por un momento, concentrándose en sentir las energías del planeta.
—Puedo sentir unos cientos de ki dispersos por el planeta —dijo Yamcha con un tono serio.
—Sí... Pero hay muy pocos habitantes para un mundo tan grande —añadió Launch con el ceño fruncido—. Algo tuvo que haber pasado aquí.
Tights dejó de tomar fotos y los miró con curiosidad.
—¿Qué quieren decir?
Yamcha cruzó los brazos.
—Si un planeta tan grande solo tiene unos pocos cientos de personas, eso significa que sufrió una catástrofe en el pasado.
Launch asintió.
—O fueron atacados, o hubo un desastre natural. Pero de cualquier forma, aquí pasó algo malo.
Tights tragó saliva y miró a su alrededor con más atención.
—Bueno... espero que no nos metamos en problemas en este viaje.
Yamcha sonrió y le dio una palmada en el hombro.
—No te preocupes. Si algo pasa, nosotros te protegeremos.
Launch sonrió de lado.
—Sí, no dejaré que te pase nada, Tights.
—Por cierto, ¿sientes ese gran ki? —preguntó Launch a Yamcha con una expresión seria.
Yamcha asintió y frunció el ceño.
—Sí, lo siento. Es muchísimo más fuerte que nosotros... —respondió con cierta sorpresa—. Ese debe ser su guerrero más poderoso.
Tights miró a ambos con curiosidad.
—¿Es tan fuerte? ¿Creen que sea hostil?
—No lo sabemos —respondió Launch, cruzándose de brazos—. Pero antes de ir a conocerlo, lo mejor será visitar un pueblo cercano y hablar con los habitantes. Así podrán ver que no somos hostiles.
—Buena idea —dijo Yamcha, relajando su postura—. No queremos que nos confundan con invasores.
Tights asintió con entusiasmo.
—Sí, además quiero entrevistar a los namekianos. Seguro tienen historias increíbles.
Con su plan decidido, el grupo comenzó a avanzar, siguiendo las energías de los habitantes más cercanos, listos para descubrir más sobre el misterioso planeta Namek.