Resurgimiento de Piccolo Daimaku I

Año 745.

Mientras Yamcha, Launch y Tights se entrenaban en Namek, en la Tierra ocurría un evento que cambiaría el destino del planeta. Un grupo de buceadores exploraba las profundidades de un antiguo templo sumergido en el Océano Pacífico cuando encontraron una vasija de apariencia antigua y misteriosa. Sin sospechar el mal que contenía, decidieron llevarla a la superficie, convencidos de que se trataba de un artefacto valioso.

Al llegar a la costa, la curiosidad los llevó a abrir la vasija, sin saber que su acción desataría un desastre. Un estruendo ensordecedor resonó en la playa cuando la tapa de la vasija saltó por los aires, y de su interior emergió una figura temible: el anciano Gran Rey Demonio, Piccolo Daimaō. El aire se llenó de una energía oscura mientras el demonio reía con voz atronadora, celebrando su libertad tras siglos de encierro.

"Por fin... por fin soy libre otra vez", proclamó con una sonrisa cruel. "La Tierra volverá a temblar bajo mi reinado de terror. Pero primero... debo recuperar mi juventud y mi poder".

Uno de los buceadores, temblando, retrocedió unos pasos. "¿Q-qué es esto? ¿Quién eres tú?"

Piccolo Daimaō se giró lentamente hacia él, con una sonrisa siniestra. "Soy el ser que traerá el caos a este mundo... y tú, insignificante humano, serás el primero en caer".

"¡Corran!" gritó otro de los buceadores. "¡Tenemos que avisar a alguien!"

"No llegarán a ninguna parte", respondió Piccolo Daimaō con frialdad. Alzó su mano y, con un simple gesto, desató una ola de energía letal que aniquiló a los buceadores al instante. Luego, contempló el horizonte, reflexionando sobre su próximo paso.

"Mi poder aún es insuficiente... Necesito encontrar la manera de rejuvenecer", murmuró para sí mismo. "Si los humanos todavía recuerdan mi leyenda, es posible que también recuerden cómo hacerlo..." Piccolo Daimaō frunció el ceño, cruzándose de brazos. "Aún podrían saber cómo usar esa técnica para volver a sellame..."

Decidido, engendró un par de hijos, Tambourine y Cymbal, para que reunieran información sobre la actualidad y buscaran una manera de rejuvenecerlo. Una vez que sus hijos estuvieron listos, Piccolo Daimaō les dio una orden clara.

"Deben obtener toda la información posible sobre este mundo. No solo quiero saber cómo recuperar mi juventud, sino también quiénes son los guerreros más fuertes de la actualidad. No permitiré que nadie se interponga en mi camino."

"Entendido, padre", respondió Tambourine con una expresión feroz. "Nos aseguraremos de que no haya amenazas para tu reinado".

"Buscaremos entre los humanos hasta obtener las respuestas que necesitamos", añadió Cymbal con determinación.

Ambos recorrieron ciudades, interrogando a la gente hasta que un ciudadano mencionó una vieja leyenda sobre unas esferas capaces de conceder cualquier deseo. Sin embargo, no sabía cómo eran ni dónde encontrarlas.

"¿Esferas mágicas? Eso suena demasiado conveniente", comentó Tambourine con escepticismo.

"Aún así, si existe una posibilidad de que sean reales, debemos investigarlo", replicó Cymbal. "Padre debe recuperar su poder cuanto antes".

Intrigados, también preguntaron quién era la persona más inteligente de la Tierra, pues suponían que él podría conocer la verdad sobre esas esferas y cómo obtenerlas.

"Y díganme, humanos... ¿quiénes son los mejores artistas marciales de este mundo?" preguntó Tambourine con una mirada afilada.

Un ciudadano tembloroso respondió: "Los mejores luchadores del mundo compiten en el Torneo Mundial de las Artes Marciales, que se celebra en la Isla Papaya. Ahí es donde pueden encontrar a los más fuertes".

Cymbal avanzando y se volvió hacia su hermano. "Debemos dividirnos. Tú irás al torneo a investigar a los guerreros más fuertes de la Tierra. Yo iré a Capsule Corp para interrogar al hombre más inteligente sobre las esferas del dragón".

Tras recibir sus órdenes, Cymbal voló directamente hacia Capsule Corp. Al llegar, descendió con violencia, destruyendo parte del techo con un potente impacto. En el interior, el Dr. Brief se sobresaltó y quedó paralizado al ver a la imponente criatura demoníaca ante él.

"Tú, humano..." rugió Cymbal con voz amenazante. "Eres el ser más inteligente de la Tierra, ¿verdad? Dime todo lo que sabes sobre las esferas del dragón o destruiré este lugar sin dudarlo".

El Dr. Brief, comprendiendo el peligro en el que se encontraba, decidió cooperar para salvar su vida. "Sí, sí... sé sobre ellas", respondió con nerviosismo. "Incluso he creado un radar capaz de detectarlas... Si me dejas con vida, te lo entregaré".

Cymbal entrecerró los ojos, evaluando la situación. "Más te vale que no me estés mintiendo. Dame ese radar ahora mismo".

El Dr. Brief tomó apresuradamente el radar y se lo entregó. "Con este dispositivo podrás encontrar las esferas del dragón... Por favor, ya tienes lo que buscas. No hay necesidad de más violencia".

Cymbal miró el radar con curiosidad, comprobando su funcionamiento. "Interesante... Parece que esta tecnología será útil. Considérate afortunado, humano. Hoy conservarás tu vida".

Con el radar en mano, Cymbal salió de Capsule Corp a toda velocidad, listo para informar a su padre sobre su hallazgo.

Mientras tanto, Tambourine llegó a la Isla Papaya, donde, hace dos años y medio, se celebró el último Torneo Mundial de las Artes Marciales. Descendió sobre la arena del torneo, provocando alboroto entre los presentes. Sin perder tiempo, se dirigirá al personal del evento con una mirada intimidante.

"Escuchen bien, insignificantes humanos", dijo con voz fría y dominante. "Quiero toda la información sobre los participantes de este torneo. Sus nombres, sus habilidades y dónde viven. No me hagan repetirlo".

Uno de los organizadores, con valentía, se negó a cooperar. "No te daremos nada, monstruo", exclamó con determinación. Sin embargo, su resistencia fue en vano, pues Tambourine, con una risa cruel, lo fulminó con un solo golpe, dejándolo sin vida en el suelo.

El resto del personal, aterrorizado por la brutal ejecución, no tardó en cambiar de actitud. Temblando, comenzó a reunir los documentos con información de los luchadores que habían participado en aquel evento. Uno de ellos tartamudeó: "E-estas son las listas de los luchadores inscritos. Incluyen sus registros de combates y algunos datos personales... Por favor, no nos hagas daño".

Tambourine tomó los documentos y los revisó con detenimiento. "Veamos... Esto será más que suficiente", murmuró con una sonrisa siniestra. "Padre estará complacido con esta información".

Sin más que agregar, Tambourine se elevó en el aire y partió a toda velocidad, listo para llevar los datos a Piccolo Daimaō.

Al llegar al punto de reunión, tanto Tambourine como Cymbal se arrodillaron ante su padre, entregándole respetuosamente los documentos y el radar.

"Padre, hemos cumplido con tu voluntad", declaró Tambourine con reverencia. "Aquí tienes toda la información sobre los guerreros más fuertes de la Tierra."

Cymbal extendiendo el radar hacia Piccolo Daimaō. "Y con este dispositivo, podremos encontrar las esferas del dragón. Según el humano que lo creó, es capaz de localizarlas con precisión."

Piccolo Daimaō tomó los objetos con una sonrisa satisfecha.

"Dime, Tambourine, ¿qué son exactamente estas esferas del dragón?" preguntó con interés, observando el radar. "Tambourine inclinó la cabeza respetuosamente antes de responder. "Padre, según la información obtenida, las esferas del dragón son siete orbes mágicos que, cuando se reúnen, convocan a un ser llamado Shenlong, quien concede cualquier deseo. Son extremadamente valiosas y, al parecer, han sido usadas en el pasado para eventos extraordinarios."

Los ojos de Piccolo Daimaō brillaron con ambición. "¿Cualquier deseo, dices? Entonces mi juventud y poder absoluto están al alcance de mi mano..."

"Sí, padre", asintió Tambourine. "Y gracias a este radar, podremos localizarlas con facilidad. Solo necesitamos encontrar todas y el deseo será tuyo".

Piccolo Daimaō dejó escapar una carcajada maligna. "Bien hecho, mis hijos... Con esta información, nuestro plan avanza un paso más." Pronto, la Tierra volverá a temblar ante mi poder."

Luego observará a sus hijos con una expresión seria y les dio nuevas órdenes. "Tambourine, tu misión será recolectar las esferas del dragón. Usa el radar y no descanses hasta obtenerlas todas."

"Como deseas, padre", respondió Tambourine con una sonrisa confiada. "No habrá obstáculo que me detenga."

"Cymbal", continuó Piccolo Daimaō, "tú te encargarás de eliminar a todos los artistas marciales de la lista. No quiero que quede ni un solo guerrero con la capacidad de desafiarme".

Cymbal golpeó su puño contra la palma de su otra mano con emoción. "Será un placer, padre. Me aseguraré de que ningún luchador se quedará en pie".

Piccolo Daimaō entusiasmado con satisfacción. "Bien, entonces no hay tiempo que perder. ¡Vayan y cumplan con su deber!"

"¡Sí, padre!" respondieron ambos al unísono antes de partir para cumplir sus misiones.

Cymbal no perdió tiempo y comenzó su cacería. Su primera víctima fue Bacterian, a quien emboscó y eliminó sin esfuerzo. Luego, se dirigió hacia Ranfan, quien intentó escapar, pero fue alcanzada y aniquilada de un solo golpe. Con cada asesinato, la semilla de sangre de Cymbal crecía más.

Tras completar estas eliminaciones, Cymbal se dirigió hacia Kame House, donde esperaba encontrar más artistas marciales dignos de ser exterminados. Al llegar, irrumpió con violencia y se encontró cara a cara con el Maestro Roshi. Sin perder tiempo, Cymbal dirigió su mirada a los discípulos del anciano y sonriendo con malicia.

"Parece que aquí hay más insectos que exterminar", dijo mientras se lanzaba a toda velocidad contra ellos.

Roshi reaccionó de inmediato, colocándose entre Cymbal y sus alumnos. Con un rápido movimiento, bloqueó el ataque del demonio, deteniéndolo en seco.

"Si quieres lastimarlos, tendrás que pasar sobre mi cadáver", dijo el anciano con seriedad antes de adoptar una postura de combate.

"Vaya, un anciano valiente... ¿Eres tú otro artista marcial?" se burló Platillo.

Roshi, con su característico semblante serio, lo miró fijamente. "Sé quién eres y lo que representas... No permitiré que sigas con tu matanza."

Cymbal soltó una risa burlona. "Antes de acabar contigo, anciano, dime una cosa... En el torneo de artes marciales hubo un luchador llamado Jackie Chun que demostró un poder impresionante. Algunos rumores dicen que tú y él son la misma persona. ¿Es cierto?"

Roshi se sintió levemente, pero no respondió de inmediato. "Jackie Chun... Qué recuerdos. No importa quién sea él, lo que importa es que no permitiráé que sigas con tu matanza."

Platillo chasqueó la lengua. "Tsk, no importa. No vivirás lo suficiente para que eso tenga relevancia." "No tienes oportunidad contra mí, anciano. Mi padre, Piccolo Daimaō, pronto obtendrá las esferas del dragón y recuperará todo su poder. Nadie podrá detenerlo".

Roshi frunció el ceño, alarmado por la noticia. "Eso no puede suceder... Debemos impedirlo a toda costa."

Cymbal avanzó con velocidad, lanzando un golpe descendente con su garra, pero Roshi esquivó con agilidad, retrocediendo en un rápido movimiento. El demonio rugió y lanzó una patada giratoria, obligando al anciano a bloquear con los antebrazos. La fuerza del impacto hizo temblar el suelo, pero Roshi no se inmutó.

"Eres más fuerte de lo que pareces, anciano... pero no lo suficiente", dijo Cymbal con una sonrisa confiada.

Roshi respondió con un movimiento relámpago, desapareciendo de la vista de Cymbal por un instante y reapareciendo detrás de él con un poderoso golpe directo a su espalda. Platillo gruñó de dolor, pero no cayó. Con furia, lanzó un aliento de fuego desde su boca, obligando a Roshi a saltar lejos para evitar ser incinerado.

La pelea continuó con una serie de intercambios feroces, con Roshi esquivando y contraatacando con golpes certeros. Aunque Cymbal poseía una gran fuerza bruta, la velocidad y la experiencia del anciano lo superaban. Finalmente, Roshi reunió su energía y ejecutó un Kamehameha directo al pecho del demonio, atravesándolo por completo y dejándolo sin vida en la arena. A pesar de su fuerza, Cymbal subestimó al anciano, quien con gran destreza logró derrotarlo utilizando toda su experiencia y poder. Con un último ataque, Roshi eliminó un Cymbal, dejándolo sin vida en la arena.

Tras la victoria, Roshi reunió a sus discípulos, entre ellos Ranma, Shampoo, Ukyo y Chichi. "Escuchen bien, jóvenes. El terrible Piccolo Daimaō ha sido liberado y planea usar las esferas del dragón para recuperar su poder. No podemos permitir que eso suceda. Debemos detenerlo antes de que sea demasiado tarde."

Ranma cruzó los brazos y frunció el ceño. "Si ese monstruo es tan peligroso como dices, no podemos perder tiempo. ¿Qué hacemos primero, maestro?"

Shampoo apretó los puños con determinación. "Shampoo no dejará que demonio destruya todo. Lucharemos con todas nuestras fuerzas."

Ukyo ascendió. "Estoy de acuerdo. Pero primero necesitamos un plan. No podemos enfrentarnos a algo así sin una estrategia."

Chichi, preocupada, miró a Roshi. "Maestro, ¿qué tan fuerte es Piccolo Daimaō? ¿Realmente podemos detenerlo?"

Roshi suspir y los mir con seriedad. "Piccolo Daimaō es una amenaza como ninguna otra. Su poder era tan grande que los guerreros de antaño tuvieron que sellarlo en lugar de derrotarlo. Pero eso no significa que debamos rendirnos. La clave será actuar rápido y evitar que reúna todas las esferas del dragón."

Ranma entusiasmado con confianza. "Entonces, más vale que nos pongamos en marcha. No dejaremos que ese viejo demonio se salga con la suya."

Roshi susspiró y continuó: "Por desgracia, no tenemos a mano algo para localizar las esferas del dragón, así que tendrán que ir a Capsule Corp y pedir un radar. Con él, podremos adelantarnos a Piccolo Daimaō y evitar que reúna todas las esferas".

Ukyo suspir y mir a sus compaeros con preocupacin. "Esperamos que aún estemos a tiempo de detenerlos. No podemos dejar que Piccolo Daimaō logre su objetivo."

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Mientras tanto, en el templo de Kami, Tenshinhan, Pamputt, Krillin, Rey Chappa, Nam y Chaoz estaban entrenando intensamente, preparándose para cualquier amenaza futura.

Yajirobe, Chaoz y Nam se encontraban bajo la estricta supervisión de Mister Popo, quien les enseñaba a manipular el ki con precisión. La energía fluía a su alrededor mientras intentaban mantener su concentración y control en cada movimiento. Cada error era corregido de inmediato por Mister Popo, quien con su misteriosa habilidad los guiaba en la dirección correcta.

"Concéntrense, sientan el flujo de su energía", instruyó Mister Popo con su voz calmada. "Si no pueden controlarla, serán como una vela a merced del viento."

Nam, con una expresión de determinación, niveló y cerró los ojos. "Debo dominar esto... para proteger a los míos."

Chaoz, con esfuerzo, intentaba controlar una pequeña esfera de energía. "Esto es más difícil de lo que parece... pero no me rendiré."

Por otro lado, Tenshinhan, Pamputt, Krillin y Rey Chappa llevaban su entrenamiento a un nivel superior. Peleaban ferozmente entre ellos mientras volaban, demostrando su dominio absoluto sobre el control del ki. Sus golpes eran veloces y certeros, cada impacto resonando en el aire como un trueno. La intensidad de la batalla crecía a medida que perfeccionaban sus técnicas.

"¡No te distraigas, Krillin!" exclamó Tenshinhan mientras lanzaba un rápido golpe que el monje apenas pudo esquivar.

"¡Estoy haciendo lo mejor que puedo!" respondió Krillin, contragolpeando con una ráfaga de energía.

Pamputt observará la batalla con una sonrisa desafiante. "No bajen la guardia, en una pelea real no hay segundas oportunidades".

Rey Chappa aterrizó suavemente y secó el sudor de la frente. "Este entrenamiento es brutal, pero siento que me estoy volviendo más fuerte".

Todo esto se realizó bajo condiciones extremas impuestas por Kami. Vestían trajes de entrenamiento que pesaban 500 kg, lo que obligaba a sus cuerpos a sobrepasar sus límites. Además, el templo se encontraba en una zona con niveles reducidos de oxígeno, lo que los forzaba a fortalecer su resistencia y capacidad pulmonar. Cada paso, cada movimiento, era una prueba de su determinación y disciplina.

"Si pueden entrenar en estas condiciones, el mundo exterior será un juego de niños", comentó Kami, observándolos con atención. "Pero aún están lejos de su verdadero potencial."

"¿Qué más debemos hacer para mejorar?" preguntó Tenshinhan, con el rostro serio.

Kami cerró los ojos y respondió con calma. "Seguir entrenando hasta que sus cuerpos y mentes se sincronicen con su energía. Hasta que el ki no sea solo una herramienta, sino una extensión de ustedes mismos."

De repente, Kami abrió los ojos con una expresión de preocupación. Una energía oscura se había despertado en la Tierra.

"No puede ser..." murmuró, con el ceño fruncido.

Los guerreros notaron el cambio en su expresión. Tenshinhan fue el primero en preguntar: "¿Ocurre algo, Kami-sama?"

Kami los miró con seriedad y finalmente habló. "He sentido la presencia de alguien... alguien que no debería estar aquí. Piccolo Daimaō ha sido liberado".

Los presentes quedaron en silencio. Aunque desconocían su historia, la gravedad en la voz de Kami les hizo comprender que se trataba de una gran amenaza.

"¿Quién es Piccolo Daimaō?" preguntó Krillin con inquietud.

Kami sospechó y comenzó a relatar su historia. "Hace muchos años, este mundo fue aterrorizado por un ser maligno llamado Piccolo Daimaō. Su poder era inmenso y su ambición, desmedida. Fue derrotado y sellado, pero ahora ha vuelto. Y no solo eso... está buscando las Esferas del Dragón para recuperar su juventud y restaurar todo su poder."

"¡¿Las Esferas del Dragón?!" exclamó Chaoz, sorprendido.

"Sí. Si las consigue y logra su deseo, nadie en la Tierra podrá detenerlo", afirmó Kami con gravedad.

Pamputt apretó los puños. "Entonces, tenemos que detenerlo antes de que eso suceda."

"No es tan fácil", dijo Kami. "Por razones que no puedo explicar, yo mismo no puedo intervenir en esta batalla. Dependerá de ustedes. Confiaré en su fuerza para enfrentar esta amenaza".

Tenshinhan tomó una decisión. "Si ese demonio representa un peligro para el mundo, lo detendremos. No importa lo fuerte que sea."

Krillin respiró hondo. "Entonces, tenemos que impedir que consiga las Esferas del Dragón a toda costa."

"Exactamente", dijo Kami. "Su entrenamiento aún no ha terminado, pero ya no hay tiempo que perder. Deben estar preparados para lo que se avecina."

Con renovada determinación, todos continuaron su entrenamiento, ahora conscientes del peligro inminente que acechaba la Tierra. Sabían que el destino del mundo podía depender de ellos.

Finalmente, Kami tomó una decisión. "Pamputt, Krillin, Tenshinhan y Rey Chappa, su entrenamiento ha sido suficiente por ahora. Necesito que partan de inmediato. Detengan a Piccolo Daimaō ya sus secuaces antes de que sea demasiado tarde".

Tenshinhan asintió. "Entendido, Kami-sama. No fallaremos."

Krillin cerró los puños, determinado. "¡Haremos lo que sea necesario para proteger la Tierra!"

Rey Chappa sonriendo con confianza. "Vamos a darle pelea a ese demonio."

Pamputt dio un paso al frente. "No podemos dejar que consiga las Esferas. ¡Nos aseguraremos de detenerlo!"

Kami los miró con orgullo y determinación. "Que el destino esté de su lado. Ahora vayan."

Con una última mirada de determinación, los cuatro guerreros despegaron del templo de Kami, listos para enfrentarse a la amenaza de Piccolo Daimaō y sus secuaces.

Mientras tanto, en otro lugar, Tambourine regresa con su padre, Piccolo Daimaō, para entregarle cinco de las Esferas del Dragón. Su vuelo era veloz y seguro, impulsado por la emoción de haber cumplido con éxito su misión.

Al aterrizar frente a Piccolo Daimaō, Tambourine se arrodilló con respeto y colocó las esferas ante él. "Padre, he conseguido cinco de las Esferas del Dragón, tal como ordenaste. Pronto podremos reunirlas todas y conceder tu deseo".

Piccolo Daimaō observó las esferas con una sonrisa maliciosa. "Bien hecho, Tambourine. Con estas, estamos más cerca de mi objetivo final. Solo faltan dos más... y entonces, recuperaré mi juventud y mi poder absoluto."

Pandereta infló el pecho con orgullo. "No pasará mucho tiempo, padre. Estas insignificantes criaturas no pueden detenernos."

Pero la expresión de Piccolo Daimaō se ensombreció. "Pandereta, hay algo que debes saber".

Pandereta frunció el ceño. "¿De qué se trata, padre?"

Piccolo Daimaō apretó los puños. "Simbal ha sido eliminado."

Los ojos de Tambourine se abrieron con sorpresa y furia. "¡¿Qué?! ¡¿Cómo es posible?! ¡Era un guerrero formidable!"

Piccolo Daimaō frunció el ceño. "Al parecer, subestimó a sus enemigos. Y ahora ha pagado el precio".

Tambourine presionó los dientes, conteniendo su rabia. "Juro que vengaré a mi hermano, padre. No importa quién haya sido, lo haré pagar".

Piccolo Daimaō lo miró con seriedad. "No permitas que la ira te ciegue. Cumple tu misión primero. Reúne las Esferas del Dragón. Luego, nos ocuparemos de aquellos que se interpongan en nuestro camino."

Pandereta respiró hondo y asentado. "Como desees, padre. No fallaré."

Piccolo Daimaō sonriendo con malicia. "Bien. Entonces, ve y tráeme las últimas dos esferas."

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"Finalmente... las siete esferas serán nuestras. Padre estará complacido."

Sin embargo, justo cuando se preparaba para partir, una presencia interrumpió su júbilo. Frente a él, el Maestro Roshi y sus discípulos se interpusieron en su camino.

Roshi dio un paso al frente, su mirada seria y determinada. "No podemos dejar que te lleves esas esferas. Sabemos lo que planea tu padre y no lo permitiremos".

Ukyo ascendió. "¡Genial, llegamos a un tiempo!"

Shampoo frunció el ceño y adoptó una postura de combate. "Este monstruo no saldrá de aquí con vida."

Ranma cruzó los brazos y miró con confianza al demonio. "No pareces gran cosa. Si eres el mejor de Piccolo, entonces su ejército es más débil de lo que pensábamos."

Chichi apretó los puños. "No lo subestimemos. Sabemos de lo que Piccolo y sus secuaces son capaces."

Tambourine los miró con desprecio y dejó escapar una carcajada. "¿Ustedes creen que pueden detenerme? ¡No sean ridículos! Soy la mano derecha del gran Piccolo Daimaō, y ustedes no son más que insectos."

Antes de que sus discípulos pudieran reaccionar, el Maestro Roshi levantó una mano, deteniéndolos. "No interfieran. Yo me encargaré del demonio."

Ukyo protestó. "Pero, maestro, podemos ayudarle..."

El anciano negado con la cabeza, su mirada fija en Tambourine. "Este monstruo es demasiado peligroso. Si queremos evitar que Piccolo se fortalezca, debo acabar con su secuaz aquí y ahora."

Ranma apretó los puños. "Maestro, no queremos quedarnos sin hacer nada. ¡Podemos pelear!"

Roshi se sonorizó levemente. "Lo sé, pero aún no están listos para un enemigo como este. Confíen en mí."

Tambourine sonando con arrogancia y adoptó una postura de combate. "Viejo insensato, si crees que puedes derrotarme, te demostraré lo equivocado que estás. ¡Prepárate para conocer el verdadero terror!"

La batalla comenzó con una velocidad impresionante. Tambourine atacó con una ráfaga de golpes, pero Roshi logró esquivarlos con movimientos precisos. Luego, contraatacó con una poderosa patada que envió un Tambourine varios metros atrás.

"¿Eso es todo lo que tienes?" se burló Roshi. "Se enfrentó a enemigos más duros en mi juventud".

Tambourine rugió con furia y disparó una onda de energía, la cual Roshi bloqueó con dificultad, sintiendo el impacto en todo su cuerpo. "¡Viejo testarudo, no subestimes el poder del clan demoníaco!"

Roshi apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Tambourine reapareció justo frente a él con un golpe directo al rostro. El anciano salió despedido hacia atrás, pero en el aire logró estabilizarse y aterrizó firmemente en el suelo.

Los discípulos de Roshi observaban la pelea con tensión. "Maestro..." murmuró Chichi, preocupada.

Ranma apretó los puños. "Nunca había visto al maestro recibir un golpe así..."

"¡No puedes perder!" exclamó Ukyo con determinación.

Roshi respiró hondo y adoptó una postura de combate más firme. "Es hora de terminar esto."

Tambourine, furioso, cargó contra Roshi con una serie de ataques veloces. Sus garras rasgaron la túnica del anciano, quien apenas logró esquivar el golpe final. Roshi respondió con un potente codazo en el estómago de Tambourine, haciendo doblarse de dolor, seguido de una ráfaga de golpes precisos en sus puntos vitales.

El demonio se tambaleó, pero con un grito de rabia, alzó una pierna y golpeó a Roshi en el pecho, lanzándolo hacia atrás. Roshi aterrizó con dificultad, jadeando. "Nada mal... pero no lo suficiente."

"¡Eres más resistente de lo que pareces!" exclamó Tambourine, lamiéndose los labios con sadismo. "Pero hasta los viejos como tú tienen un límite".

Tambourine gruñó y se elevó en el aire, reuniendo energía en sus manos. "¡Muere, anciano!" gritó, lanzando una ráfaga de proyectiles de ki. Roshi esquivó algunos, pero una explosión lo alcanzó, levantando una densa nube de polvo.

Los discípulos de Roshi contuvieron la respiración. "¡Maestro!" exclamó Ukyo con preocupación.

Cuando el polvo se disipó, Roshi estaba de pie, aunque con signos de fatiga. "Aun no termino..."

Tambourine descendió con furia, lanzando un ataque de garras que Roshi bloqueó con dificultad. Sin embargo, el anciano aprovechó el momento para atrapar el brazo del demonio y lanzarlo al suelo con una llave impecable.

Tambourine se levantó con furia, pero Roshi ya estaba sobre él, golpeándolo con una serie de puñetazos rápidos y certeros. "¡No te daré oportunidad de recuperarte!"

"¡Cállate, anciano!" rugió Tambourine, logrando conectar un rodillazo en el abdomen de Roshi, haciendo retroceder. Aprovechando su ventaja, el demonio lo golpeó con una patada giratoria que lo hizo caer al suelo.

Roshi se puso de pie lentamente, con una sonrisa desafiante. "Nada mal... pero ahora es mi turno."

Concentrando su ki, Roshi cargó un Kamehameha y lo lanzó con toda su fuerza. Tambourine intentó esquivarlo, pero el ataque lo impactó de lleno, lanzándolo por los aires. El demonio cayó al suelo, gravemente herido.

"Imposible... yo... soy... el más fuerte..." balbuceó Tambourine antes de desplomarse, derrotado.

Sin perder tiempo, Roshi se acercó al cuerpo del demonio caído y, con una expresión seria, levantó su mano. "No puedo permitir que sigas existiendo..."

Reuniendo su energía, Roshi lanzó un último y devastador golpe de ki, desintegrando por completo a Tambourine. Los restos del demonio se desvanecieron en el aire, eliminándolo definitivamente.

El silencio reinó por un momento hasta que Roshi exhaló con cansancio. "Hemos ganado esta batalla, pero la guerra aún no termina. Piccolo no se quedará de brazos cruzados".

Ranma miró a sus compañeros con seriedad. "Entonces tenemos que prepararnos. Si este era solo uno de sus esbirros, imaginan lo fuerte que debe ser el propio Piccolo."

Ukyo ascendió. "No podemos dejar que reúna las esferas. ¡Hay que impedirlo a toda costa!

Justo cuando Ukyo terminó de hablar, una sombra oscura se cernió sobre ella. Antes de que pudiera reaccionar, el temible Piccolo estaba frente a ella. Con una velocidad aterradora, le lanzó un puñetazo directo al abdomen, enviándola a volar contra una enorme roca. Ukyo chocó violentamente, escupiendo sangre por el impacto.

Los ojos de los demás se abrieron con horror. "¡Ukyō!" gritó Chichi mientras corría hacia su amiga.

Piccolo suena con malicia. "Si creen que pueden detenerme... están muy equivocados."

Sin dar tiempo a reaccionar, Piccolo extendió su brazo y, con un simple movimiento, lanzó una ráfaga de ki casual. Shampoo y Ranma apenas lograron ver la explosión de energía antes de ser impactados de lleno. Ambos salieron despedidos a gran velocidad, estrellándose contra el suelo con violencia. El impacto levantó una nube de polvo y escombros mientras los cuerpos de Shampoo y Ranma yacían maltrechos sobre el terreno.

Chichi retrocedió, temblando ante la abrumadora presencia del demonio. "Es... demasiado fuerte..."

Piccolo entrecerró los ojos y avanzó lentamente. "No tengo tiempo para juegos. Entréguenme las esferas o su destino será aún peor."

Pero Roshi, decidido a no dejar que Piccolo obtuviera las esferas, sacó rápidamente una olla y adoptó una postura firme. "No permitiré que el mal reina de nuevo..."

Alzando sus manos, comenzó a concentrar su energía. "¡Mafuba!" exclamó con todas sus fuerzas, liberando la técnica prohibida.

Piccolo abrió los ojos con terror al reconocer el peligro. "¡No! ¡Otra vez no!" gritó desesperado mientras intentaba huir. Sin embargo, la energía del Mafuba lo atrapó y comenzó a arrastrarlo hacia la olla.

"¡Maldición! ¡No dejaré que me vendan otra vez!" bramó Piccolo, luchando con todas sus fuerzas contra la técnica.

Por un momento, parecía que la victoria era de Roshi... pero su energía comenzó a flaquear. Con un último esfuerzo, Piccolo desvió la trayectoria de la energía, logrando liberarse en el último segundo.

Roshi cayó de rodillas, jadeando por el esfuerzo. "Fallé..."

Chichi apretó los puños con impotencia. "¡Maestro Roshi! ¡¿Está bien?!"

Roshi respiró con dificultad, tratando de levantarse. "No... no me queda energía... Pero no podemos dejar que Piccolo se salga con la suya."

Piccolo, furioso y aún temblando por el susto, miró a Roshi con odio puro. "Te atreviste a intentar sellame... pagarás por esto, anciano."

Shampoo, tambaleándose tras el impacto de antes, se puso de pie con dificultad. "No podemos dejar que gane... debemos pelear."

Ranma se limpió la sangre del rostro y miró a Piccolo con determinación. "No importa lo fuerte que seas, ¡no te dejaremos apoderarnos de las esferas!"

Piccolo río con desprecio. "¿Ah, sí? Pues adelante. Los destruiré a todos, uno por uno."