Capitulo: El sigilo

Cuando sonó la campana, los estudiantes comenzaron a guardar sus cosas y salir del aula, aún murmurando sobre el incidente en la clase de química.

David cerró su cuaderno con calma, sin mostrar prisa. Esperaba que Aiko reconociera sus cosas y saliera.

Luego, sin hacer ruido, se levantó y la siguió.

Sus pasos eran ligeros, precisos. Se movía como una sombra entre los demás estudiantes, mezclándose con la multitud, sin llamar la atención. Su entrenamiento como ninja lo hacía casi indetectable.

Aiko caminaba con tranquilidad, como si no sospechara nada. Pero David no se confiaba.

Ella dobló por un pasillo menos transitado, alejándose del bullicio de los demás.

David se deslizó tras ella, manteniendo siempre una distancia segura.

Aiko llegó hasta la azotea de la escuela.

Empujó la puerta con calma y salió al aire libre.

David esperaba unos segundos antes de seguirla.

Se deslizó a través de la puerta con sigilo y se ocultó detrás de una de las estructuras metálicas que sostenían las antenas.

Aiko estaba de pie, con el viento revolviendo su cabello.

— ¿Hasta cuándo piensas seguirme, David? — dijo de arrepentimiento, sin voltear.

David no mostró sorpresa.

Sabía que ella lo había notado.

Aún así, no salió de su escondite.

Esperó.

Aiko sonrió levemente.

— Lo de la clase de química no fue un accidente, ¿verdad? —preguntó él finalmente, con voz fría.

Aiko giró la cabeza, con una mirada que brillaba con un extraño interés.

— Tal vez sí. Tal vez no.

David estrechó los ojos.

— ¿Qué es lo que realmente quieres?

Aiko se cruzó de brazos y lo miró fijamente.

— Quiero ver qué hay detrás de esos ojos rojos tuyos.

David sintió que el aire se volvía más denso.

Esto no era una simple conversación.

Era el comienzo de algo mucho más grande.