Capitulo 1

El Peso del Destino

En el mundo de Elandor, el destino de una persona se definía a los cinco años. Era en ese momento cuando despertaban su Ego, un arma o herramienta única que reflejaba su alma, y con ello, su Atributo Elemental. Pero no todos eran bendecidos con un gran poder.

Los Egos tenían diez niveles, desde el más bajo, Celeste, hasta el legendario Cian. Solo los más fuertes podían ascender en la escala de poder, mientras que los débiles quedaban atrapados en los niveles más bajos, condenados a una vida sin gloria.

Lucas provenía de una familia humilde. Sus padres, Eren y Maia, nunca pudieron avanzar más allá del Nivel Azul, el segundo más bajo. Sin recursos ni maestros adecuados, nunca lograron aumentar su poder. Pero no querían que su hijo sufriera el mismo destino.

Durante años, ahorraron cada moneda, sacrificando todo, para que Lucas pudiera ingresar a una prestigiosa Academia de Magia y Ego. Allí, tendría la oportunidad de hacerse fuerte, de alcanzar un nivel que ellos nunca pudieron.

Y hoy, su destino comenzaría a escribirse.

El Despertar del Ego

La Plaza de Despertar estaba llena de niños de cinco años y sus familias. Uno a uno, los pequeños fueron llamados, y sus Egos se manifestaron.

—¡Espada de fuego!

—¡Martillo de tierra!

—¡Lanza de relámpagos!

Cada manifestación desataba murmullos de asombro. Lucas observaba en silencio, sintiendo la mirada esperanzada de sus padres sobre él. Finalmente, escuchó su nombre.

Avanzó hasta el centro de la plaza y cerró los ojos. Una energía cálida recorrió su cuerpo, y una luz plateada lo envolvió. Entonces, sintió algo materializarse frente a él.

Cuando la luz desapareció, el murmullo en la plaza se volvió un silencio absoluto.

En el aire flotaba… un paraguas negro.

—¿Eh…? —Lucas parpadeó, confundido.

Los espectadores comenzaron a murmurar.

—¿Un paraguas?

—Debe ser un error…

—Eso no es un arma…

Pero antes de que alguien pudiera reírse, el aire se volvió pesado.

El suelo crujió. Las piedras comenzaron a hundirse. Los niños más cercanos sintieron sus rodillas fallar y cayeron al suelo. Los adultos abrieron los ojos con asombro.

—¡Es su Atributo Elemental! —gritó un anciano—. ¡Gravedad!

Lucas miró su paraguas, sintiendo su energía latente. Instintivamente, lo cerró con un chasquido. En ese instante, la presión desapareció.

Los murmullos cambiaron. Ahora no eran burlas, sino curiosidad… y miedo.

Sus padres lo miraban con lágrimas en los ojos. Sabían que este era solo el primer paso.

Lucas aún no lo comprendía del todo, pero su Ego no era un simple paraguas. Era la clave para alcanzar un poder sin igual.

Y así comenzó su viaje.