—Repite eso de nuevo, y no volverás a ver la luz del día —Alaric hervía de ira.
—¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame! —Myra luchaba por liberar su muñeca de las manos de Alaric. Seguía protestando y forcejeando, tratando de liberarse. Alaric apretó su agarre en respuesta y presionó su cuerpo contra el de ella.
Myra estaba atrapada entre Alaric y la puerta del refrigerador.
Myra estaba empapada; la parte delantera de su ropa de dormir estaba mojada y se pegaba voluptuosamente a su piel. No llevaba sostén porque, ¿quién lo usa para dormir? Myra solo llevaba una delgada blusa color durazno que dejaba translúcidos sus pezones.
Mientras sus cuerpos superiores estaban conectados y se frotaban entre sí, los pechos de Myra se pusieron erectos y duros, rozando los músculos pectorales de Alaric.