Muerte alada

Mientras una persona corría rápido por los verdes pastos de una alameda, otra, tiempo después se dedicaba a tomar una fotografía a esa escena sangrienta.

Mientras una persona que corría caía bruscamente en el suelo, otra miraba la pierna que le faltaba a esa persona.

Mientras una persona se arrastraba con dolor, otra miraba el rastro de sangre que dejo a tras de ella.

Y mientras una persona veía en el cielo unas terroríficas alas, otra solamente tomaba una fotografía a la cara deforme de la otra persona. Pero las dos personas nunca sabrán lo que el otro sufrió o sufrirá con esa bestia, aunque para el fotógrafo de aquel periódico de Toluca, es aún desconocido.

El cadáver frio de esa mujer estaba tirado en la tierra. Su sangre regaba todo el pasto que estaba a su alrededor. Su abdomen estaba abierto de una manera muy violenta, mientras que en su interior estaba casi vacío, debido a que todos los órganos estaban esparcidos por todos lados. Esto de los órganos no solo hacía pensar al periodista, sino que también a la policía, ya que parecía que estuvieran masticados. Aunque el foco central era el abdomen, el área de la cara no se quedaba atrás, ya que estaba totalmente destrozado. Uno de los ojos se salía de su cuenca, mientras que la otra mitad estaba totalmente destrozada.

La policía estaba de un lado a otro, y no dejaban el paso a nadie, ni aunque fuera prensa, pero eso no detuvo a este periodista, ya que tomaba fotos, y veía todo desde la estación de Zinacantepec del insurgente.

Uno de los policías apareció delante de la cámara corriendo mientras se tapaba la boca, parecía que quería vomitar. El policía se acercó con otro policía, y entre palabras que no escucho, y señas llamaron la atención de ese policía, que rápidamente empezó a correr.

El reportero intento seguir el rastro, pero le fue inútil. Paso el tiempo, y las fotos se publicaron con censura en el periódico y en la página web del periódico, al igual que los otros periódicos que hicieron lo mismo.

El caso se hizo muy famoso en el estado de México, más en el área de Toluca y sus alrededores, tanto que todos estaban investigando acerca del caso María Hidalgo, ya que ese era el nombre de la mujer que desafortunadamente había fallecido.

La curiosidad y el miedo estaban por las nubes, ya que muchos se preguntaban si la persona que había hecho aquella barbarie seguía viva, y peor aún, caminando por el mismo pavimento que todas las personas inocentes de Toluca.

Por un momento parecía calmarse, hasta que la policía salió y hablo acerca del caso. No hubo nada nuevo, a excepción de algo que dijeron:

...todo es muy confuso, y más con algo extraño que encontramos a unos 100 metros de la joven María. Es una especie de cosa viscosa. Después de unos análisis se llegó a la conclusión de que esa cosa viscosa es el apéndice, una parte de los riñones, y de los pulmones de María....

En medio de una noche de lluvia, el reportero estaba fumando mientras hablaba con uno de sus contactos. El contacto juraba y perjuraba que lo que mato a María no era humano, y aunque le fue difícil a ese reportero en un inicio, el contacto lo convenció para que fuera a un lugar cerca de Toluca, un lugar llamado San Mateo Tultepec. Quien diría que ese" está bien, te veré en ese lugar" desencadenaría una noche de pesadillas, que durarían en la mente del periodista para siempre.

El periodista salió de la estación Lerma del Insurgente, buscando a su contacto: un hombre de cabello canoso y una barba de candado. El periodista no tardo nada en encontrar a ese hombre, que lo recibió con un apretón de manos, para que al poco tiempo después los pies se empezaran a mover.

Eran cerca de las 12:50 PM cuando el periodista y el hombre canoso se movían entre la gente y los puestos de muebles de San Mateo Tultepec, y aunque estaban rodeados de gente el periodista hablo directo, pregunto sobre a que se refería cuando dijo que eso no era humano. El hombre canoso no se esperó a que el periodista fuera directo, aunque eso si le gusto bastante, ya que no lo hacía perder más de su tiempo.

La platica fue muy directa. El periodista solamente preguntaba, mientras que el hombre canoso respondía sin pelos en la lengua. Lo que sacaron de esa platica fue muy interesante para el reportero, que aun sin tener una libreta en la mano, recordaría todo, ya que lo que le dijo el hombre canoso fue increíble, como si todo fuera una fantasía loca, o si fuera sacado de una historia de Poe o Lovecraft.

El hombre canoso invito a comer al periodista, y le dijo que, si de por favor lo podía ver de nuevo, pero esta vez a las 10:30 PM. El reportero no quería ir otra vez a ver a ese señor canoso que imaginaba cosas raras. Pero ese pensamiento negativo fue poco a poco desvaneciendo a medida su mente masticaba una cosa: ¿que fue eso que hacía vomitar a los policías?, ¿Qué era esa cosa viscosa que según los policías decían que eran los pulmones, el apéndice y los riñones de María? Al final el reportero decidió ir, y aunque llego un poco tarde, vio al hombre canoso afuera de la estación a esas horas de la noche.

El hombre canoso llevo a cenar al periodista por lo mientras que pasaba el tiempo.

-pero te lo juro-decía el hombre canoso con un café en la mano derecha, mientras que en la izquierda tenía un pan dulce- sé que es difícil de entender, pero quiero acabar con esto rápido, nada ha sido lo mismo desde que ese hombre apareció.

El periodista frunció el ceño, pero aun así escuchaba atentamente, mientras hacía preguntas directas y concisas.

-a ese hombre lo conocen como don Alfredo, o bueno conocían, porque hace 1 año está muerto, hace 1 año, y sabe que es lo más curioso, de que hace 1 año empezaron los gritos en la noche. Hace 1 año escucho los cantos, y hace 1 año escucho un aleteo en mis sueños.

El periodista ya estaba totalmente convencido de que ese hombre estaba loco, ya no quería hacerle caso, así que se levantó y se fue del lugar. Eran cerca de las 11:20 cuando llego a la estación de Lerma, obviamente El Insurgente ya no estaba de servicio, pero esto hizo que el periodista se enojara en sus interiores, así que saco su teléfono y pidió un taxi. Mientras esperaba a que llegara el transporte, un hombre de aspecto descuidado se acercó rápidamente, mientras volteaba hacia atrás, y hacia arriba. El periodista se lleno un poco de miedo, pues pensaba que lo iba a asaltar, pero solo dijo mientras seguía caminando:

-aléjese de aquí, esta tierra esta maldita.

Se escucho un aleteo en el cielo, y el hombre descuidado se empezó a tocar la cabeza, para que después empezara a correr, mientras se movía muy desesperado. El hombre empezó a gritar:

-esta aquí, ¡está aquí y es mi turno!, es mi turno.

Los gritos fueron cesando, y se convirtieron en una risa descontrolada. Las rodillas de ese hombre tocaron el suelo, y mientras aún reía dijo:

-si, lo hare. Lo tengo que hacer.

El hombre saco de su bolsillo una navaja, que empezó a cortar lentamente su mano izquierda. Las risas no pararon mientras la sangre empezaba a caer más y más en el suelo.

El periodista saco su teléfono y saco una foto, pero se le había olvidado quitar el sonido. El hombre volteo rápidamente la cabeza, y entre risas se levantó.

- ¡Te lo ofrezco!, te ofrezco su sangre y sus ojos, ¡su sangre y sus ojos!

El periodista empezó a correr, mientras un cuchillo ensangrentado lo seguía con ansias de sacarle los ojos. Los pasos del periodista se hicieron más rápidos que los del hombre de la mano ensangrentada.

El periodista corrió sin ningún sentido, mientras que sus pies se movían con el latido de su corazón, mientras poco a poco las luces de los faros empezaron a disminuir, su mirada se alzó, y vio que estaba en una calle totalmente oscura, y aunque tenía miedo, en su mente corrió la idea de ocultarse en esa oscuridad, lo cual, hizo.

El periodista contuvo el aliento cuando vio que aquel hombre lo seguía, mientras decía palabras inentendibles, pero era extraño, ya que se escuchaba que era una mezcla de palabras humanas con...graznidos.

El hombre descuidado no se detuvo para nada en buscar a aquel periodista asustado, el seguía su paso a paso rápido, hasta que se detuvo de golpe, y con tranquilidad volteo hacia el lugar donde estaba el periodista, este solo contuvo mas el aliento, mientras las lágrimas salían de sus ojos, en su mente solo corría un pensamiento que decía: <>. Pero esa mirada no era para el periodista, sino que era para unos cuervos que estaban cerca de él, que graznaron para que después volaran.

Las risas del loco empezaron a salir, y mientras en esa mezcla de palabras/graznidos dijo algo que en esencia era:

-aquí estoy, aquí estoy para servirle.

Los cuervos empezaron a volar encima de el dando vueltas, el loco se arrodillo, y miro directamente el cuchillo, para que después con mucha determinación se lo clavara en uno de sus ojos. De su boca no salió ni un grito, gemido o lamento, solo...graznidos, risas y unas palabras que decían:

-se que no te entregue los ojos de esa persona, pero te ofrezco el mío, te ofrezco mi ojo, y mi...

El loco saco la lengua, y puso el filo del cuchillo debajo de esta. El loco estaba a punto de volarse la lengua cuando los cuervos graznaron, y volaron hacia el poste cercano.

El loco se levantó, y mientras repetía: <>, empezó a correr hacia donde estaban los cuervos. Al llegar al lugar los cuervos volaron hacia otro lugar, y al igual que la otra vez, el loco los siguió.

Una vez alejado el loco, el periodista salió de su escondite. En sus interiores gritaban que saliera de ahí, que regresara a casa, pero su espíritu de periodista lo obligo a quedarse y seguir a ese loco.

Los cuervos guiaban al loco con graznidos y aleteos, mientras que este aun sin ojo seguía a los cuervos. Su ojo en la mano izquierda miraba a todos lados sin poder mirar. En su mano derecha, el cuchillo ensangrentado se quedaba inmóvil. Y en su cara, la cuenca que estaba sin ojo goteaba sangre, pero el loco no le importaba, y, es más, a lo mejor ni siquiera sentía dolor, tal vez sentía...placer, placer en una forma retorcida que solo la mente de ese loco podía entender.

El periodista mantuvo su distancia, y aunque estaba un poco lejos, no podía dejar de sentir ese miedo, y eso era que no sabia que era lo que le aria ese loco si lo atrapa.

<> pensaba, pero esas ultimas palabras inundaban su mente: <>.

Los graznidos llevaron al loco a una casa cerca del rio Lerma. Los graznidos de las aves y de aquel hombre fueron disminuyendo poco a poco mientras entraban mas y mas en esa casa oscura y podrida.

El periodista saco una foto de la casa, y después con mucho cuidado entro a la casa.

La casa era de dos pisos, echa de madera, la madera parecía empezar a podrirse, y el olor se mezclaba con el asqueroso olor que provocaba ese rio contaminado que estaba cerca.

La puerta estaba totalmente abierta, y sin esperar nada el periodista se acerco lentamente. En el suelo de tierra estaban las gotas de sangre que salían de la mano y del ojo de aquel loco.

Unos graznidos asustaron al periodista que rápidamente busco escondite, no había nadie cerca, solo unos cuervos que estaban posados arriba de la casa, y de los árboles que había cerca.

El periodista salió con cuidado, y volvió al camino de sangre que se dirigía a los adentros de esa casa. El interior de la casa estaba totalmente oscuro, y el horrible olor era mas intenso que afuera.

El periodista saco su teléfono, y prendió la linterna. La luz salió del teléfono, y aunque no era tan potente, era mejor ver algo, que estar ciego en la oscuridad.

El lugar estaba echo un desastre, desde la cocina (con los trastes rotos, bolsas de basura abiertas, ratas corriendo por todas partes, y una pequeña gotera que salía de lavabo), hasta el cuarto (donde había un colchón en el suelo lleno de moho, y suciedad, algunas manchas oscuras y blancas en el suelo, e incluso uno que otro anticonceptivo tirado en el suelo, junto con su empaque). el colchón se empezó a mover de una manera rara. El periodista se acercó, y le dio una patada, esto provoco que de los agujeros del colchón empezaran a salir ratas muy rápidamente.

Tras investigar un poco más de tiempo no logro ver más allá de la casa sucia y abandonada que estaba pisando. El periodista entonces miro a las ratas, y vio que estaban por todos lados haciendo sus ruidos chillones excepto en un lugar: el armario.

El periodista se acercó con cuidado al armario, y la abrió con una mano. La puerta se movió muy fácilmente, pero el olor que tenía guardada le inundo la nariz. El periodista se agacho, y vomito, mientras que las ratas empezaron a huir de la casa. Al poco tiempo la casa que estaba infestada de ratones ya no tenía ni un roedor corriendo por todos lados.

El periodista alumbro el otro lado del armario, y encontró unas escaleras que se dirigían para abajo.

El aroma agrio y repulsivo era cada vez más fuerte, y cada escalón que bajaba, sus ganas de vomitar otra vez aumentaban. Después de un rato de estar bajando, se escuchaban graznidos, gritos, risas, y palabras sin sentido. y antes de llegar al último escalón la luz que brotaba del fuego de unas antorchas lo fue recibiendo a un túnel de piedra.

Con cuidado el periodista se acerco a la luz. Las voces y los graznidos eran mas intensos. El periodista se llevo una sorpresa al ver que no había nadie cerca de ese fuego, así que con tranquilidad se acercó.

Al final del túnel lo espero un cuarto iluminado con velas, y con 2 pasillos que llevaban a la oscuridad. Las velas estaban en todos lados, iluminaban todo, excepto unas celdas oxidadas que estaban en una esquina. En las celdas no había nadie, o por lo menos no nadie vivo. Esto hizo que el periodista acercara un poco de fuego para que pudiera observar aquellos muertos.

No tenían ojos, las tripas estaban de fuera, le faltaban algunos órganos, y algunas extremidades, mientras que en algunos lugares se veían mordidas que arrancaron trozos de carne. El periodista con una mano en la boca no dejo nunca de grabar aquella horrible escena. Su cabeza miro a otro lado, quería ver lo que sea, pero miro algo peor: una mesa con algunas manos, corazones y demás órganos en una mesa. Algunos órganos fueron cortados por el gran cuchillo que estaba a su lado, un cuchillo manchado de sangre, mientras que el fuego calentaba una enorme olla con agua dentro. La mano no se apartó nunca de la boca del periodista, ya que si lo hacia por un solo segundo gritaría.

Ya era suficiente, ya no había mas que mostrar, tenia que ir, y hacer un articulo sobre esto, la gente se debería enterar de esta secta caníbal fanática de los cuervos, esto pensaba el periodista, así que rápidamente se dirigió al túnel para después subir las escaleras, e irse a su casa, ese era el plan, que drásticamente fallo al escuchar voces que se acercaban por el túnel.

- ¡estoy jodido! - gritaba en sus adentros el periodista. Su mente empezó a pensar en todas las cosas horribles que le harían si le atraparían, talvez arrancarle los ojos fuera lo más ligero que podría esperar, y lo era, ya que la cara de los muertos en las jaulas decían que sufrieron mucho antes de morir. En un acto de desesperación el periodista corrió por uno de los pasillos que tenía delante.

La luz a su alrededor se extinguió, mientras que los sonidos, y graznidos se hacían más fuertes, fue así hasta que los sonidos y graznidos se hicieron totalmente claros, mientras que la luz de la luna lo empezaba a cubrir. El periodista se paró en seco al saber que podría estar en el peor lugar donde podría estar.

Al frente de él había unas escaleras de piedra, que lo llevarían a una habitación redonda, donde no había techo, y la única luz que había era la de la luna. Los cuervos entraban por el gran hueco, (mientras esquivaban una gran campana) a devorar a las personas desnudas que estaban empaladas y vivas. Los gritos y palabras de agonía de aquellas personas empeladas hacían que la gente que estaba debajo se arrodillara, y en una combinación de graznidos, latín y griego murmuraban oraciones desconocidas. A los pies de las personas empeladas se paseaba una persona con las mismas ropas negras que los que estaban arrodillados, salvo que esta llevaba una máscara de hueso y cuero con la forma de un cuervo.

De pronto una persona dejo de respirar, y con gran emoción las gente de aquel culto se levantaron, y alzando las manos al aire empezaron a intensificar las palabras raras y tenebrosas que salían de su boca, para que después la persona con la máscara de cuervo tocara la campana 5 veces.

En el último escalón de las escaleras de piedra estaba aquel loco, que entre pasos cortos se movía entre las personas del culto, estas sin embargo no le prestaba atención, todos seguían en lo suyo. El hombre con la mascara miro al loco como se acercaba. Este parecía una estatua, no hacía nada, no decía nada, solo...esperaba.

- ¡lo eh visto, lo eh visto! -gritaba con euforia aquel loco, que se acercaba lentamente a aquella persona con la máscara.

Al escuchar esto el hombre de la máscara abrió sus brazos, al igual que lo hace un ave que esta a punto de volar.

El loco se acercó, y el hombre de la mascara abrazo a aquel loco, después lo alejo, y todos se callaron, los cuervos se fueron volando, y la ultima persona empalada dio su ultimo suspiro. Nadie hacia ruido, estaba tan silencioso que podrías escuchar como suena un alfiler al caer al suelo. El hombre con la máscara de cuervo miro a todas las personas, y con voz alta dijo:

-ah pasado 1 año desde que nuestro antiguo líder Alfredo empezó a volar, voló porque lo llamaron, y lo llamaron porque ya habían pasado sus 5 años en esta segunda vida.

Todas las personas se arrodillaron, y empezaron a decir a una sola voz: -5 ojos para verlo todo, 5 manos para tocarlo todo, 5 oídos para escucharlo todo, 5 bocas para que lo escuchen todos, y 5 pies para pisarlo todo.

-sé que ya llevo más de 5 años con ustedes-prosiguió el hombre de la máscara-, sé que desde hace 1 año me está llamando el gran cuervo, me ha estado llamando en sueños y en visiones, pero todo ha sido para este momento, el momento de nombrar a su nuevo líder, el hombre que estará un paso de acabar con todo. Una vez que seamos los cinco lideres, el gran huevo se romperá, y el vendrá a destruir todo, mientras que nosotros volaremos con ellos cuando llegue ese día.

La luz de la luna ilumino la gran campana que estaba arriba del hombre de la máscara. Ahí se pudo ver, mientras el hombre de la máscara lo señalaba. Era un hombre momificado con plumas en algunas partes de su cuerpo atado a la campana. Esa momia tenía 5 manos, 5 huecos en su cara, 5 labios cocidos, 5 orejas y 5 pies. Al ver esto, todos los arrodillados repitieron la oración de los 5.

-ahora te doy la máscara-. El hombre se quito la mascara dejando ver al hombre canoso, que poco a poco entre risas y graznidos se empezó a quitar la ropa, mostrando unas cicatrices por todo su cuerpo. Unas personas se levantaron, y se acercaron a una mesa, donde había un recipiente de barro con un líquido espeso negro. Flotando en ese liquido había un huevo igual de pequeño que el de codorniz, pero con colores más oscuros que este.

Las personas acercaron el recipiente al hombre canoso, y este totalmente desnudo tomo el huevo con la mano, lo puso en su boca, y tomando un poco del liquido negro se paso el huevo como si fuera una pastilla. Después alzando el recipiente se empezó a verter todo el líquido. Al liquido le costaba bajar por el cuerpo cicatrizado del hombre canoso, pero aun así logro tocar el suelo con suma lentitud. Después el hombre canoso se agarro la cabeza con las dos manos, mientras que estas le apretaban fuertemente la cabeza. La sangre empezó a salir por la boca, ojos, orejas, nariz, mientras que las viejas cicatrices se volvieron a abrir sacando un montón del líquido rojo de vida.

Otros hombres llegaron con partes amputadas de otras personas. Se veían que esas partes fueron cotadas hace nada, ya que los hombres tenían manchas de sangre en sus ropas, además de que la larga línea de sangre que brotaban esas partes de diferentes cuerpos.

Los hombres se empezaron a acercar cada vez más hacia el hombre canoso, mientras que uno de ellos sacaba una aguja e hilo, esto lo vio el hombre canoso que levanto la mano, y con un grito agudo parecido al graznido de un cuervo dijo:

- ¡no se atrevan a mancillarme!, ¡yo fui elegido!, ¡yo soy uno de sus sirvientes! Y él no dejara que me pongan partes de más, el me va a permitir todo de manera natural. ¡Voy a ser como el!

El cuerpo del hombre canoso empezó a crujir, y poco a poco fue saliendo una mano de debajo de su mano derecha, y al poco tiempo después salió otra de la costilla izquierda, para que después saliera otra del codo izquierdo: la quinta mano había salido.

En medio de gritos, graznidos y sangre, amarraron al hombre canoso, y subiéndolo con una polea lo subieron lentamente hacia la campana, a un lado de la momia de Alfredo, que todavía respiraba.

Mientras subían al hombre canoso salieron las cuatro bocas, y al llegar a lado de Alfredo empezaron a salir las piernas. Los gritos que sacaba el hombre canoso eran insoportables, y eran todavía peor debido a que las cinco bocas gritaban de manera individual.

En la mente del periodista empezó a oír una voz; la voz del hombre canoso, que le invitaba a unirse a la secta. El periodista callo de rodillas, eso le parecía terrorífico, y...hermoso, hermoso de una manera rara y asquerosa. Su mente le invitaba a unirse, le invitaba a sacarse uno de los ojos, ya que tal vez...tal vez...él era el cuarto.

La idea le parecía aterradoramente hermosa así que se levantó, y empezó a decir la oración de los 5 de una manera lenta y torpe mientras bajaba las escaleras. No trato de luchar, no trato de evadir esas asquerosas ideas que le llegaban a la cabeza, y es más, las aceptaba con fervor. Poco a poco su mente se fue volviendo hacia la locura.

Sus ojos miraron hacia la campana, donde cruzo miradas con el hombre canoso que solo sonreía con sus cinco bocas.

La momia de don Alfredo empezó a convulsiones, y entre gritos de muerto su pecho se fue abriendo a picotadas, para que después de un corto tiempo el pico saliera. Los gritos muertos de don Alfredo se apagaban cada vez más, mientras salía de su cuerpo una mezcla de un cuervo y un humano que contenía todas las características que cantaban en la oración de los 5. El hombre-cuervo empezó a volar, mientras pequeños cuervos le seguían.

El cuerpo de don Alfredo se empezó a cerrar, mientras que a su lado el hombre canoso gritaba porque también le estaban picoteando el abdomen.

Los dos hombres-cuervo estaban posados sobre la campana, mientras veían al futuro líder llegar lentamente hacia su lugar.