CAPÍTULO: Melodía en la Noche

La cena había terminado, la casa estaba en silencio y la noche se desplegaba como un velo oscuro salpicado de estrellas.

David salió al jardín, sintiendo la brisa fresca acariciar su rostro. Sin esfuerzo, flexionó las piernas y saltó hasta el techo de su casa, aterrizando con la gracia de un felino.

Se quedó allí un momento, observando la luna llena. Su luz plateada bañaba las calles, los tejados y los árboles, dándole al mundo un brillo etéreo.

Con un movimiento casi automático, sacó su ocarina y la llevó a sus labios.

Una melodía suave y melancólica comenzó a fluir, bailando con el viento nocturno. No tenía nombre, era solo una sinfonía de pensamientos atrapados en notas, un reflejo de todo lo que llevaba dentro pero nunca decía en voz alta.

Los recuerdos de la pelea con Aiko, las preguntas sin respuesta, el peso de su propia existencia... todo se mezclaba en la música.

Cerró los ojos y se dejó llevar.

En ese momento, no era un ninja, no era un inmortal, no era un soldado oculto en una era que ya no lo necesitaba.

Solo era un joven tocando su ocarina bajo la luna, dejando que el viento llevara su música a donde quisiera.